Manuel Juliá

EL TIEMPO Y LOS DADOS

Manuel Juliá

Periodista y escritor


El lecho de Procusto

28/11/2022

Con la palabra «igualdad» tengo muy presente el lecho de Procusto, de la mitología griega. El hijo de Poseidón era hostelero y asaltante de caminos. Secuestraba viajeros, los invitaba a cenar y luego a dormir en un lecho muy peculiar. El viajero debía encajar a la perfección. Si era más pequeño lo estiraba. Si era más grande, serraba sus miembros hasta que quedaran sin holgura. Como casi toda la mitología helena, Procusto nos habla de hoy. Es un ejemplo amplio. En educación nos ayuda a entender el equilibrio que debe existir en la enseñanza, no deteniendo el talento de unos y no exigiendo a otros una igualdad que para ellos es negativa. «Desigualdad para los desiguales», decía Aristóteles. Lo mismo pasa en política, y en la vida, que por entender como Procrusto la igualdad unos han de parase cuando quieren correr y otros han de correr cuando no pueden seguir el ritmo. El paradigma de esta igualdad lo creó el Comunismo, cercenando inteligencias, ambiciones y caminos para que todo el mundo fuese igual, de pobre.
Para mí la igualdad es como el colesterol. Hay una buena y una mala. La mala es esta de Procusto, donde brilla la anulación de la persona. La buena es la concebida de manera ética y equilibrada. Como un derecho de salida. En la educación, por ejemplo, que todos tengamos las mismas armas. Como un derecho de ser, en el que por razones de sexo, raza...etc, nadie sea menos. En la democracia como un valor cualitativo idéntico, ningún voto vale más que otro. Y en economía como un derecho de justicia social soportado en la ética y en la razón. En este sentido, partiendo de unos mínimos universales, y de unas diferencias no muy amplias, se manifiesta en su forma negativa con la palabra «desigualdad», que ya tiene connotaciones de injusticia. La desigualdad es negativa cuando hay un amplio desequilibrio que provoca una situación de evidente injusticia y dolor.
Como dice Pikety, la desigualdad hace que los ciudadanos pierdan su fe en un sistema en el que se sienten injustamente tratados, cuyo estatus no tienen debido a sus malas condiciones ningún interés en mantener, con las consiguientes consecuencias políticas: extrema derecha, agresividad social... En la última década ha crecido la desigualdad en España. En 2011, el salario medio estaba 7,11 veces por debajo de los que más ganan. En 2021, 11,5 veces. Hoy 13 millones de españoles sufren carencias materiales severas o viven en riesgo de pobreza. Ahora tenemos casi 400 mil pobres más que antes de la pandemia. S
í, ha de haber un escudo social. Pero si no incidimos en las causas estructurales (conocidas desde hace mucho), y hay una propuesta con escenarios financieros en los que se reduzca la desigualdad, malos inviernos esperan y tristes veranos vendrán.