«El culo es uno de los grandes misterios de la Humanidad»

R. PÉREZ BARREDO / Burgos
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Juan Luis Arsuaga ahonda en su último libro, que se presenta hoy en el MEH a las 20,15 horas, en el origen del cuerpo humano. El paleoantropólogo y codirector de Atapuerca defiende que nuestra anatomía está bien diseñada y es de lo más eficiente

Juan Luis Arsuaga ahonda en su último libro en el origen del cuerpo humano. El paleoantropólogo y codirector de Atapuerca defiende que nuestra anatomía está bien diseñada y es de lo más eficiente. - Foto: Patricia

Paseando a orillas del Arlanzón, con la brisa arrebolando su melena cana, Juan Luis Arsuaga, que es un sabio que nada espera ya, salvo la magnanimidad del tiempo, se siente como Pessoa, alma pura y libérrima que puede decidir echarse al sol de la tarde de su existencia y abdicar con la única voluntad de ser rey de sí mismo. Pero en el interior de este científico de sonrisa beatífica, mirada curiosa y verbo rico y profundo aún late un magma incontenible: el de compartir con sus pares reflexiones que trascienden toda superficialidad precisamente porque, proyectadas desde ésta, tratan de escarbar y profundizar para arrojar luz a incógnitas, misterios, secretos que aún atesora, aunque no lo creamos, esta especie nuestra que se dice y se llama sapiens. 'Nuestro cuerpo' (Destino) es el último libro del director científico del Museo de la Evolución Humana y codirector de los yacimientos de Atapuerca. Lo presenta esta tarde (20:15 horas) en el MEH. Ya ven: siglos de estudio, de análisis, de teorías sobre la carcasa que nos sostiene y lleva a cualquier sitio... Le ha dado igual: nuestro cuerpo ha sido el objeto y el objetivo de Arsuaga. Se ríe cuando le califica de estrella pop quien esto firma, acaso porque ha sido testigo de cómo durante el paseo le paraban, le interpelaban, le pedían fotos como cualquier fan de un cantante o deportista de moda. «Somos grandes caminantes», anuncia como para justificar que esta entrevista hay que ganársela paseando ribera arriba, ribera abajo del río, con el calor que hace y los mosquitos armando sus ejércitos para acribillarnos en cuanto el sol empiece a claudicar.

«La esencia de la ciencia es hacerse preguntas simples, no dar nada por sabido. Y hay muchas cosas que sabes, pero que no caes en ellas. Por ejemplo: no somos velocistas: hay animales que corren mucho más que nosotros y a más velocidad que nosotros porque tienen cuatro patas. Pero nosotros somos una especie muy bien dotada por la naturaleza, muy bien diseñada, con una ingeniería, una biomecánica muy favorable para la carrera de resistencia y para andar muchos kilómetros. Somos muy eficientes, muy eficaces en cuanto a gasto energético. Eso lo observé yendo al gimnasio: te pegas una paliza en la elíptica, echas el bofe, casi te mueres y resulta que has quemado sólo 190 calorías. ¡Una coca-cola o una cerveza tienen más! Esa es una prueba de que estamos muy bien diseñados. Tenemos un coche que no gasta combustible. Es nuestra característica más singular. La evolución nos ha hecho caminantes. No los más rápidos, pero sí los más eficientes, económicos». 

Si hubiese una Olimpiada de animales, ganaríamos la prueba combinada. ¡A ver qué especie nos gana en un triatlón!»

Todo está relacionado, dice Arsuaga: la anatomía eficiente y el desarrollo del cerebro. Sobre el modelo del cuerpo que tenemos es aún más gráfico en su explicación. «Si hubiera una Olimpiada de animales, ganaríamos la prueba combinada. Pon una vaca a trepar o a hacer salto de pértiga... Y nosotros podemos nadar. A ver qué especie nos gana en un triatlón. Somos una especie que está hecha para recorrer grandes distancias superando toda clase de obstáculos. Y eso, aparentemente, se refiere sólo al cuerpo, pero en realidad tiene mucho que ver con lo que somos: una especie que ocupa grandes territorios y tenemos mapas mentales muy exactos. En nuestra cabezota tenemos una cartografía. Si eso lo comparas con nuestros parientes... Un gorila se mueve, en toda su vida, por un territorio más pequeño que el que ocupa la ciudad de Burgos. Y un chimpancé poco más. Tienen un territorio muy pequeño. La especie humana se extiende por el territorio porque nos alimentamos de recursos que están dispersos. Lo que te dice el cuerpo tiene mucho que ver con la mente. No son cosas distintas», apostilla el científico.

