La cantina donde se respira música

B.A. / Burgos
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Sofía Cirmi y Nacho Moreno han convertido La Taberna de Arroyal en un referente cultural gracias a sus eventos, como el ciclo de conciertos Los Viernes de Arroyal, que acaba de concluir

Nacho y Sofía han hecho de La Taberna de Arroyal un lugar de encuentro musical en el que degustar también ricas pizzas y empanadas argentinas. - Foto: Jesús J. Matías

Un pequeño escenario de madera  preside su terraza, decorada con mimo, plantas y bombillas que adornan cajas de madera. En su interior, las rústicas paredes de piedra que culminan en arcos de ladrillo esconden pequeños tesoros en forma de vinilos y un tocadiscos. «Somos unos melómanos», reconoce Nacho Moreno. A su lado, mate en mano, como buena porteña, su pareja, Sofía Cirmi Obón. Juntos regentan desde hace algo más de dos años La Taberna de Arroyal, donde se respira música y a la que han convertido en un referente cultural de la comarca gracias a la organización de diferentes eventos. El más ambicioso, el ciclo de conciertos Los Viernes de Arroyal, que se viene celebrando cada viernes desde el mes de julio y que acaba de concluir. La banda vitoriana Dead Sequoia, con su divertida propuesta de rock garage, fue la encargada de cerrarlo a las 20.30 horas. 

La música ha sido siempre una constante en su relación, que iniciaron en 2012, durante su etapa universitaria en Salamanca. Ella llegó allí en 2009, directa desde Buenos Aires, para reanudar unos estudios de Historia que ya había comenzado en Argentina. Él, burgalés, cursaba Ciencias de la Música. «Desde que nos conocimos hemos ido a muchos conciertos juntos. Es nuestra manera de vivir», explica ella, que después cursó en la UBU el Máster de Gestión y Patrimonio Cultural y ha trabajado en varios museos. 

Con estos mimbres no es de extrañar que a la hora de elegir el nombre de su perra, que llegó a sus vidas durante su etapa de tres años en Madrid, se decantaran por Cumbia, y que en cuanto se embarcaran en algún proyecto en común, la música estaría muy presente. «Teníamos clarísimo que no íbamos a tener un bar sin más, sino que este iba a ser el lugar en el que hacer las cosas que nos gustan», explica ella. Y así lo están haciendo en Arroyal, muy cerca de Quintanadueñas. 

Con la pandemia dejaron atrás la capital de España, para pasar «unos meses de retiro» en Olmillos de Sasamón, el pueblo de la madre de él, y pensar hacia donde reconducir sus vidas. Ella sí tenía experiencia en la hostelería, y tras un intento fallecido de hacerse cargo del bar de Quintanadueñas, surgió la oportunidad de gestionar el de Arroyal. «Las condiciones eran muy buenas. El bar estaba montado y la vivienda, justo encima, recién reformada, así que tampoco había mucho que perder», comenta él, al que le pilló la inauguración de la taberna, un 18 de junio de 2021, dando clases de música en Ávila. «Me vi desbordada ese día, tuvieron que meterse a la barra algunos amigos para ayudarme».

Abrir las puertas de lo que siempre se había conocido en el pueblo como la cantina, supuso mucho más que dar la posibilidad a vecinos y visitantes de tomar un café, una caña o una copa, fue abrir una nueva ventana cultural en un pequeño pueblo de algo más de 100 habitantes. Y enseguida llegó el primer concierto. «Fue uno acústico, tranquilo, ese mismo verano, cuando todavía había que guardar distancia de seguridad, y salió muy bien», relata él. Ese primer estío fue también el de los ensayos. «Probamos muchos formatos: eventos infantiles, dj´s, vermú torero, conciertos y fiestas, y los que mejor funcionaron fueron estos dos últimos». 

Buena acogida. Tras el éxito de los recitales desde que abrieron, este verano se decidieron por hacer un ciclo, Los Viernes del Arroyal, en el que desde julio, cada viernes a las 20.30 horas «para no molestar a los vecinos», han venido ofreciendo conciertos en su terraza. «La mayoría de grupos han sido burgaleses, aunque también hemos contado con uno de Canarias y dos de Vitoria», relata Nacho, componente de las bandas The Mañana Culture y Cowabunga y satisfecho de la iniciativa. «Aunque este ciclo acabe mañana, retomaremos los conciertos en otoño e invierno, aunque sean dentro del local. No queremos dejar de ofrecerlos, porque además están teniendo buena acogida», explica Nacho, contento de como regresan a la taberna componentes de grupos que han tocado, bien a tomar algo o para disfrutar de otras bandas. 

Si los recitales han sido un éxito, también las empanadas y pizzas argentinas artesanas que preparan para que se puedan degustar durante o tras el concierto. «Son un gancho y suponen también un formato original y diferente», dice él. «Sí, hemos descubierto que también somos capaces de hacer comida», añade ella, que recuerda que los días de no concierto la cocina está abierta y además de pizzas y empanadas también ofrecen hamburguesas. 

Ellos se sienten muy a gusto en el pueblo, y los vecinos con ellos. «Nos han ayudado a hacer muchas cosas, como montar parte de la terraza y me han prestado herramientas», asegura él. En La Taberna del Arroyal también dejan la llave a los usuarios de la pista de pádel y venden el pan, «nos lo traen desde Tardajos», puntualiza ella. Además, estos días el bar acoge una exposición dentro de la semana cultural de la Asociación Los Caños, de reciente creación. «Siempre me ha interesado la historia de las mujeres, así que decidí hacerla sobre ellas», cuenta Sofía, que exhibe algunas imágenes de vecinas del pueblo trabajando en el campo, cuidando de la familia y otras más divertidas.  

Además de un templo de la música, para Sofía, su taberna es otro. «Siempre será el sitio donde ganamos el mundial. La gente venía a verme a mí durante los partidos», bromea mientras mira de reojo la foto de Messi que preside la barra.