Aurelio Medel

Hecho a mano

Aurelio Medel


Ranas y vacas

25/07/2023

Dos meses después, me vuelve a tocar escribir en vísperas electorales. Entonces les hablé del buen vino y la burbuja que lo envuelve; hoy, voy a intentar trasladarles el espectáculo sensorial al que asistí la mañana del jueves pasado en el Parque de las Lagunas Glaciares de Neila, uno de los lugares sagrados de este país. 

El día amaneció con niebla, lo que provoca una estampa singular. Desde Peña Aguda, coronada por El Garigol, palabra de origen ignorado que da nombre a la torre de vigilancia de incendios, no se alcanzaba a ver el casco urbano de Neila, ocultado por un mar de niebla que sumergía al pueblo, igual que aquellos que duermen bajo las aguas acumuladas por los pantanos del Ebro o Úzquiza. Es una imagen tan atractiva como efímera.

Del mirador de San Francisco me dirigí a La Campiña, la cima de la Sierra de Neila, con 2.049 metros de altitud, desde donde se divisan la Demanda y Urbión y se atisba Somosierra. Es el mejor lugar para ver las grandes lagunas, que aparecen a tus pies; a la derecha la Laguna Larga y a la izquierda la Negra.

Como la primavera ha venido tardía, las caídas de La Campiña hasta las lagunas, que son neveros durante el invierno, guardan tanta humedad que aún medra pasto y hasta las lagunas rebosan agua, que escurre ladera abajo buscando la Laguna de La Cascada. Parece finales de mayo.

Al acercarme a las lagunas, el cuadro sonoro es abrumador. Miles, quizás millones, de ranas croan en la Larga en una competición aparentemente desordenada, trato de acercarme a la ribera y sale volando una bandada de patos salvajes. Al fondo se oye un pequeño tintineo metálico; viene de la Laguna Negra donde una orquesta de cencerros resuena al ritmo armónico de las quijadas de las vacas.

Este lujo sonoro sucede a primera y última hora del día, y es muy interesante el contraste de sonidos, colores y movimientos. En mi humilde opinión, nada profesional, estos batracios verdes están sobrevalorados. Les encanta moverse en aguas retenidas, saltan en cuanto te detectan y son de escasa utilidad práctica. Sin embargo, esos mamíferos con amplia paleta de colores, entre rojizos y pardos, gozan de menos popularidad, pese a la serenidad y firmeza que transmiten y su obvio valor.

Es un buen momento para visitar las Lagunas de Neila, eso sí, eviten parar al lado del coro de ranas; te vuelven loco.