Muerte y violencia política en un país de hojaldre

ANGÉLICA GONZÁLEZ / Burgos
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El educador social David Alonso se lanza a la aventura literaria con 'Sevilla. Hora cero', un thriller muy negro lleno de crímenes explícitos, cervezas, rock and roll y valores humanos

David Alonso, con su primera novela, que presentó en diciembre en el Monasterio de San Juan. - Foto: Luis López Araico

¿Qué pasaría si una élite se propusiera dar un golpe de Estado y para ello utilizara todas las armas -las más ruines y dañinas- a su alcance? A David Alonso, educador social de Cáritas con años de experiencia en la atención a personas sin hogar y otros colectivos vulnerables, se le pasó esta pregunta por la cabeza en una de sus muchas noches de insomnio y empezó a desarrollar una posible respuesta en los pocos ratos libres que tiene. Tres años después, esa reflexión se llama Sevilla. Hora cero y es su primera novela, un thriller que no da respiro en ninguna de sus 680 páginas. En diciembre la presentó en el Monasterio de San Agustín y se puede adquirir en las librerías y en la web https://autografia.es.

El relato es una trepidante cuenta atrás con todos los preparativos que se están llevando a cabo en diferentes puntos geográficos (Burgos, Valladolid, Badajoz, Asturias, Madrid...), para torcer el rumbo marcado por las urnas e imponer una dictadura. En esa contrarreloj, los personajes, además, se enamoran, se emborrachan, se divorcian, cantan canciones de Platero y tú y Joaquín Sabina o se culpan de la muerte por sobredosis de Enrique Urquijo aquella aciaga madrugada de 1999 en el barrio madrileño de Malasaña. Tiene de todo Sevilla. Hora cero: crímenes explícitos, drogas adulteradas, sexo, explosiones, trata de personas, humor, dolor, crítica social, esperanza en el ser humano, garitos donde sirven comida rápida, casas lujosas y barrios marginales porque, como dice su autor -que ni confirma ni desmiente que el protagonista, Alejandro, sea su alter ego a pesar de que, como él, trabaja en una ONG de personas sin hogar-, «esta sociedad es como un hojaldre, con muchas capas que no se ven o no se tienen en cuenta unas a otras y donde parece que no pasa nada. Pero pasa».

Alrededor de ese Alejandro que no duda en perder su tiempo para dárselo a los demás se mueven decenas de personas, todo un reparto coral muy bien engrasado que hace partícipe al lector de sus alturas y sus miserias. «Cuando empecé a escribir tenía en mente un par de libros que me marcaron mucho cuando era un adolescente: La colmena, de Camilo José Cela, que cuenta con tanto detalle cada dolor de la posguerra española, y En Canarias se ha puesto el sol, de Jordi Fabra, donde se fabula sobre una guerra iniciada contra España por un grupo independentista canario». También hay referencias, como les ocurre a casi todos los escritores noveles, a asuntos de su propia biografía, como los juegos de infancia en Santibáñez de Tera (Zamora) con su amigo del alma José Ángel, también literato: «Nos inventamos un juego que se llamaba Sevilla. Hora Cero en el que salvábamos el mundo de un atentado que se producía en un partido entre el Valladolid y el Barça y dijimos que alguna vez los dos escribiríamos sobre ello». Alonso ya ha cumplido su parte.