Reconocimiento al mejor torrezno de la Ribera

I.M.L. / Aranda
-

El jurado cató ayer las seis elaboraciones en esta primera ronda clasificatoria del certamen de este producto soriano y ganó el restaurante del Hotel Montermoso

Los torreznos se parten delante del jurado porque el sonido crujiente de su corteza también influye en la valoración. - Foto: I.M.L.

El restaurante del Hotel Montermoso se alza con el reconocimiento al mejor torrezno de la comarca ribereña. Ayer se celebró en Aranda la primera ronda clasificatoria en la zona para el certamen El Mejor Torrezno del Mundo, que organiza la marca de garantía Torrezno de Soria, y el jurado se tuvo que enfrentar a seis elaboraciones de este plato centenario, que ha saltado de las mesas del día a día a ser un producto muy codiciado y renombrado. Entre los participantes en la categoría profesional, hubo cuatro establecimientos arandinos y dos de la comarca.

La cata de esta elaboración de una parte muy concreta del cerdo, «los torreznos del alma» como los denomina Gil Martínez Soto, el arandino responsable del Virrey Palafox y uno de los máximos defensores de la matanza y su gastronomía, es mucho más extensa que la de los vinos. Además del color, el aroma y el sabor, los seis jurados tuvieron que analizar el equilibrio de la grasa, la textura, el punto de fritura y el crujiente de la corteza. Por eso, antes de saborearlos, cada torrezno se partía delante de ellos para que comprobasen, a través del oído, cómo sonaba ese corte.

En la deliberación, los catadores coincidieron en destacar la gran calidad de todos los presentados, pero se decantaron por el del restaurante Montermoso por su equilibrio en las texturas y su ausencia de grasa. «Si se logra dejar al mínimo la grasa en la parte de la carne, eso es lo que te va a permitir comer más, que no te repita», explicó Gil Martínez Soto el secreto de un buen torrezno. La cata se llevó a cabo en la Escuela de Hostelería Virgen de las Viñas y el jurado echó de menos que no se hubiesen cocinado justo en el momento los torreznos, porque llegaron fríos a la cata.