El turismo rural espera remontar en otoño tras un flojo verano

I.M.L. / Aranda
-

A excepción del lleno total de la segunda semana de agosto, la temporada estival rebaja la ocupación del año pasado. Acriduero confía en que el enoturismo en vendimia y los puentes ayuden a salvar el año

La casas más grandes tienen mejor ocupación en los puentes. - Foto: Alberto Rodrigo

El sector del turismo rural en la comarca ribereña lleva arrastrando unos meses de ocupación regular, con un movimiento de reservas efectivas que está resultando inferior al del ejercicio anterior. «Está siendo más flojo que el año pasado, y eso que aún nos quedaba algo de resquicios del covid y la gente buscaba alojamientos completos», apunta Ana Belén Velasco, secretaria de la Asociación de Casa Rurales de la Ribera del Duero, Acriduero. 

Entre los miembros de esta agrupación, que aglutina a 32 socios que gestionan 55 alojamientos, la cuarta parte de la oferta hotelera rural en la zona, la última encuesta sobre la ocupación a lo largo del verano mostraba la reducción del volumen de ocupación. «En julio, la gente ha tenido familias que han ido al pueblo del que proceden, turismo para ver a la gente del pueblo; en agosto, a parte del lleno de Sonorama, flojo sobre todo en la segunda quincena; en septiembre se empieza a mover algo y tenemos alguna llamada ya para navidad», explicita Velasco el resumen de las respuestas recibidas en la asociación.

Una tendencia a la baja en lo que llevamos de año que desde Acriduero se achaca a que la vuelta a la normalidad total ha llevado a los clientes a buscar otro tipo de destinos, «hoteles, sol y playa, extranjero,...», que ahora son la competencia de la oferta de turismo rural. Sin embargo, el sector en la comarca confía en que las cifras mejores de cara a los cuatro últimos meses del año. «Cuando mejor trabajamos siempre es en otoño e invierno, con el enoturismo en septiembre y octubre, más luego los puentes como el de diciembre y navidad, esperamos que sea igual o mejor», confía Velasco.

En esas fechas, los clientes cambian con respecto a los que se han recibido durante este verano, siendo la mayoría grupos de amigos que residen en distintos puntos y se juntan en la comarca «porque estamos en un punto estratégico bastante bueno, nos eligen por la ubicación». Este tipo de reservas se empiezan a generalizar cuando comienza el curso escolar y el turismo rural es una de las alternativas más demandadas para hacer escapadas de fin de semana o puentes. 

Nuevos usos. Una de las consecuencias que dejó la pandemia en el ámbito del turismo rural es la inestabilidad a la hora de hacer efectivas las reservas. «La gente llama en el último momento, también cancela con pocos días de margen, y parece que se va a quedar para siempre, no algo anecdótico, y tendremos que adaptarnos a eso porque, si no, no trabajamos», reconoce Velasco haciendo de portavoz de lo que le transmiten los miembros de Acriduero.

El hecho de que muchas casas rural no fijen unos gastos de cancelación hasta pocos días antes de la fecha de entrada a los alojamientos está provocando también que los clientes barajen varias alternativas antes de decidirse. «Estamos viendo que hay personas que reservan en cuatro o cinco sitios que tengan cancelación gratuita hasta dos o tres días antes y, dependiendo un poco del tiempo, de la economía, de la zona... cancelan el resto de sitios y se quedan con uno», explica la secretaria de Acriduero, lo que provoca que las casas rurales que se quedan sin esa reserva tienen un margen casi imposible para poder ocuparlas.

En cuanto al tipo de alojamientos que tienen una mejor salida, los integrantes de Acriduero los diferencian por la clase de clientes. «Los apartamentos turísticos que hay en Aranda yo los trabajo muy bien, porque además de turismo de familia tenemos gente que viene a visitar bodegas o a comer, y tienen salida durante todo el año», explica Velasco, añadiendo a renglón seguido que «durante el verano las casas pequeñas se trabajan mejor porque se mueven grupos más pequeños, en otoño o invierno es más fácil juntar a 12 o 14 personas». 

Entre los extras que más demandan los clientes, destacan los espacios al aire libre como jardines, piscina o zona de barbacoa, que hacen que los alojamientos tengan mayor demanda. «Las casas más antiguas que no se adapten a eso, tienen más difícil conseguir reservas», reconoce Velasco.