El HUBU reduce de nuevo el uso de antibióticos tras la covid

G.G.U.
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La guardia en Microbiología agiliza el diagnóstico de infecciones bacterianas, permite ajustar más los tratamientos y reduce el riesgo de resistencias

El HUBU reduce de nuevo el uso de antibióticos tras la covid

El HUBU consiguió cerrar el 2022 con descenso en el consumo de antibióticos, tras dos años de altibajos en buena parte de los indicadores que se utilizan para analizar la evolución en el uso de este tipo de fármacos en los pacientes; subidas y bajadas de distinta intensidad que difícilmente pueden desvincularse de la pandemia por coronavirus SARS-CoV-2.

Parte de la recuperación de la tendencia descendente en la prescripción de antimicrobianos en el complejo se atribuye, de hecho, a que el servicio de Microbiología decidió introducir guardias nocturnas en su plantilla en marzo de 2020. El objetivo era adelantar los diagnósticos positivos en SARS-CoV-2, que es un virus y no se trata con antibióticos, sino que también agilizó los resultados en las infecciones que sí son de origen bacteriano. Y esto ha permitido que se ajusten más los tratamientos, tanto en dosis como en espectro. Algo que, además de beneficiar al paciente y reducir gastos innecesarios, también incide en una materia que es prioritaria en todo el mundo: ayudar a reducir el riesgo de la aparición de resistencias a los antibióticos.

El hecho de que bacterias comunes se estén haciendo fuertes frente a los antibióticos significa que puede llegar el día en el que infecciones que ahora desaparecen con estos fármacos, vuelvan a ser potencialmente mortales. «Un creciente número de enfermedades como la neumonía, la tuberculosis, la septicemia, la gonorrea o las de transmisión alimentaria son cada vez más difíciles de tratar; a veces, imposibles», afirma la médica especialista y a su vez coordinadora del Programa de Optimización de Uso de Antimicrobianos (PROA) en el hospital, Carolina Navarro, a través de un correo electrónico. Y de ahí la urgencia de que se produzca un punto de inflexión en el uso de estos fármacos.

La bajada registrada el año pasado en el HUBU en el consumo de antibacterianos no es espectacular (pasa de las 2,36 dosis diarias definidas por cada 1.000 habitantes del 2020 a las 2,07 del 2022), pero se aproxima de nuevo al balance del 2019, cuando se consiguió cerrar por debajo de las dos dosis diarias (1,98, siempre por cada 1.000 habitantes del área de referencia del complejo asistencial de la capital y según datos oficiales de la Consejería de Sanidad). 

Pero es importante que se haya regresado a la tendencia descendente, como destaca Navarro, que es experta en enfermedades infecciosas en Medicina Interna. «El HUBUse mantiene en la media de los hospitales de Sacyl en su categoría, pero cuando se detecta alguna anomalía en el consumo de algún fármaco concreto se evalúa qué tipo de pacientes lo reciben -de qué servicio dependen, qué tipo de patología tienen...- se analizan las causas y se proponen e implementan las medidas correspondientes para corregirlo», explica.

En la región. En el uso de antibacterianos en general el HUBU ha mejorado y, de entre los cinco grandes de la Comunidad, es el tercero con menor consumo. Por delante están el de León y el de Salamanca y, por detrás, los dos de Valladolid, donde se ha producido un empeoramiento importante de los datos durante la pandemia.

Y en lo relativo a los fármacos para tratar de abordar las enfermedades provocadas por hongos, los antimicóticos, el hospital burgalés vuelve a ser el segundo de la Comunidad con menor consumo (siempre en relación a los otros cuatro hospitales de su categoría), posición que ocupaba antes de la pandemia Solo León está por debajo, siempre según Sacyl.

El HUBUfue pionero en Castilla y León en la implantación del PROA -este año se cumple una década desde que se puso en marcha- y Navarro destaca que, en general, se ha conseguido «estandarizar la atención a las bacteriemias de forma precoz y, en los últimos años, incluso con mayor celeridad al disponer de microbiólogo de guardia». Eso, destaca la especialista de Medicina Interna, «proporciona la información microbiológica de forma casi inmediata». Es decir, si la infección es de origen vírico o bacteriano o, también, si es una patología causada por hongos. Y, en caso de bacteria, de qué tipo. Eso permite administrar el antibiótico más adecuado y durante el tiempo necesario; ni más ni menos. «Se ha monitorizado y mejorado el consumo de antimicrobianos, con todo lo que eso implica, tanto en el impacto sobre la resistencia antimicrobiana como en el impacto económico directo por el ahorro que supone».

De hecho, durante los primeros años del PROA en el HUBU se hizo un estudio que concluyó que la optimización en el manejo de estos fármacos provocó un ahorro de 58.000 euros solo durante los cuatro meses de la investigación.