"No me extraña que los jóvenes no trabajen, reciben bofetadas"

G. ARCE
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No presiden, no representan, no quieren foco... Pero son parte esencial de esta ciudad. La crónica de Burgos se escribe en las vidas de quienes ayudaron a construirla. Julio Salazar Moreno es uno de esos hombres y esta es (parte de) su historia

Julio mantiene sus visitas periódicas a Llano de Bureba, el pueblo donde nació y donde vive su madre, Tomasa. - Foto: Valdivielso

Llano de Bureba es la referencia vital, el origen, del que ha sido secretario general durante doce años de una de las grandes organizaciones de trabajadores de este país, la Unión Sindical Obrera. Julio Salazar nació hace 65 años en este pequeño pueblo agrario y aquí vuelve cuando le dejan sus tareas sindicales, para ver y pasear con su madre, Tomasa, que ya tiene 97 años; charlar con los amigos y cuidar con esmero una huerta. Julio ha heredado la discreción, el saber estar y la constancia propia de los hombres de campo, virtudes que ha cultivado a lo largo de una carrera sindical extraordinaria. Orgulloso hijo de agricultores, mamó desde muy pequeño el espíritu de las cooperativas familiares, creadas en Llano para asumir en comunidad las tareas del cultivo del cereal y la atención a los rebaños.

Ireneo y Tomasa tuvieron cuatro hijos. Julio, en ese afán por ver mundo, dio pronto el salto de las escuelas del pueblo a la capital. Hizo el ingreso previo al bachillerato por libre, en el entonces Instituto Femenino, el Cardenal López de Mendoza. "Quería ir a los curas, como todos los del pueblo, pero no tenía la edad suficiente y acabé en el instituto Diego Porcelos y en la residencia del Generalísimo Franco, hoy Gil de Siloé, donde vivía", recuerda.

Terminado el COU, con 17 años entra a trabajar en un restaurante en la carretera de Portugal. "Cobraba 4.500 pesetas por quince horas de trabajo en la barra y el comedor. Menos mal que quedaban las propinas. La mayor, no lo podré olvidar nunca, me la dio el actor Paco Rabal, que me dejó bastante más de lo que le había costado el Kas de naranja que se bebió".

Julio Salazar, en primer término, rodeado de su familia durante un día de labores agrícolas en Llano de Bureba. Julio Salazar, en primer término, rodeado de su familia durante un día de labores agrícolas en Llano de Bureba. - Foto: J.S.

En aquel hostal de carretera, rememora, paraban a descansar muchos exiliados portugueses, que regresaban a su país atraídos por los nuevos tiempos propiciados por la Revolución de los Claveles.

Al año, cambió la hostelería por la construcción. Participó en las obras del edificio de las dos cúpulas del BBVA de la plaza Vega. Ya entonces, aún en plena vigencia de los sindicatos verticales, tuvo sus más y sus menos con los patrones. Pese las demandas en las que participó, le ofrecieron un empleo en oficinas en la misma empresa, aunque no duró mucho.

Hicimos una huelga general a Zapatero y dos a Rajoy"

Posteriormente, trabajó en Valsa, realizando obras de reforma en las '300 Camas', el hospital General Yagüe. Allí tuvo su accidente laboral más grave: durante unos trabajos de soldadura, una viga se desprendió y golpeo a nuestro protagonista, quien tuvo la fortuna de caer en una terraza, evitando precipitarse al vacío. "El primero que vino a mi encuentro fue el cura, tuve mucha suerte...".

Tras la experiencia hospitalaria, se fue al Páramo de Masa con Vías y Construcciones, la empresa que levantó las oficinas y la red de búnkeres de la fábrica de explosivos. "Allí, ya como afiliado a la USO, celebramos las primeras elecciones sindicales en democracia y allí entré por primera vez en un comité de empresa". "Tenía más relación con gente de la UGT pero quien me afilió a la USO fue Félix Lozano, un pintor que trabajó conmigo...".

En 1978 es nombrado secretario de Formación de la USO en Burgos, en la primera asamblea provincial del sindicato. Luis Ausín salió elegido secretario de aquel congreso fundacional.

Un año después, se celebra el congreso regional y Julio repite como secretario de Formación. "Tuve que hacer la maleta e irme a Valladolid".

La delegación en la capital del Pisuerga cerraría poco después "por razones económicas" y a Salazar le envían a cubrir temporalmente una baja en Logroño. "Mi deseo último era volver a Burgos pero, durante el congreso regional de La Rioja del 82, todas las federaciones me animaron a presentar mi candidatura y fui elegido secretario general de la USO en La Rioja. Y así durante cinco congresos, hasta 2005". "Fui por tres meses a La Rioja por accidente y ya llevo 40 años allí, aunque mi 'matria' sindical sigue siendo Burgos".

En su conversación insiste varias veces en que él nunca ha perseguido los cargos y siempre pensó que en Logroño estaba su último destino. Sin embargo, a finales de los 80, da el salto a Madrid, a la Comisión Ejecutiva Confederal de la USO, siendo reelegido en sucesivos congresos hasta 2002, en total 23 años en ese cargo.

