Los 12 focos de okupación de Burgos

C.M.-F.L.D.
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El fenómeno se reparte por toda la ciudad, aunque ninguno de grupos organizados. Afecta especialmente al entorno de Santa Clara y del barrio del Crucero y otros, como la antigua fábrica de Lejías El Cid, llevan más de una década

Los 12 focos de okupación de Burgos

La okupación en Burgos no es un problema social como el que se da en grandes capitales españolas como Madrid o Barcelona. Según la Policía Nacional, no existe el arraigo de un movimiento que se dedique a buscar casas vacías para pegar una patada en la puerta y ponerse allí a vivir. Esto no significa que no exista, sino que tienen un sentido muy diferente salvo en contadas excepciones, como es el caso de la calle Santa Clara. La gran mayoría de los que entran en viviendas ajenas son familias desamparadas o itinerantes. Tampoco hay un foco claro, sino que se reparte a lo largo y ancho de la ciudad, siendo una docena la contabilizadas.

La Policía Nacional tuvo que intervenir el pasado año en unas 20 ocasiones por temas relacionados con la okupación. No obstante, desde la Comisaría Provincial inciden en que fueron situaciones aisladas y que se terminaron resolviendo por la vía pacífica o por los juzgados. «En Burgos no hay ningún movimiento como tal asentado. Existe desde hace años un local que era de la Fundación Caja de Burgos que colectivos vinculados a las revueltas de Gamonal han denominado el Centro Social Recuperado (CSR), pero allí no vive nadie», expone Eloy Ladrón, jefe de la brigada de Seguridad Ciudadana. 

Tampoco se ha dado el caso en Burgos de que una persona que se ha marchado de vacaciones durante unas semanas se ha encontrado al volver su casa habitada por unos extraños. Lo más parecido a esta situación es lo ocurrido en la calle Santa Clara, 45 donde un grupo con un cierto carácter delincuencial ha okupado varias viviendas de un edificio que eran propiedad o de la Sareb o de bancos. La Policía Nacional lleva ya varios meses investigando a este colectivos y los vecinos han mostrado varias veces sus quejas. «En este caso sí hemos detectado consumo de drogas o amenazas a residentes y están creando inseguridad, pero no se puede decir que pertenezcan a movimientos anarquistas ni nada parecido», apunta el jefe de la Policía Judicial, José Manuel del Barco. 

Los residentes en el bloque, muchos personas de avanzada edad, tienen miedo y en algunos casos han decidido marcharse a casas de familiares y los que se han quedado están hartos del trasiego de personas, los gritos y la suciedad que se acumula en la zonas comunes.

Lo demás son pequeños focos que se reparten por toda la ciudad, como en la calle San Francisco, en Las Calzadas, San Juan, La Quinta, Fernán González o Parque Europa. En todos estos lugares se han producido okupaciones muy puntuales y por poco tiempo, por lo que tampoco se pueden englobar en un movimiento. 

Aunque no siempre han causado problemas, hay otras viviendas y naves que siguen okupadas, como es el caso de la antigua Lejías el Cid, en el número 65 de Francisco Salinas o dos chalets de la calle Andrés García Bedoya, en el barrio del Crucero, aunque en algunos momentos llegó a haber hasta cinco. En una de estas casas vivían hasta hace muy poco dos familias que habían sido desahuciadas y que estaban en contacto con los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Burgos para poder buscar otra alternativa y no quedarse sin un techo donde dormir. 

Dos de las viviendas unifamiliares de esa calle están tapiadas y con puertas antirrobo para evitar nuevas okupaciones. Una de ellas se quemó el pasado año durante la festividad delCurpillos y aún luce un aspecto de abandono a causa del humo. A pocos metros de allí, también en el Crucero, hay otras casas deshabitadas de una promoción que no se llegó a comercializar. Son unos unifamiliares ubicados en la calle Duero, que estuvieron okupados por diferentes familias hace cuatro años, pero que debido a las denuncias de la constructora propietaria en los juzgados con orden desahucio incluida y de la fuerte presión vecinal acabaron por marcharse. Se tapiaron puertas y ventanas y ahora algunos de ellos son utilizados por jóvenes que acuden a practicar botellón como atestiguan los restos de cristales de botellas y grafitis que hay en las paredes. 

Intermitente. En el final de la calle Francisco Salinas, frente al hospital psiquiátrico de Fuente Bermeja, se encuentra una casa okupada por varias personas desde hace años, aunque allí no siempre han vivido los mismos, según apuntan algunos vecinos. Se trata de una vivienda unifamiliar antigua, abandonada tras la crisis del ladrillo y con acceso a un jardín trasero lleno de broza y maleza. 

En los últimos años han pasado por allí alrededor de 15 o 20 familias, la mayoría de origen búlgaro y rumano. «Las caras van cambiando, pero siempre suele haber unas 10 personas metidas ahí dentro», señala el responsable de un negocio cercano. 

El principal motivo de las quejas de los residentes en la zona es la suciedad que se acumula y los ruidos por la música y las discusiones. «Suelen tener la casa llena de bolsas de basura. Como no tienen agua corriente, echan los orines en una alcantarilla que hay a la puerta y dejan muy malos olores, además de ir a lavarse y coger agua a una fuente cercana», añade. 

Además de esas familias itinerantes, en esa vivienda habita una mujer española desde hace unos tres años. Asegura que la Policía sabe que está allí y no le ha puesto nunca pegas porque «saben que no soy problemática, simplemente no tengo donde ir, pegué una patada en la puerta y me metí aquí», asegura. 

Cabe destacar que las actuaciones policiales solo se producen si un juez ordena el lanzamiento de una vivienda o porque en el interior se esté produciendo algún tipo de actividad que ponga en peligro la seguridad de los ciudadanos, como es el caso del edificio de la calle Santa Clara, 54.