Procesión a ritmo de charanga

I.M.L. / Aranda
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Los peñistas completan la ardua tarea de aguantar más de dos horas de recorrido de 'penitencia' festiva siguiendo el paso que les marcan unos músicos que no les dan tregua

Las charangas, como esta de Tierra Aranda, son el alma de la bajada de las peñas y dotan de personalidad al desfile de cada una de las peñas, que se diferencian por el repertorio y la implicación de los músicos en añadir juerga a sus interpretaciones - Foto: Alberto Rodrigo

Las fiestas patronales de Aranda de Duero no serían lo mismo sin las peñas, igual que una semana santa no sería lo mismo sin sus cofradías procesionando. Similitudes hay muchas: trajes en vez de hábitos, estandartes o pancartas en vez de imágenes religiosas y música, unos con partituras de marchas procesionales y los otros con charangas que ponen el ritmo y la diversión a los que se suman a procesión festiva. Como esforzados penitentes, los peñistas y aquellos que se suman a este desfile ruidoso y colorido, empiezan a bailar y cantar en la rotonda del doctor Costales (a falta de tarde taurina) y no paran hasta que desembocan en la puerta de la bodega de cada una de las peñas.

Los más veteranos no olvidan el ambiente con el que arrancaba esta bajada de las peñas tras completarse la lidia del sexto toro, no en balde siempre se ha llamado la bajada de los toros a uno de los actos populares más significativos de las fiestas patronales arandinas, y siempre se hacía, y se sigue haciendo, los días estipulados para las tardes de toros. «El quinto ha estado muy mal», ironizaba a modo de comentario un orgulloso integrante de la peña El Alboroto al empezar su bajada. «Pues ayer estuvieron muy bien, hasta 22 toros sacaron y se quedaron sin orejas para repartir, casi me cortan una a mí», bromea uno de El Chilindrón mostrando una tirita en el lóbulo de su apéndice auditivo.

A falta de merienda taurina, los peñistas se alimentan su espíritu festivo con todo tipo de cánticos y bailes. Desde las más tradicionales jotas hasta clásicos como La Ampola, Si te ha pillao' la vaca o Uno de enero, dos de febrero,... mientras que las nuevas generaciones de músicos han introducido ya los grandes hits del verano en el repertorio, así que no es difícil escuchar temas de Quevedo o Bizarrap con Shakira, lo que ayuda a que los jóvenes se sumen a estas bajadas para alimentar la costumbre, que no se desinfla con los años sino que crece.

Y todo indica que lo va a seguir haciendo, porque a cada paso de las peñas se ve infinidad de grupos de niños ataviados con los respectivos colores, participando de los bailes, ayudando a empujar los motocarros donde portan las bebidas o haciendo sus pinitos como integrantes de las charangas. Hasta se les tiene en cuenta a la hora de incluir elementos de diversión en esta marea musical, como la comba de acera a acera con la que abre la peña La Ribera su desfile. 

En el recorrido, que se dilata más de dos horas, en las aceras se agolpan arandinos menos marchosos y visitantes que observan asombrados el paso de los peñistas y las ocurrencias de muchos para añadir diversión a la ya de por sí entretenida bajada. Ya sea con carros tuneados, gorros estrafalarios, pelucas y algún que otro disfraz, las vestimentas de las peñas se aderezan con todo tipo de accesorios festivos. Entre lo más llamativo siempre está Luisa, una de las protagonistas de este evento popular, que no es otra sino la burra que encabeza la peña Tierra Aranda. Un animal mucho más dócil que algunos peñistas, que se deja acariciar por los niños y que sorprende a todo el que la ve por primera vez. Eso sí, la tratan como una reina y, por lo visto, le gusta la música y el gentío.

Así, entre cánticos, bailes y paradas para reponer líquidos, se completa una bajada que culmina a la puerta de la bodega de cada una de las peñas, donde la música de charanga no para.