"Los hombres apoyamos la igualdad, no somos espectadores pasivos"

María Albilla (SPC)
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"Los hombres apoyamos la igualdad, no somos espectadores pasivos" - Foto: Joan Tomás

Los últimos años no han sido fáciles para el abogado y escritor Ildefonso Falcones (Barcelona, 1959). La sombra de un millonario fraude a Hacienda -del que hay dos sentencias a su favor- y un cáncer de colon con metástasis que le está dando una tregua han sido dos lastres en su vida que, sin embargo, no le han impedido seguir escribiendo. Tras conseguir un éxito arrollador con La catedral del mar, que luego confirmó con La mano de Fátima, ahora viaja a la Cuba esclavista de mediados del siglo XIX de la mano de Kaweka y Lita, las protagonistas de Esclava de la libertad (Grijalbo), una novela en la que transita por el pasado y el presente tejiendo la vida de dos mujeres que acaban siendo cautivas de sus propios ideales.

Ha escrito esta novela en un delicadísimo momento de salud, mientras sufría cáncer de colon con metástasis. ¿Cómo se encuentra?

Estoy hablando contigo, así que estoy bien... El cáncer es algo incontrolable y hay que pensar en él a largo plazo. La angustia y la inquietud siempre permanecen y ahí estoy, peleando. Mientras pueda estar en la lucha es bueno.

¿Cómo le ha afectado este proceso a la hora de escribir?

¡Confío en que en nada! Me lo habrían dicho mi esposa, que es mi primera lectora, o mi editora. Escribir ha sido una terapia. En este tiempo he tenido cuatro operaciones, alguna de ellas muy importante y bueno, he tenido que torear mucho con los tiempos. Al final ha salido la historia, que es lo importante.

¿Cómo llegó a la Cuba esclavista?

Por la proximidad, no personal, sino por la real. La proximidad de una España que fue el último país occidental en abolir la esclavitud en 1880, cuando todos los países occidentales habían desechado ya esta lacra. Me di cuenta de que personas muy cercanas a mí, como mi abuela, habían vivido aquella época. Aunque ella habitaba en la península y esto sucedía en las colonias, era coetánea y eso me impactó. Así llegue a idear el vínculo entre aquellos tiempos de la Cuba colonial y nuestro país en la actualidad.

Además, está más extendida la imagen de los esclavos negros trabajando en los algodonales, no tanto en las explotaciones azucareras y de tabaco de españoles.

Todo lo americano siempre tiene más repercusión. Se han hecho más películas, más series. Raíces, una novela maravillosa... Los americanos avasallan un poco. Pero no solo era Cuba, era también Haití, Brasil... pero nuestra idea nos traslada a esos algodonales porque en nuestras escuelas tampoco se estudia aquello.

¿Cómo se puede ser esclavo de la libertad?

Se puede ser esclavo luchando por la libertad. En este caso, ambas protagonistas pasan por esto. Una de ellas, Kaweka, es una cautiva desde el principio. Llega con 14 años a Cuba después de ser secuestrada en África. La otra (Lita), a través de una evolución personal importante llega a la lucha. Ambas son esclavas de su ansia de libertad. El título es un oxímoron, pero es muy representativo. Kaweka, Regla en su nombre cristiano, llega incluso a renunciar a su propia libertad para luchar por los demás y Lita prescinde de su vida por esos principios; así que, sí, son esclavas de su ansia de libertad.

Kaweka y Lita son esclavas de su ansia de libertad"

¿Queda alguna reminiscencia de todo aquello en nuestra sociedad?

Por suerte nuestra conciencia social no consiente ya una actividad así, pero sí que quedan unas secuelas importantes en los descendientes de todos aquellos. Estamos en el decenio de los afrodescendientes, un decenio propiciado por la ONU para hacer justicia, para la reparación y la igualdad. Quedan los estereotipos que deberíamos eliminar, queda el racismo... Queda mucho por delante. Claramente no como entonces, pero la esclavitud sigue existiendo. La trata de personas es una lacra aún hoy.

