El arte y la anarquía de la oxidación

I.L.H. / Burgos
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Cristino Díez expone en el Museo Jesús Otero de Santillana del Mar 'Anomalías estructurales. Fauna cantábrica'. Esculturas, bocetos y dibujos desde los que investiga las posibilidades del hierro

La exposición en la localidad cántabra estará abierta en el museo de la plaza Abad Francisco Navarro todo el mes de agosto.

Los seres a los que da forma Cristino Díez no aparecen en los libros de biología. Son criaturas extrañas y poderosas en las que a veces se distinguen varios animales en una y en otras cuesta identificarlos. Son peces y anfibios, con patas o incluso ruedas, de dientes afilados y miradas recelosas, fieros como un dragón y simpáticos como un caballito de mar. Igual que en el surrealismo de Dalí, con los elementos jocosos de El Bosco y aportando otro significado a la reutilización de materiales como hacía Picasso en sus esculturas. Pero Cristino Díez no es ninguno de ellos. El artista burgalés tiene su propia identidad, forjada sobre todo en el uso del hierro y la escoria y en la investigación constante que hace de los procesos de oxidación.

De ese estudio de los residuos resultan algunas de las obras inéditas que expone durante todo el mes en el Museo Jesús Otero de Santillana del Mar, en Cantabria, y que inaugura hoy a mediodía. Son, por ejemplo, las piezas a las que se les mueve la cabeza y están hechas con materiales orgánicos y sintéticos: «Algunos llevan los dientes de un besugo o la piel de los percebes. Si a la cáscara de ese crustáceo le añades óxido de hierro, adquiere un determinado aspecto; en el caso del pescado lo que he hecho es cristalizar la cabeza, oxidarla después con partículas de hierro y añadirle una mandíbula de cordero también tratada», explica el propio artista.

Junto a esas piezas, en Anomalías estructurales. Fauna cantábrica hay bocetos antiguos de piezas como la liebre de Miguel Delibes, algunas de sus arañas y gallos, el homenaje a los gitanos de Gamonal o el buitre que ha creado para el desfiladero de la Yecla. En dibujo y pintura está representado también el bisonte que mostró en Suances en 2022 y que hoy es una de las seis piezas que muestra en el Museo de la Evolución Humana. Por el calor recibido en Cantabria (de aquella exposición le ha surgido esta) trabaja en otro bisonte de similares características y tamaño que espera poder trasladar allí.

Y de pequeño formato hay además otras esculturas donde se aprecia igualmente el resultado de las técnicas de oxidación. «Lo hago con distintos materiales: con ácido nítrico, orines, vinagres, limones o el agua de lluvia que da unos amarillos preciosos. Luego hay que evaluar el comportamiento de la escoria porque son residuos de distintos hierros y cada zona adquiere una tonalidad diferente», detalla este creador que reconoce la parte anárquica del proceso. «La oxidación va donde quiere; a ti te queda tratar de guiarla al distribuirla», añade.

Esa anarquía del arte en el que tan bien se mueve Cristino Díez es la que lleva investigando desde hace varias décadas y la que hace que su obra tenga un aspecto entre monstruosa y entrañable, de la que se puede desprender varias lecturas -graciosas muchas de ellas- en los pequeños detalles. Conseguir esas 'anomalías estructurales' supone saber crear de los residuos: «No toda la chatarra vale para exponer. Hay que saber darle armonía, desde el surrealismo si quieres, y combinarlas adecuadamente».