"Hay que cuidar El Picón, dotarlo de vallado y baños fijos"

L.N.
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Javier Ajenjo avanza que el 25 aniversario de Sonorama Ribera deja unas cifras "muy buenas": 15 millones de euros de impacto económico y otros 20 de impacto mediático. Pero no se conforma. A partir de ahora, asegura que analizarán en qué mejorar

Javier Ajenjo, director de Sonorama Ribera. - Foto: Valdivielso

Todavía sin cortarse la pulsera y con el cuerpo lleno de magulladuras, el director de Sonorama Ribera, Javier Ajenjo, hace balance del 25 aniversario y avanza que en 2023 seguirán luchando por Rosalía o Julio Iglesias.

¿Se imaginaba semejante regreso?

Nadie, creo que se nos había olvidado cómo era la vida festivalera. Han sido dos años muy complicados. Ha habido que reaprender a hacer conciertos. En 2020, hubo mucha incertidumbre y temor, no por nuestra parte, sino por la opinión pública. Parecía que íbamos a causar el fin de la humanidad haciendo conciertos. El año pasado ya tuvimos 5.000 personas, pero se pasó muy mal porque dos semanas antes nos cambiaron los planes. Nos tocaba reinventarnos, aunque no pensé que tanto. Esta edición era muy necesaria para nosotros y la sensación es que volvemos a lograr un equilibrio. Veníamos con un déficit de 500.000 euros que era un lastre tremendo. Hemos hecho actividades durante dos años sin parar, pero tuvieron un feedback limitado. Entonces, uno de los objetivos y temores era si íbamos a ser capaces de remar todo eso que ya nos habíamos gastado. Sin los 8.000 bonos que se había quedado la gente, no hubiéramos existido directamente. Esa confianza se ha visto refrendada por un récord histórico.

Pasada la euforia, ¿en qué aspectos cree que deben mejorar?

Nos hemos dado cuenta de que tenemos un espacio muy útil, donde no necesitamos crecer más a nivel de público, al menos de momento, pero sí necesitamos crecer mucho en otros aspectos. Debemos empezar a cuidarlo adecuadamente, no podemos tenerlo abandonado todo el año. En Aranda existe la mala costumbre de pensar que nos hacen los espacios para nosotros. Cuando se hace un esfuerzo, se hace para muchos y El Picón nos va a servir en fiestas, en una feria de la Ribera... Tenemos que conseguir que esté cuidado, con un vallado... No necesitamos una ayuda económica, sino una ayuda estructural. Cuando tienes un presupuesto de 5 millones de euros y un 2% de ayudas institucionales, pues prácticamente son prescindibles. No quiere decir que no lo agradezcamos, todo lo contrario, pero no dependes de ello. Al no depender, tienes que ver cómo se orientan esas ayudas. Nosotros lo tenemos muy claro: no podemos traer 250.000 euros de baños que se han vuelto para casa. No tiene sentido. No podemos tener una estructura de un vip que ha costado 150.000 euros y que se desmonta y allí no queda nada. Lo que tenemos que ver es de qué manera podemos hacer esa estructura fija y que sirva para otras actividades. Ir poco a poco mejorando, crear baños permanentes. Al final, es invertir de manera lógica, es lo que demandamos, que se fortalezca la estructura del festival.

Por otra parte, hay un punto que nos preocupa mucho, siempre nos ha preocupado, y es Aranda. En el centro hemos recuperado los conciertos. Hemos visto que no hay ningún drama. La prueba del pool party no ha funcionado. No es una cuestión de que deba tener más recorrido. No, claramente el público quiere ir a Aranda. Eso es enormemente positivo, pero hay que cuidarlo.

Este año los hosteleros se han hecho cargo del escenario y han realizado una aportación lógica para tener conciertos. Se ha contactado con asociaciones vecinales. Igual que hacen actividades a lo largo del año, la idea es que Sonorama sea una más y repercuta en los barrios. Necesitamos implicación y aprovechar esta fuerza de una vez por todas.

¿Hubo muchos nervios el sábado tras el siniestro en Valencia?

No fue fácil. Obviamente hicimos lo que teníamos que hacer: revisar todas las estructuras y ser responsables con nuestros deberes. Al final, se abrió con toda la seguridad. La gente se ha comportado increíble.

La pool party no ha funcionado. Claramente, el público quiere venir a Aranda"

¿Qué se plantean para desahogar la Plaza del Trigo?

No vamos a poder evitar ni debemos evitar que la gente quiera venir a Aranda. Hablamos mucho de crecer y no creo que sea malo crecer. Si no lo haces, te estancas. Esto tiene que ver con crecer en calidad, en recursos, en cómo nos organizamos. En la Plaza del Trigo igual no es tan descabellado que de aquí a unos años se acceda con la pulsera del festival, obviamente el arandino no va a tener ningún problema, que no sufran los vecinos. Pienso que evolucionaremos hacia ahí. Tenemos que saber quién es el responsable de los espacios. Nosotros no podemos hacernos responsables de un pueblo. Eso depende de unas fuerzas del orden, de un ayuntamiento... sí podemos ayudar y aportar nuestra experiencia, incluso invertir en seguridad y limpieza como estamos haciendo.