La trata de mujeres, la explotación infantil... no son similares a lo que era la esclavitud, pero son lacras. Lo que varía es nuestra conciencia social. Hoy en día nadie lo defiende. Entonces, lo hacían hasta la Iglesia y la Corona, lo asumían y hasta tenían intereses en ello. Ahora la sociedad no admite la explotación, otra cosa es que la lucha contra todo eso sea efectiva. El cambio radical se ha dado en la conciencia.

En esta ocasión toca el tiempo presente en la escritura que entrelaza con el pasado, más habitual en sus obras. ¿En qué momento se ha sentido más cómodo?

Cómodo, en la época actual porque es la que conozco, porque cualquier duda la puedes solucionar en dos segundos a golpe de clic. Es tu vida, estás ahí, es tu entorno... Así que me he sentido más cómodo. Cuando escribo sobre el pasado todo se complica más. Mis libros siempre pasan por entendidos en el tiempo que esté tratando y me cuestionan muchísimas cosas. Todo eso son datos que hay que buscar, bucear, encontrar... y es mucho más complicado. Ahora bien, no sé si el resultado de la parte histórica será mejor que la del presente. En cuanto a mi satisfacción, es única para toda la historia, no podría desgajarlo.

Llama la atención el toque religioso con las creencias del pueblo yoruba y la diosa Yumaná.

Es imposible hablar de la esclavitud sin hablar de religión porque era uno de los apoyos más importantes que tenían aquellos seres humanos despreciados, humillados y maltratados. Encontraban en la religión sus raíces, una forma de regresar a su mundo, a su tierra, y fantasear con la vida de sus antepasados. Al final, sus dioses se acabaron sintetizando en los santos y las vírgenes cristianas para poder esconder su fe. Ellos adoraban, por ejemplo, a la Virgen de Regla, cuando en realidad era Yumaná.

Los esclavos tenían unas creencias religiosas muy profundas y yo he intentado tratarlas con gran respeto. Confío en haberlo conseguido, aunque sea complicado comprender los trances en los que entraban, o los dioses caprichosos que podían ser injustos, glotones, crueles, borrachos... Es una religión compleja y tremendamente atractiva.

¿Con qué mirada hay que echar la vista al pasado? ¿Nos quedamos alguna vez con un punto de vista demasiado simplista?

Yo no creo que haya que revisar nada. Lo que hay está ahí. Hay que procurar un acercamiento desde la serenidad y el entendimiento. No podemos ser soberbios o actuar como si fuéramos un imperio, si es que alguien actúa como tal.

En México o en Costa Rica hablan de encuentro, no de descubrimiento, porque ellos no necesitaban ser descubiertos. Y tienen toda la razón. Habría que buscar el acercamiento con unas personas que tienen una relación histórica tremenda con nosotros y hallar ese punto de conexión siempre y cuando no se convierta en un tema político y que este tema se convierta en una herramienta del populismo que encuentra en España la culpa de todos sus males. Si partimos de esa base no hay lugar común posible.

Entiendo que esa despolitización debería darse a ambos lados del océano.

Claro, claro. Se pueden reconocer los errores que hayan existido, pero sin culpabilizar a nadie. Ninguno de nosotros tiene la culpa de lo que sucedió hace 400 años. Yo no me siento absolutamente nada responsable de aquello por muy bárbaro que fuera. Además, nosotros tampoco nos hemos aprovechado de ello. Y hay que contar con que en España en aquellos años la gente estaba obligada a ir a guerras en los que los machacaban y mataban, estaba la Inquisición... Aquí las cosas no eran un juego.

En la actualidad habrá familias que han heredado las fortunas que hicieron sus antepasados con mano de obra esclava, como la del marqués de Santadoma en el libro. ¿Hay ahí una doble moral?

Pudiera ser... Pero no hay que machacar a los que hoy están aquí. ¿Qué le vamos a hacer si hay un señor cuya familia se hizo rica hace 150 años así? Puede que tengan un problema ético, de conciencia, que deberán resolver -o no- ellos. Es un problema suyo, no de la sociedad.

¿Cuánto hay de tributo en este libro a las mujeres que han luchado y dado hasta su vida, pero a las que la Historia ha silenciado?

La mujer siempre ha estado silenciada en la Historia, eso hay que reconocerlo. Hoy en día vamos consolidando una posición de igualdad, aunque todavía queda mucho camino. Todos nos esforzamos, los hombres también, no lo olvidemos. Esto no es una guerra solo de ellas. Apoyamos la necesidad de esa igualdad, no somos espectadores pasivos.

