Se dice desde hace unos años, y sobre todo después de la pandemia, que hay trabajadores pobres. Y se dice con razón, porque realmente los hay. Trabajador pobre es la persona que trabaja al menos siete meses al año y que vive en un hogar cuya renta es inferior al 60% de la renta media nacional.
El problema de los trabajadores 'pobres' radica en su actitud. No conozco a un solo buen trabajador que tenga el apellido 'pobre', porque esos están rifados y siempre a los buenos se les ha pagado bien, porque son productivos. No hace falta tener titulaciones universitarias para tener una muy buena retribución. Solo hacen falta pocos ingredientes que escasean mucho: ganas de trabajar, aprender y actitud, principalmente en puestos de producción. Con esto el guiso del futuro no es pobre.
También es cierto que el Gobierno ha hecho más pobres a todos los trabajadores, sin excepción, por la presión fiscal. Ejemplo: desde 2023 quien gane más de 50.000 euros está calificado de «persona rica» y el estacazo por IRPF hace pensarse tener estas retribuciones, que ni mucho menos son de ricos.
Los precios suben como la espuma por la inflación y hasta para los buenos trabajadores el sueldo no puede subir como la espuma. Y aunque muchos echan la culpa a las empresas, hace unos días se han publicado datos del INE donde se dice que los salarios crecen más que los beneficios. Donde también hay que centrar el tiro es en las necesidades del mercado laboral. Y es que hacen falta menos titulados universitarios y más personas que tengan un oficio o se especialicen en puestos específicos de multitud de ramas de FP. No hay más que ver otro dato muy importante y es que el 40% de los universitarios graduados en Castilla y León hace una década gana menos de 1.500 euros. Y apenas el 20% percibe más de 2.000 euros.
Hay multitud de oportunidades laborales en las que sin estudios se puede ganar más de 1.500 y 2.000 euros, pero se necesitan ganas de trabajar, actitud y asumir responsabilidades. Pero no abunda.