Los pisos de estudiantes chocan con el precio y las exigencias

D. ALMENDRES / Burgos
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Este segmento del negocio no es atractivo para las inmobiliarias y los alquileres se gestionan directamente con los particulares. Una habitación ronda los 300 euros, a expensas de los servicios centrales

Los tablones de anuncios instalados en las facultades son la forma más utilizada para el alquiler de los pisos de estudiantes. - Foto: Valdivielso

Llega un nuevo curso y los estudiantes acaban de comenzar las clases. Septiembre acaba de comenzar y el campus de la Universidad de Burgos todavía rezuma calma mientras el tablón de anuncios de la facultad de Derecho muestra una veintena de ofertas de alquiler de pisos colgadas por particulares. Un reclamo clásico que, año tras año, se encuentra con más complicaciones para los jóvenes interesados en encontrar el mejor acomodo posible durante su estancia en la capital.

La demanda cada vez es mayor y ya mediado el mes de julio las residencias superaban el 80% de ocupación. Burgos ofreció el pasado curso 850 plazas de este tipo y, ante la dificultad de encontrar un hueco y asumir la inversión económica que requiere esta opción, muchos universitarios llegados de localidades del entorno y de otras provincias rastrean las alternativas que ofrece el complejo mercado del alquiler para los estudiantes.

La experiencia y la evolución del sector hacen que las inmobiliarias se muestren reacias a volcar toda su energía en este segmento de su mercado y la oferta disponible a través de las diferentes plataformas oficiales es reducida. 

El tipo de contrato -habitualmente de septiembre a junio- no resulta atractivo para los arrendadores, quienes exigen cada vez más garantías a los inquilinos. «La gente quiere estabilidad y los estudiantes pueden tener problemas para alquilar. Es un tema que se ha complicado mucho con el paso de los años», explican desde la Inmobiliaria Centro. 

En San Pablo Inmobiliaria comparten este mensaje. «Generalmente este tipo de alquiler se produce entre particulares. Aunque es cierto que vienen personas de fuera a preguntarnos y a informarse, se trata de un tipo de cliente minoritario», explican. «Los arrendadores buscan contratos a largo plazo y estables porque el mercado del alquiler ha generado cierto miedo», añaden.

Ya resulta habitual que las empresas especializadas y los arrendadores pidan documentos como la declaración de la renta, contratos de trabajo o nóminas, requisitos que los jóvenes de 18 o 20 años generalmente no pueden cumplir. Por ello, son los padres quienes asumen estas gestiones en un momento delicado para acceder a una vivienda.

El alquiler vive su particular «tormenta perfecta» que ya tiene su efecto en los pisos de estudiantes, tanto en la oferta como en los precios. La demanda es alta y espera su oportunidad mientras los propietarios piden las mayores garantías posibles, algo que reduce las posibilidades. Al final, los interesados optan por buscar pisos compartidos a través de los tableros de anuncios de las facultades y escuelas oficiales.

Los pisos de tres habitaciones ofertados por particulares superan los 650 euros al mes, una cifra que aumenta si no se incluyen en la oferta otros gastos corrientes como la luz o la calefacción. Cada estudiante vive su realidad y su caso particular, si bien las circunstancias generales afectan a todos por igual y toca amoldarse a las exigencias del contexto.

María vivirá su segunda experiencia en Burgos y reconoce que es «difícil» dar con la mejor solución. «Pensar en alquilar un piso solo para ti es prácticamente imposible por las cantidades que piden y las condiciones. Solo queda compartirlo, aunque los precios también son altos», lamenta.

No en vano, encontrar una habitación interesante por 200 euros al mes supone una tarea ardua. Y llegado el caso, no se incluyen el resto de servicios domésticos. En portales especializados de internet como Idealista no se encuentra nada por debajo de los 250 euros y la horquilla de precios supera los 350 euros en varios casos.

Llegado este punto, ni siquiera la ubicación del piso en el mapa de la ciudad juega un papel decisivo en el momento de elegir alojamiento en el escenario actual. Hay demanda de sobra y la limitada oferta presenta condiciones homogéneas, por lo que apenas hay margen de maniobra para los interesados en encontrar una buena oportunidad.

Si bien la mayoría de los anuncios publicados por particulares se encuentran cerca de la Universidad de Burgos, el centro y otras zonas alejadas del campus se presentan como alternativas interesantes porque al final se trata de cuadrar números por delante de la ubicación. 

«Creo que algunos con un poco caros, o exigen dos mensualidades por adelantado, y muchos pisos son antiguos. La diferencia está en que el precio final incluya los gastos de los servicios centrales», explica Sofía, llegada desde Salamanca para afrontar su primer año universitario.

Encontrar un alojamiento adecuado y ajustado económicamente puede convertirse en un trabajo tedioso. Es la situación de Carlos, quien ha ayudado a su hijo a instalarse en Burgos recién llegado de Pamplona. «Es bastante complicado. Nosotros hemos estado dos meses buscando», explica, para exponer otra circunstancia que afecta al mercado entre particulares. «La mayoría de las ofertas que encontramos estaban dirigidas a pisos exclusivos para chicas y eso reduce aún más la búsqueda», lamenta.

No fue el único obstáculo antes de tomar una decisión porque las condiciones exigidas no ayudan. «Claro que los jóvenes pueden buscar un trabajo, pero en este momento vienen a estudiar y lo primero es que se asienten. Por eso, somos los padres quienes asumimos los gastos», zanja, sin olvidar la existencia de becas y otras ayudas.

Tratar directamente con el particular «agiliza y 'abarata' las gestiones». Del mismo modo, cada propietario pone el listón donde considera oportuno y los interesados deben amoldarse a la situación. «Al final vienes de fuera sin información y no te queda otro remedio que adaptarte, pero se hace complicado», asume.