La viña avanza su ciclo y la uva empezará a madurar en un mes

I.M.L./ Aranda de Duero
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El territorio de la DO Ribera del Duero tiene cubierta la necesidad de agua, incluso por encima de lo normal en algunas zonas, y el estado sanitario de las plantas es óptimo para el desarrollo de los racimos

Las cepas lucen una importante cantidad de hojas y, entre ellas, asoman ya unos racimos de tamaño considerable. - Foto: I.M.L

Tras los sobresaltos provocados por heladas y tormentas en el viñedo de la DO Ribera del Duero, la estabilidad meteorológica de las últimas semanas ha dado un respiro al desarrollo de las viñas. A pie de cepa, el aspecto que muestran la mayoría de las plantas es más que aceptable, con un adelanto en su ciclo de desarrollo de una semana sobre los registros históricos que manejan desde los servicios técnicos del Consejo Regulado. «Donde no ha habido ninguna incidencia, está muy bien porque el cuajado de los racimos ha venido muy bien, no ha habido corrimiento por los días de viento y lluvia de semanas pasadas», aporta detalles sobre la evolución de las plantas en el último mes el responsable técnico del CRDO Ribera del Duero, Alberto Tobes, en base al último informe realizado, para lo que recorre distintas parcelas en todo el territorio ribereño.

A ese estado esperanzador, Tobes suma que no hay rastro de las plagas típicas que suelen afectar a las cepas en Ribera del Duero, por lo que «si climatológicamente nos respeta el tiempo, irá todo bien». Eso, traducido en las necesidades que ahora mismo tiene las viñas, significa que todo aquello que no se salga de lo que es habitual en un verano en la zona, es decir, calor moderado, será apto para una buena maduración. «Ahora tenemos temperaturas normales, porque julio suele ser más potente que agosto, y no andamos mal en cuanto a precipitaciones, tenemos cubierto muy bien el déficit hídrico tras las últimas tormentas», remarca Tobes, tomando como referencia los datos de lluvia recogida en cinco estaciones meteorológicas de referencia, en las que sí se aprecian algunos desajustes. «Tenemos la zona de Aranda que sí que tiene algo de falta de lluvia con respecto a un año medio, pero tenemos otras como es Vadocondes, que está al lado de Aranda, o la soriana de San Esteban de Gormaz que tienen un ligero superávit sobre la media en Ribera», pone como ejemplos el responsable del servicio técnico del Consejo Regulador.

Con todos estos parámetros sobre la mesa, en el campo se aprecia que los futuros racimos están a punto de completar su formación, lo que se denomina técnicamente cuajado, paso previo a que las bayas inicien su engorde. De transcurrir todo de forma normal, el adelanto en el desarrollo de las uvas se espera que se mantenga o, incluso, se acreciente, haciendo que la maduración de los racimos también se registre antes de lo habitual. «La fecha media de envero viene siendo en torno al 10 de agosto, este año también se va a adelantar una semana, aunque tendremos uvas que empiecen a tener algo de color incluso la próxima semana», plantea Tobes el escenario probable.

A pie de campo, los viticultores confirman ese análisis y se muestran esperanzados, con un ojo puesto en las previsiones meteorológicas y otro en el cielo. «Llevan días avisando de tormentas, y no ha caído nada, pero ahora una tromba fuerte puede arrasar con todo, crucemos los dedos porque nos estamos librando», expresa un agricultor de la zona de Peñaranda de Duero. En zonas más sombrías de la comarca ribereña, las cepas están más perezosas en su desarrollo, pero sin salirse de lo esperado. «Aquí en Gumiel de Izán mis parcelas están algo más resguardadas del calor, así que aún no se están cerrando los racimos, pero es lo habitual, sólo me preocupa ahora que no pillen ningún hongo», remarca un veterano viticultor pendiente más del estado sanitario que del avance hacia la maduración de los frutos. Por el momento, la Ribera del Duero sigue trazando la línea de desarrollo rápido de los racimos y vendimias cada vez más adelantadas a causa de los episodios sostenidos de altas temperaturas, que aceleran el envero de las uvas y propician que haya que afinar más a la hora de elegir el momento óptimo para vendimiar cada parcela.