La Aduana de Villafría cumple 40 años creciendo

G. ARCE
-

Impulsada desde la iniciativa privada y pública en los 80, superó la entrada de España en el Mercado Único Europeo, creó un Puerto Seco de referencia y ha doblado su espacio para empresas

El recinto aduanero reúne hoy a cerca de 50 empresas y gran número de autónomos que prestan diferentes servicios vinculados al transporte. La ampliación permitirá mayor crecimiento empresarial. - Foto: Valdivielso

El Centro de Transportes Aduana de Villafría celebra este año su 40 aniversario de actividad y lo hace en un momento en el que Burgos vive en una auténtica encrucijada logística, relegada -por decisiones políticas- de las principales vías de comunicación y de las líneas ferroviarias que le convirtieron en un enclave estratégico del norte peninsular. Tras el Polo de Desarrollo Industrial, la Estación Aduanera de Burgos, hoy sin fronteras europeas pero en proceso de ampliación de su oferta industrial y logística, es la historia de la fórmula que más prosperidad ha dado a Burgos: la unión y el trabajo conjunto de la iniciativa privada y la pública, del empresariado con las diferentes administraciones.

El proyecto radicado en Villafría es un hito económico contemporáneo de la ciudad y uno de los pioneros a nivel nacional. Impulsado a principios de los años 80 desde la Cámara de Comercio e Industria, con el empresario maderero Antonio Medrano como presidente, permitió a Burgos convertirse en una de las puertas de acceso internacional de mercancías de una España que ya acariciaba el sueño de ser miembro de la Comunidad Económica Europea. 

«La provincia de Burgos ocupa  un lugar peculiar en la geografía peninsular y especialmente estratégico en cuanto a las rutas de transporte, ya que por ella transcurren las vías de comunicación que entrelazan los centros de producción y consumo neurálgicos del país», explicaba un Antonio Medrano, el fundador de Interbon, que defendió Villafría como el «el mejor centro de servicios de España y uno de los mejores del extranjero».

El convenio con Aena, firmado por Ana Pastor en 2014, permitió la ampliación.El convenio con Aena, firmado por Ana Pastor en 2014, permitió la ampliación. - Foto: Jesús J. Matías

Su compañero entonces en la patronal, Nicasio Gómez, estaba convencido en los 80 de la que la aduana interior iba a tener una influencia «muy positiva» sobre la vida económica de Burgos, y así fue. Insistía en el valor añadido de tener un centro de transportes en la ciudad y del que aportaban unas instalaciones enfocadas al tráfico de mercancías perecederas. El empresario vislumbraba en Villafría la 'ciudad del frío', con depósitos refrigerados y laboratorios centrados en la investigación de tecnologías del frío, lo que hoy es una realidad. 

450 millones de pesetas. La Aduana se inauguró en los tiempos del socialista Demetrio Madrid en la presidencia de la Junta de Castilla y León y con José María Peña San Martín en la Alcaldía. La Cámara unió sus intereses con los de la sociedad pública Aldeasa (Almacenes, Depósitos y Estaciones Aduaneras S.A.) para que Burgos se convirtiera en el lugar elegido donde instalar una aduana interior que descongestionase el estratégico y  colapsado paso fronterizo de Irún.

La inversión fue cuantiosa para la época, 450 millones de pesetas, aunque vista con al perspectiva del tiempo, ha sido una de las más fructíferas para la ciudad.

Las instalaciones de Villafría empezaron a operar desde mediados de 1983 y desde su apertura fueron utilizadas por miles y miles de transportistas procedentes de toda España y del extranjero. 

En mitad de la Meseta, en mitad de su ruta camino al resto de Europa, los transportistas podían realizar las gestiones burocráticas propias del paso entre países antes de llegar a esas fronteras. Controles fiscales, revisiones de carga, controles de calidad y, de paso, disfrutar de la oferta de servicios hosteleros, bancarios, despachos de cambio de moneda, teléfono y servicio postal y un aparcamiento vigilado. En torno a la Aduana se crearon oficinas de agencias de transporte, de agencias de aduanas, almacenes y un largo etcétera de servicios. Muchas empresas, hoy relevantes en la economía local, empezaron a cuajar en este entorno vecino al aeródromo militar de Villafría.

Seabsa, la sociedad de servicios complementarios constituida por las instituciones (Ayuntamiento y Diputación) y las cajas de ahorro locales, impulsó lo que hoy es el Centro de Transportes Aduana de Burgos (CTBurgos), sociedad en la que participa la Junta de Castilla y León.

Fronteras. Las instalaciones aduaneras, gestionadas por la Agencia Tributaria, vivieron su década de oro hasta el 1 de enero de 1993. La implantación efectiva del Mercado Único Europeo y la desaparición de las fronteras físicas entre los países miembros supuso una drástica caída de la actividad. 

Junto con Fuentes de Oñoro, en la frontera salmantina con Portugal, Burgos fue la única aduana interior pública operativa a lo largo y ancho de Castilla y León. 

Las solicitudes de despacho superaron las 40.000 al año en ese periodo inicial, la mayoría mercancía con nuestros socios europeos.

Lo mismo ocurrió con la plantilla de funcionarios, que llegó a superar la veintena. El recinto aduanero siempre ha estado vigilado por la Guardia Civil.

La desaparición de las fronteras  abrió un periodo de reflexión y una  etapa en la que Burgos hizo valer su ubicación estratégica, la conexión de la carretera con el ferrocarril y la construcción del aeropuerto.

La perdida de peso derivada de la pertenencia a la UE se vio compensado en parte con la intensa actividad exportadora e importadora de las empresas burgalesas y del entorno, que no ha dejado de crecer y que incluso se multiplicó con el boom de la internacionalización alentada por la crisis de finales de la primera década de los 2000.

La cercanía y el pequeño tamaño de Villafría siempre es una «ventaja competitiva» a la hora de comercializar con el exterior y resolver los problemas burocráticos y logísticos derivados del paso de fronteras. Asimismo, ha tenido una gran incidencia la fabricación en países terceros como China y otros asiáticos y sudamericanos, un fenómeno que no existía en los comienzos de la Aduana. 

En 2006 arrancó la actividad del Puerto Seco, que unió Burgos por tren con los puertos marítimos de Barcelona y Valencia (claves en el tráfico asiático de mercancías) y, posteriormente, con los de Bilbao y Algeciras.

Cinco años después, se vio la necesidad de ampliar el recinto original. No cabía una empresa más y fue necesario articular el proyecto de ampliación en colaboración con AENA, lo que supuso 225.000 m2 más de zona aeroportuaria destinados a la implantación de empresas. Tras diez años de trámites y acuerdos, hoy se vislumbran las obras de las primeras naves.

En paralelo, el ramal ferroviario que en meses unirá Kronospan con Villafría aportará una nueva operativa al Puerto Seco vinculada al sector maderero. 

La aduana sin fronteras es un éxito y un recurso estratégico para las cientos de empresas burgalesas y del resto de Castilla y León que utilizan sus servicios para operar a lo largo y ancho del mundo.