Vivir sin miedo

ANGÉLICA GONZÁLEZ / Burgos
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Afaem, que celebró ayer su VI Marcha Solidaria en la localidad de Arlanzón, anima a todas aquellas personas diagnosticadas de esclerosis múltiple a que busquen ayuda en la asociación y no teman a la enfermedad

La marcha partió del frontón de Arlanzón y en ella se recorrió la Vía Verde. - Foto: Iván López

El diagnóstico de una enfermedad neurodegenerativa es siempre una bomba de relojería que ni las personas afectadas ni las familias saben cómo manejar, al menos al principio. En el caso de la esclerosis múltiple ese momento es aún más complejo y duro pues suele llegar a edades muy tempranas, cuando el afectado está en pleno desarrollo personal y profesional, y las noticias que se reciben en las consultas es que no tiene cura sino medicación y terapia paliativas, en el mejor de los casos, porque hay un tipo de esta patología que es progresiva y muy invalidante. Por eso, quizás, cuando a Ana María Cabrito le dijeron hace 33 años que eso era lo que le pasaba, reconoce que solo de pensar en tener que acudir a una asociación en la que iba a encontrarse a gente como ella o en peores condiciones le daban «sudores fríos». «Era en un momento de una gran incertidumbre, de no saber qué iba a pasar, de ponerme en lo peor... Tardé muchísimo en acudir a pedir ayuda», cuenta la que hoy es secretaria de la Asociación de Familiares de pacientes con Esclerosis Múltiple (Afaem), entidad que ayer celebró su VI Marcha Solidaria en Arlanzón para recaudar fondos que apuntalen su apurada economía (la inscripción costaba 5 euros y se vendían también participaciones de lotería), algo frecuente en los colectivos de pacientes que dependen de sus propios recursos y de subvenciones públicas y privadas.

Cabrito, que prefirió no caminar en esta ocasión y se encargó de vender lotería en el frontón del pueblo anfitrión, animó a quien ahora mismo acabe de recibir un diagnóstico de esclerosis múltiple a que acuda a Afaem, cuya sede está en el centro sociosanitario Graciliano Urbaneja: «Quiero transmitir que es posible tener buena calidad de vida con esta enfermedad, que no tengan miedo y vengan porque desde aquí se les va a asesorar y aconsejar en lo que necesiten».

Asesoramiento. Y es que Afaem ofrece todo tipo de servicios tanto en su propia sede (psicología, logopedia, fisioterapia, terapia ocupacional, asesoría jurídica, trabajo social) como en gimnasios y piscinas de la ciudad. Más de un centenar a afectados acuden a las instalaciones del Centro Sociosanitario Graciliano Urbaneja que hace ya tiempo, admite Ana María Cabrito, se han quedado pequeñas: «Cada vez hay más gente y más joven que precisa diferentes tratamientos y hay días que hasta tenemos overbooking. Por eso intentamos encontrar una nueva sede más amplia». La ventaja de encontrar un espacio más grande sería que podrían trabajar con más holgura, pero tienen un inconveniente de calado y es que en esas instalaciones municipales no pagan alquiler ni suministros, que corren por cuenta del Ayuntamiento (...).

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