Las mujeres como Kaweka vivieron una situación insólita. Cuando Gran Bretaña abolió la trata en el siglo XIX, pagó mucho dinero a España para que se sumase a esta prohibición, que no a la de la esclavitud. Esto supuso que en un momento concreto los esclavos que llegaban a Cuba eran de contrabando y los empresarios azucareros vieron que lo que antes les salía barato ahora era muy caro, así que decidieron criar esclavos. Las mujeres se convirtieron entonces en mucho más importantes. Ellas trabajaban en las mismas tareas y condiciones que los hombres durante 20 horas, pero luego se les añadió ese plus de crueldad que era el de parir esclavos. Por eso elegí una protagonista femenina, porque su situación era peor todavía. 

La Administración Tributaria es una máquina cruel y arbitraria"

El aborto y el suicidio se convirtieron entonces en dos de sus armas contra los patronos.Esos dos mecanismos y otro más, la fuga. Pero era compleja y al final pocas lo conseguían. 

Efectivamente, muchas de ellas no querían traer esclavos a este mundo y abortaban. El suicidio era otro recurso y aún así los amos las manipulaban para que pensaran que en el más allá volverían a ser esclavas. 

Empezábamos esta conversación hablando de los problemas de salud que ha sufrido durante el tiempo de escritura de esta novela, pero esos no han sido los únicos. La sombra del fraude a Hacienda, delito del que fue absuelto hace casi un año, le ha perseguido durante largo tiempo. ¿Cómo se ha sentido?

La absolución está pendiente de recurso todavía, pero confío en que llegue. Hay ya dos resoluciones judiciales favorables por lo que espero que se consolide, pero aún tengo que seguir luchando. 

¿Ha habido una mínima reparación del daño que le causaron?

No, no ha habido ninguna reparación. A mí me arrastraron por el fango y, lo que es peor, a mi esposa, a mis hijos, a mi familia. Y eso no tiene reparación. Lo que en su momento abrió los telediarios luego no tuvo ni una mínima referencia. Han sido siete años de pelea. Entre tanto, mi hermano ha muerto, se ha quedado por el camino, yo he padecido un cáncer...La Administración Tributaria; no la de Justicia, que gracias a Dios pone un poco de coto a los desmanes de la Tributaria, es una máquina cruel y arbitraria a la que es tremendamente difícil enfrentarse. 

La catedral del mar fue el libro que le dio todo y que casi se lo quita...

A veces hay éxitos que pueden venir envenenados... pero yo lo que he defendido siempre es que las cosas que hemos hechos las hemos hecho bien.

En otro orden de cosas, el sector editorial está mejor que nunca, crece la lectura del entretenimiento y a más de un autor le gustaría serlo de un best seller. ¿Cree que se ha denostado este concepto?

Es denostado por aquellos que no venden y su único recurso es decir que son los verdaderos autores. No creo que a ningún autor le moleste que sus libros tengan una gran acogida. Y el que diga lo contrario, miente.

El Quijote es un best seller o los premios Nobel que siguen escribiendo, pero este es un sector muy endogámico y hay muchos escritores que se aferran a ese recurso.

¿Cambiaría ser escritor de best sellers por ser un autor de culto que gozara del beneplácito de la crítica?

Jamás, jamás, jamás, jamás, jamás, jamás... En absoluto. Yo quiero seguir llegando al público y complaciendo a los lectores. Ese es mi objetivo principal. Yo soy escritor comercial dentro de estos criterios que han creado las editoriales.

¿Esclava de la libertad continúa con el idilio que ha tenido con sus lectores con sus anteriores obras?

Yo creo que sí. Salió hace un mes y medio y está teniendo una acogida fantástica. Al menos así me llega de los lectores con los que hablo.

Sí que hay idilio, en general, con la novela histórica y ya dura años. Roma soy yo, La violinista roja, Tierra Vieja, Últimos días en Berlín son algunos de los títulos que han salido en este último año...

La novela histórica ha estado de moda toda la vida. A veces fluctúa un poco más o un poco menos, otras veces entra la novela negra... pero siempre ha estado y seguirá estando. La Historia es algo que nos apasiona a todos.