Arlanzón, el río mimado

R.P.B.
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El antropólogo y escritor Ramón J. Soria Braña publica 'España no es país para ríos', en el que destaca el envidiable estado del tramo urbano del curso fluvial su paso por la capital burgalesa

El autor afirma que el tramo urbano del Arlanzón está libre de contaminaciones. - Foto: Patricia

«Sin ríos limpios, corrientes y libres, gran parte de España se convertirá en un triste desierto. Ya no quedan mejillones perlíferos en casi ningún río de España porque sus aguas no están limpias ni corren libres, los salmones no remontan los cauces y las truchas desaparecen. Pero el problema más grave que padecen nuestro ríos es el olvido, la ignorancia de todos nosotros, la escasa atención que les prestamos, aunque demos mucha importancia a su agua como recurso para regar, beber, producir energía, desaguar nuestros deshechos o adornar algún paisaje. Porque un río es algo más que un canal para regar o el final de una cloaca urbana. Junto a un río comenzó la humanidad a hacer ciudades y a soñar un futuro». Este es un extracto de España no es país para ríos: viaje por las aguas que una vez amamos, que acaba de publicar en Alianza el antropólogo y escritor Ramón J.Soria Braña.

Se trata de un ensayo que es a la vez una declaración de amor sobre los ríos de España y una denuncia sobre el estado de estos. En la obra, su autor recorre el estado de hasta cuarenta cursos fluviales del país, resultando uno de los mejor parados el Arlanzón. «He venido a tocar el agua helada del Arlanzón, uno de los primeros ríos urbanos que fueron recuperados y hoy está libre de contaminaciones, vertidos, basuras y miasmas. Tiene truchas, garzas. ánades y alguna nutria descarada, sus aguas brillan transparentes y los burgaleses pasean por el parque de La Isla y El Espolón», escribe en el capítulo que dedica al cauce burgalés, que aparece definido como un río «mimado». Con una mirada personal y literaria, Ramón J.Soria Braña realiza un viaje por toda la geografía del país, que es la vez un viaje en el tiempo y por la historia. Son cuarenta ríos que representan a los treinta y cinco mil que recorren España, porque sus problemas son comunes a todos ellos. «De la defensa del agua dulce depende nuestro futuro: sin ríos limpios y libres, gran parte de España se convertirá en muy pocos años en un triste desierto», asegura el ensayista.

«¿Ha sido tan difícil, tan caro recuperar un río?Si ahora le explicásemos a un vecino que es mejor que volviera el río al enmierde que tenía antes, ¿qué diría? Cruzo el puente de Santa María. (...) Tengo cariño a este río», escribe Braña. En la obra, que es una defensa numantina de quienes van a dar en la mar, deja el autor muy clara su postura: «El problema más grave que padecen nuestro ríos es el olvido, la ignorancia de todos nosotros, la escasa atención que les prestamos, aunque demos mucha importancia a su agua como recurso para regar, beber, producir energía, desaguar nuestros deshechos o adornar algún paisaje. Porque un río es algo más que un canal para regar o el final de una cloaca urbana. Junto a un río comenzó la humanidad a hacer ciudades y a soñar un futuro».

Ríos 'delibesianos'. No es el Arlanzón el único río burgalés en el que se detiene el escritor. Las Merindades tienen protagonismo en la obra, especialmente el Rudrón, al que califica, junto con el también precioso Nela, como ríos 'delibesianos' en referencia, claro, al escritor Miguel Delibes, que tanto los habitó como pescador y los inmortalizó en obras como Mis amigas las truchas.De ambos dice Soria Braña que «aún conservan su gracia» y que merece muy mucho la pena conocerlos, así como visitar la cascada de Tubilla y el pozo Azul. «Si un río tocó tu infancia, si algún río cruza tu ciudad o tu pueblo, si te gusta beber de las fuentes o bañarte en ellos o contemplar una ribera viva y saludable o te molesta descubrir que el río que conociste limpio ahora está seco, encerrado o contaminado, te invito a leer este libro y que hagas conmigo un viaje a lo largo del país de los treinta y cinco mil ríos distintos».Esta es la invitación del autor. Tomen nota.