Habla Arsuaga en su libro de 'diseño revolucionario' en referencia a nuestro cuerpo, el del homo sapiens. «En el panorama de la evolución humana, a partir de cierto momento se impuso la idea de que nuestro cuerpo es antiguo; que es el cuerpo del homo erectus, por lo que no ha cambiado desde hace dos millones de años. Esa fue la teoría dominante hasta que nosotros, con las investigaciones de Atapuerca, desarrollamos otra teoría. Revolucionaria. Defendemos lo contrario: somos nosotros, los homo sapiens, los que hemos adquirido el cuerpo que tenemos. Tenemos un cuerpo inventado, un cuerpo nuevo. Y este cuerpo tiene menos de doscientos mil años. No es un asunto cualquiera. Está en discusión el modelo de la evolución humana. Y tenemos razón. Con toda seguridad. Y quienes defendían la otra teoría lo saben...

La gente, en general, sabe de su cuerpo lo que yo de mi coche: ni idea»

Sostiene el paleoantropólogo que de nuestro cuerpo conocemos entre poco y nada. «La gente en general sabe de su cuerpo lo que yo de mi coche. Ni puta idea, vamos. Fundamentalmente porque no nos lo han enseñado, aunque ahora cada vez empieza a saberse un poco más y hay más vocabulario sobre todo por el mundo del deporte. Nadal este año no va a poder competir porque le han tenido que operar del psoas, dicen los periódicos en los titulares. ¿Y qué cojones es el psoas? Se van introduciendo términos y ampliando conocimientos. Poco a poco. Vengo proponiendo, desde hace mucho tiempo, que haya un plan nacional de educación del cuerpo para los niños. Que aprendan jugando. El mayor regalo que podríamos hacer a nuestros hijos es que conocieran desde pequeños su cuerpo. Pero no el de las láminas de los libros, sino el suyo propio. Autoexploración. Eso es lo que he intentado en este libro. Si tú conoces tu cuerpo deja de ser un objeto misterioso. Estableces una relación mucho más natural y más sana. Y eso vale para todo: para las enfermedades, para vivir».

No obstante, cree Arsuaga que esta anatomía nuestra encierra algún que otro arcano todavía. Y no cualquiera. Hablamos del culo. «El culo es uno de los grandes misterios de la Humanidad. La gente se piensa que es para sentarse. Pues no. Al menos sabemos para qué no sirve, que es para sentarse. Cuando nos sentamos no lo hacemos en el glúteo, sino en los isquios. El culo es un extensor de la cadera. Tiene funciones mecánicas. Pero tiene otra: ¿para qué va mucha gente al gimnasio a hacer sentadillas y ejercicios relacionados con esta parte del cuerpo? Porque quiere tener un buen culo. Ahí está la otra función: la sexual. Y somos capaces de soportar largas sesiones de ejercicios, casi sádicas, en las que se sufre, por ese motivo». 

Si conoces tu cuerpo deja de ser un objeto misterioso. Estableces una relación más natural y más sana»

Desconocimiento por un lado y cierto maltrato por otro. «Lo maltratamos por falta de actividad, entre otras cosas, como una mala alimentación, de la que somos culpables. Y no se puede ser feliz si no es a través del cuerpo. Lo peor que hemos hecho ha sido separar la mente del cuerpo. La única forma de ser feliz es tener el cuerpo contento». Como en su libro habla de todo el cuerpo, también lo hace de la piel. Y revela algo que quizás sorprenda a más de uno respecto del color de ésta. «Los negros son los normales, nosotros somos una cosa horrible, blanquecina... Cuando salimos de África teníamos ese color de piel, que es una protección frente al sol». Menudo sartenazo para los racistas, y eso que Arsuaga defiende que no racismo rampante no es tanto racial como cultural. «Antiguamente era una xenofobia racial, puramente biológica. Habrá de todo, pero creo que ahora el racismo es cultural. Los descerebrados que insultan a Vinicius o al jugador negro del equipo contrario, sea cual sea, vitorean al negro que juega en el suyo. Tus negros son unos tíos de puta madre y son los ídolos... En cualquier caso, somos africanos. Eso es obvio. Acabamos siendo blancos cuando vinimos aquí porque aquí era beneficioso serlo».

El cuerpo humano no puede perfeccionarse más, sostiene el científico madrileño. «Pero es que no necesitamos perfeccionamiento: para eso llevamos casi tres millones de años fabricando herramientas. El perfeccionamiento es extracorpóreo. Esa es la evolución: tecnológica. Cuando la gente me plantea si no podríamos desarrollar una visión de larga distancia... Para eso tenemos los prismáticos, por ejemplo. Todo lo que podríamos desear lo conseguimos por medio de las máquinas. No necesitamos implantarnos nada. Pero esto no es de ahora, llevamos con este rollo millones de años». 

La única forma de ser feliz es tener el cuerpo contento»