La mina de la muerte

R. PÉREZ BARREDO
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Hace 75 años, diez mineros perecieron ahogados por la inundación de la galería en la que trabajaban en la mina Salvadora, en Brieva de Juarros. Al día siguiente murió un bombero tratando de rescatarlos. La catástrofe marcó a toda la comarca

La mina de la muerte - Foto: Patricia

El paraje es bellísimo: hayas, robles y pinos lo convierten en una suerte de bosque encantado; la primavera va abriéndose paso con flores que han ido brotando aquí y allá, como por arte de magia, incluso en las ramas de los árboles desmochados por un rayo o por el viento. Hay rumores de agua y cantan los pájaros, a lo lejos. Pero la boca de la mina es oscura. Exhibe sus fauces de forma ominosa, como si alertara de que en su interior se produjo una tragedia que nadie ha podido olvidar y que, si alguien se acercara a la entrada, podría escuchar el eco de los gritos desgarrados y angustiosos de los diez mineros que perecieron en su interior en otra primavera; en la primavera de hace 75 años. La mina Salvadora, cercana al pueblo de Brieva, es una de las que hoy jalonan el 'Sendero Minero' en la comarca de los Juarros. En apenas cien metros hay varias bocas -El Travesal, Los Millares, La Estrecha o La Mula-, pero ninguna encierra una historia tan trágica como la Salvadora.

Avelino Alegre tiene 92 años y conserva buena memoria de aquellos días fatídicos de junio de 1948. Sentado al solete de la tarde, ve pasar la vida en el que siempre ha sido su pueblo, Salgüero; observa con atención la página que este periódico dedicó al luctuoso suceso, pero no necesita leerla para evocar una catástrofe que dejó desolada y sumida en el dolor más profundo a toda la comarca. «Algo así no se puede olvidar. Me acuerdo bien.Conocía a algunos de ellos. Fue tremendo. Tantos muertos...». La desgracia vino provocada por una gran balsa de agua. Una quincena de trabajadores se afanaba en la extracción de carbón a veinte metros de profundidad. Súbitamente, algo retumbó en el interior con siniestra resonancia. Cuando los mineros quisieron percatarse de que algo no iba bien, el techo había cedido con violencia, y al cabo la galería en la que se hallaban comenzó a llenarse de agua, que entró en tromba, incontenible. Tres mineros, los más cercanos a la entrada de la galería, lograron salvarse del seguro ahogamiento; hubo un cuarto que también eludió milagrosamente a la muerte: lo hizo asiéndose con todas sus fuerzas al cable de elevación, por el que trepó desesperadamente mientras el candil que portaba le provocaba quemaduras por todo el cuerpo.

(Reportaje completo en la edición en papel de hoy de Diario de Burgos)