Han llegado a Buniel con el objetivo de implicar a todos los asistentes en su concierto y desde que han saltado al escenario han encontrado en el público al noveno componente de la banda. La original propuesta de los chicos de La Regadera ha permitido disfrutar esta tarde de sus canciones a la vez que se aprendían multitud de conceptos básicos del mundo de la música. Todo eso para lo que a veces hacen falta libros y libros, horas y horas de estudio, ellos lo han llevado a escena de una forma práctica y entretenida.

Ha tocado ponerse a cubierto por culpa de la lluvia. El alcalde, Jesús Díez, no se fiaba desde por la mañana del tiempo y ha decidido trasladar el evento de la plaza al polideportivo. «No suena igual, pero no teníamos otra solución», ha comentado. Y la verdad que ha sido previsor y ha acertado, porque los chaparrones han sido continuos y la cita se ha podido así llevar a cabo. Cuando el reloj pasaba de las 21,30 horas la música comenzaba a sonar, aunque antes de empezar con el repertorio había que escuchar una pequeña presentación de los componentes y de los instrumentos de cada uno de ellos. A partir de ahí se arrancaba con Vida solo hay una. 

(Reportaje completo, mañana en la edición impresa de Diario de Burgos)