Un hotel de 5 estrellas para gallinas camperas

S.F.L. / Briviesca
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Javier Saiz procede de Melgosa de Burgos pero en 2019 encontró en Terminón el terreno con el que había soñado para montar junto a su hermano una explotación avícola. El lunes llegaron de Zaragoza 978 ponedoras, cuyos huevos se encuentran a la venta

En la ganadería Caderechas Sostenible conviven tres estirpes de gallinas ponedoras de huevos blancos y morenos que se alimentan base de pienso, hierba e insectos que se encuentran. - Foto: S.F.L.

Recién llegadas de un viaje largo desde Zaragoza -en el que ocho tuvieron tiempo hasta de poner un huevo- las 978 gallinas camperas de la ganadería Caderechas Sostenible se muestran todavía reacias a las presentaciones. Mientras la gran mayoría se toman su tiempo para ubicarse en un nuevo hogar -al que no le falta detalle- e investigan cada uno de sus recovecos, las hay más descaradas que desde el primer momento se han aventurado a conocer los límites de su territorio, «un paraíso protegido y situado en la Red Natura 2000 incluido en el Parque Natural de los Montes Obarenes que ofrece una calidad de vida y ambiente para los animales inexistente en otros lugares», comenta con orgullo Javier Saiz, el joven emprendedor que junto a su hermano ha hecho realidad uno de sus sueños en Terminón.


La historia de esta recién inaugurada explotación se remonta a 2019, momento en el que ambos acercaron posturas con el fin de crear algo en común. «Yo andaba detrás de una granja de aves cinegéticas, pero la idea de las gallinas camperas me convenció», narra. Fue entonces cuando comenzó una carrera de fondo para localizar los mejores terrenos en los que instalarse. Buscaron por toda la provincia, cerca de Melgosa de Burgos, su hogar y en el que tienen otras explotaciones, pero también lejos. Era indiferente, lo importante era que las tierras cumplieran unos exigentes requisitos. En uno de los tantos viajes por La Bureba se toparon con el TERRENO, con mayúsculas, que no dudaron en comprar. El trabajo hasta el día de hoy no ha resultado sencillo porque «la finca parecía una selva y nos costó mucho acondicionarla, por no hablar de los trámites burocráticos», añade. Ahora, cuatro años después, las 'pitas' campan a sus anchas. 

Próximas también al río reinan las 978 gallinas ponedores de la popular estirpe Isa Brown, pero también revolotean centenares de Bovans Black y Dekalb White, todas ellas reconocidas por tratarse de animales de costumbres que siempre ponen los huevos en el mismo lugar, y en caso de que otra se adelanta y el nido está ocupado, curiosamente esperan la cola. Javier las mima y alimenta con pienso compacto a base de maíz, cereal y soja, entre otros, del que consumen unos 150 gramos diarios, aunque ellas hacen lo que quieren y comen lo que les apetece en su hotel de cinco estrellas: insectos, hierba, caracoles... entre los refugios construidos y los 370 árboles frutales plantados en los parques que servirán como sombra y protección ante los ataques de las aves rapaces, donde en un futuro no muy lejano también gozarán de su «playa particular», expone el ganadero entre risas. 

Los clientes eligen los huevos camperos que se llevan.Los clientes eligen los huevos camperos que se llevan. - Foto: S.F.L.

Los huevos de estas gallinas camperas tienen algunas singularidades. Javier vende estos días en el local que ha habilitado como punto de venta directa, almacén y sala de clasificación, los llamados huevos de primera puesta, los primeros óvulos de las aves recién llegadas (con 19 semanas), óvalos diminutos. Son huevos no comerciales que, sin embargo, concentran todo el sabor en su yema y presentan unas claras compactas, gelatinosas, que aquellos que ya los han probado «se los rifan». Con la oscuridad, las gallinas cierran los ojos y hasta la madrugada siguiente. Comienzan a poner sobre las ocho de la mañana y al mediodía ya han terminado, a pesar de que no lo hacen todos los días. «Pondrán en torno a 320 al año y calculo que la producción diaria rondará en torno a las 70 docenas», explica el emprendedor, que declara que retira los huevos de entre la mullida paja del nidal y a continuación pasan por una clasificadora que los separa por peso y tamaños: S, M y L y XL.  

Visitas y agroturismo. El proyecto no termina aquí. Los hermanos se han planteado organizar visitas guiadas a las instalaciones -siempre respetando la seguridad de los animales- y colocar una casa prefabricada en la parte de la finca que más cerca queda de Terminón con el fin de fomentar el agroturismo y que los visitantes disfruten de un contacto directo con las gallinas.

De la granja a la sartén. «Los animales comen a diario y estaremos por el pueblo todos los días, así que los interesados tendrán la posibilidad de comprar a granel por unos 3,10-3,20 euros huevos en nuestro local», aclara Javier, que insiste en que «cada uno puede llevarse el producto donde mejor le venga: en una huevera nuestra, en una que traiga de casa o en un bolso». 

La intención es trabajar también bajo pedido en localidades cercanas al Valle de Caderechas, acercar los pedidos e introducir el producto en tiendas y restaurantes de municipios más grandes. «Tendremos muy en cuenta trabajar con establecimientos gourmet y dar al producto la calidad que se merece» sentencia.