Los arandinos tienen que saber que para nosotros, como festival, a nivel de imagen es muy bueno pero a nivel económico es contraproducente. No sólo por la inversión que realizamos, 400.000 euros en conciertos gratuitos en el centro, cuando la aportación ronda los 120.000 euros. Tenemos que definir muy bien si queremos seguir teniendo el centro. El Charco ha sido una maravilla: te encuentras un parque increíble, con cabezas de cartel de Latinoamérica... Lo más fácil para nosotros sería no hacer conciertos en el centro. La gente sube fresquita a las 7 de la tarde, haríamos el doble de barra... En el centro no ponemos barra ni tampoco ha habido mochileros porque queremos que el impacto sea el mayor para los hosteleros.

¿Ve al Ayuntamiento en disposición de asumir esa responsabilidad?

Me parece que hay un vacío a la hora de tomar las decisiones. Sí que vemos que in extremis sacamos adelante las cosas, pero no creemos que es lo más adecuado. Creemos que se trabajaría mucho mejor con tiempo, con una estructura. Desde hace muchos años reivindicamos un técnico con el que poder trabajar a lo largo del año. Seguro que no nos vamos a ver en julio teniendo que presentar los papeles a última hora. Luego hay cosas en las que no estamos muy de acuerdo. A lo largo de 25 años han pasado corporaciones de todo tipo. Esto no es una cuestión de un color u otro. No somos de colores. La responsabilidad no puede recaer exclusivamente sobre un equipo de gobierno y además utilizarlo, como se ha hecho a veces, de una manera no adecuada. Si uno quiere remar da igual en la orilla en la que esté. Lo tengo más claro que el agua. Puedes tener diferencias, de acuerdo, pero eso se llama ceder y negociar. Es lo que a veces echamos en falta. Cuando algo es bueno para una tierra hay que sentarse y trabajar juntos.

En lo musical, C. Tangana fue un concierto espectacular…

Si me hubieran dicho hace cinco años que C. Tangana iba a ser el cabeza de cartel de Sonorama, habría dicho que antes bajaba Dios con una guitarra. Me pareció otro nivel. Corríamos el riesgo del rechazo porque somos el festival, aunque no nos guste, indie por excelencia. Pero creo que también somos el festival de música por excelencia y eso también es bueno porque la gente ha disfrutado de todo. Ha habido una variedad increíble. Prácticamente he visto todos los conciertos que quería ver y nunca había visto un espectáculo así. Nunca. Lo de C. Tangana fue un imposible, el festival no podía pagar eso. Ha venido por un tercio de lo que vale. Cuando lo hace, obviamente es por unas razones que tienen que ver con la exposición mediática. Pucho es un tipo tremendamente inteligente. Hizo un show global, con un recorrido por la historia de la música española. Ha habido un antes y un después. Hay que admitirlo, incluso cuando uno ha sido detractor. El festival ha crecido en estilos, integración, público… Se trata de escuchar a quienes compran una entrada. O abres los ojos y ves o los mantienes cerrados y dejas que el agua corra y al final se seque.

¿Se paró la venta de entradas?

Sí, hubiéramos vendido 2.000 entradas más tranquilamente. Estábamos en el punto en el que queríamos estar, que era en torno a 35.000 personas. Era lo que nos habíamos planteado, lo que creíamos que era adecuado para el recinto. Fuimos viendo la evolución a nivel económico. Consideramos que podíamos estar en un punto de equilibrio y se cortó la venta. Estoy seguro que en 2023 se regulará. Es difícil que estemos en menos de 30.000 personas. Lo de este año ha sido un poco extraordinario, venimos de dos años difíciles y la gente tenía muchísimas ganas. El domingo había 25.000 personas, cuando se suelen quedar 8.000. El año que viene se vuelve a tres días.

¿Sólo tres?

Sí. Tiene sentido cuando lo puedes aprovechar de verdad, pero cuando no es así y mucha gente vuelve porque trabaja el lunes, al final se convierte en un problema porque los costes son altísimos.

Nos han faltado muchos artistas. El año que viene habrá una segunda parte que tiene muy buena pinta"

¿Cómo se presenta 2023?

El listón está muy alto, pero estamos seguros de que con el planteamiento que tenemos estaremos al menos como en este año. De hecho, ya hay medio cartel cerrado. Nos han faltado muchos artistas para poder celebrar el 25 aniversario, entonces nos lo vamos a tomar como un aniversario partido en dos. Va a haber una segunda parte maravillosa. Seguro que lucharemos pues no sé, si por Rosalía o por conseguir que esté Julio Iglesias de una vez por todas. Hay motivaciones estupendas.

¿Con qué detalle se queda?

Es la absoluta tranquilidad de que el festival puede funcionar sin mí. Repito muchas veces que tenemos el mejor equipo del mundo. El esfuerzo ha sido increíble. Ver que puede ser me ha resultado súper gratificante, no he sentido vacío por no poder estar o no llegar o ese ansia por estar en todos los sitios a la vez.

Nada más terminar el festival ya habló de un impacto "brutal" para Aranda. ¿Qué cifras manejan?

Vamos a estar por encima de 5 millones de euros de presupuesto. Se ha superado por un poco la previsión de asistencia, que ha rondado las 140.000 personas. Estamos ultimando los informes a nivel mediático, pero vamos a rozar un impacto de 20 millones de euros, algo absolutamente impensable cuando venimos de 13 millones en 2019. Y a nivel de impacto económico superaremos los 15 millones. Son cifras muy buenas. Nos animan a mirar hacia delante. No podemos vivir del conformismo. Ahora toca analizar dónde mejorar, es el momento.