Aumentan a 13 las escombreras en el centro y afueras de Aranda

L.N. / Aranda de Duero
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Los vertederos se esparcen entre la A-11 y los exteriores del polígono Prado Marina, detrás del cementerio o las eras de Santa Catalina, donde se acumulan uralita, ladrillos y hasta juguetes

Aumentan a 13 las escombreras en el centro y afueras de Aranda - Foto: Luis López Araico

Suma y sigue. El número de escombreras que 'invaden' numerosos puntos de Aranda de Duero, incluido el centro de la capital ribereña, ha crecido en los últimos meses y ya hay al menos 13 identificadas frente a las nueve de hace un año. Aunque el anterior equipo de gobierno se propuso impulsar una actuación global, aún no se ha llevado a cabo y los focos de insalubridad se suceden. En las traseras del cementerio municipal hay al menos una decena de montones. Una maleta rosa sin ruedas da la 'bienvenida' a quienes pasean por allí. No faltan los paneles aislantes, un sinfín de garrafas de plástico, sillas de terraza, trozos de azulejos a tutiplén y hasta un triciclo, que alguien decidió que este resulta el lugar  'idóneo' para tirar. A escasos metros, se hallan varias placas de uralita, un material peligroso para el que se requiere el preceptivo plan especial de retirada y tratamiento por la presencia de amianto. 

La estampa se repite a las afueras de Aranda, en dirección hacia Fuentespina. Junto al canal, permanecen tirados un par de retretes, varios cajones de un mueble, sacos de cemento, los asientos de un coche y hasta cáscaras de huevo y una botella de aceite. Otro de los puntos periféricos de Aranda donde se acumulan escombros de forma incontrolada desde hace tiempo es La Lobera. Muy cerca de una parcela de viñedo, permanecen amontonados una cantidad considerable de ladrillos, varias televisiones, dos lavabos, neumáticos, zapatillas, juguetes... 

Según apuntan varios vecinos, también hay vertederos en el área entre la A-11 y los exteriores del polígono industrial Prado Marina, detrás de la estación Chelva, frente al Orfeón Arandino o entre la vía del tren y la A-11, en el camino a Fuentespina. Otro foco que suma años de inacción se ubica en pleno centro, en las eras de Santa Catalina. El presidente de la asociación vecinal, Antonio Adeliño, lamenta que las hierbas han crecido de tal forma que disimulan la escombrera, donde se acumulan un sinfín de excrementos de perro. «Una vergüenza», clama otro ciudadano a su paso. La lista se completa con los vertederos en Cantaburros y en los caminos de La Colonia y Pizarro. 

Acatar la ley. Por su parte, la educadora ambiental Candelas Iglesias, impulsora de Abubilla Ecoturismo, remarca que los ayuntamientos tienen que aplicar la Ley 7/2022 de residuos y suelos contaminados para una economía circular. «Cuando son residuos domiciliarios de obras menores, en los que el ayuntamiento expide licencia, es competencia de los ayuntamientos que acaben en el lugar adecuado», explica, mientras insiste en que es la administración local la que debe hacerse cargo de la recogida, transporte y tratamiento de los residuos.

En caso de no tener suficiente capacidad, caben alternativas como el cobro de una fianza que se devuelve cuando el ciudadano justifique que ha recurrido a una empresa autorizada para la gestión de estos residuos. La labor de concienciación, añade Iglesias, se puede completar con campañas informativas, a la par que con vigilancia policial y multas. «Muchas veces la gente entra por el aro cuando le tocan el bolsillo. No hay excusa. Hay que asumir el coste de lo que generamos, igual que nos toca pagar la ITV del coche», concluye.