En 2005, este sindicalista tranquilo y reflexivo pasó a ser secretario general del tercer sindicato nacional en el congreso confederal celebrado en Logroño, cargo que repetiría en los congresos de 2009 y 2013, el máximo de mandatos posible por estatutos.

Aunque tenga mala imagen, siempre ha habido sindicalismo y siempre lo habrá"

Le tocaron años muy duros, los de la crisis de la construcción, los concursos de acreedores y los ERE, pero, aún así, recuerda la buena sintonía que llegó a tener con Ignacio Fernández Toxo (su homólogo en CCOO) y Cándido Méndez (en UGT). "Vivimos una época muy complicada. Creamos el Foro Social para dar respuesta a todas las ofensivas que nos venían desde el Gobierno. A Zapatero le hicimos una huelga general y a Rajoy dos...".

Compaginó la Secretaría General con la presidencia de Sotermun, la ONG creada por la USO en 1994 para fomentar la solidaridad en el mundo laboral y sindical en medio centenar de países, principalmente en África y Latinoamérica.

"Aunque mi trabajo estaba en Madrid, la familia se quedó en Logroño. Mi mujer era abogada, falleció hace cinco años, y tenemos dos hijos: una chica, que hizo Económicas y un chico, que es periodista".

sindicato. Actualmente, Salazar preside la Comisión de Transparencia Económica de USO, el equipo que se encarga de velar por la buena gestión de los fondos que maneja la organización. Aunque es un cargo que requiere auditar muchas sedes y viajar, y pese a estar muy próxima su jubilación (en julio), sigue viviendo la vida sindical con la misma pasión.

"Cuando vives todo esto con tanta pasión, también te llevas muchos disgustos. El mundo sindical consiste en comerte cincuenta sapos y culebras todos los días (despidos, sanciones, problemas...), pero cuando ganas algunas batallas te compensa tanto sufrimiento".

"No es habitual que te agradezca el esfuerzo, aunque sí que he tenido casos. La gente se tiene que dar cuenta de que, como dice el refrán castellano, 'el que algo quiere, algo le cuesta'. Hay que pelear por lo tuyo y lo que vas a dejar en el futuro a tus hijos. ¿Y qué les vamos a dejar a las nuevas generaciones? Desde luego, no un trabajo mejor que el que nosotros heredamos de nuestros mayores", se lamenta.

Justifica, en este sentido, que muchos jóvenes ya no quieran trabajar. "Muy pocos están satisfechos con el trabajo que hacen y es muy difícil que tengan apego al puesto en estas condiciones. Nada más entrar al mercado laboral reciben una bofetada tremenda, reciben desprecio...".

Lamenta la sensación de "impotencia" que se vive en el mundo sindical. "Ha habido una agresión muy fuerte al sindicalismo a nivel mundial y eso hace que este movimiento tenga incluso mala imagen. Aquí hay una gente extraordinaria que batalla todos los días. El sindicalismo ha existido siempre, de hecho, hace 3.300 años los obreros de las pirámides hicieron una huelga y ganaron los salarios que les debían en grano. Siempre ha habido sindicalismo y siempre lo habrá...".

"Estamos en un momento de mucho cambio, el neoliberalismo de la economía tendrá que parar en algún momento. Empobrece a las mayorías sociales trabajadoras de todo el mundo y enriquece a cada vez menos manos. Esto se tiene que acabar. Necesitamos un buen contrato social para repartir la riqueza".

USO, para colmo, siempre ha estado situada en un escalón inferior bajo las grandes siglas sindicales, UGT y CCOO. "Nosotros nacimos antes que CCOO, impulsados por las nuevas generaciones de trabajadores que no habían conocido la Guerra Civil pero que querían hacer un sindicalismo distinto e independiente de los partidos políticos. CCOO nació de los conflictos que iban sucediendo en las empresas, reuniendo gente de diversas organizaciones. USO sufrió una primera escisión importante hacia UGT y, más tarde, hacia CCOO. Esas sangrías nos debilitaron mucho".

Salazar critica la Ley Orgánica de Libertad Sindical, aprobada con el PSOE y creada por Antón Saracibar, secretario de Organización de la UGT, "con la sola idea de que existiera el bisindicalismo en España. A partir de ahí es muy difícil romper lo que esta Ley impone...".

La USO solo trata de igual a igual a UGT y CCOO en el plano internacional. "Somos miembros de la Confederación Europea de Sindicatos y fundadores de la Confederación Internacional, dos organizaciones muy fuertes. Esto es clave, pues todas las políticas se diseñan en Washington o en Bruselas y hay que estar ahí".

Escándalos. Como 'auditor' de los dineros de la USO en los últimos años, advierte que los que van a "sacar tajada" del sindicato "son las excepciones". "En el tiempo que llevo en la Comisión de Transparencia Económica solo he visto pecata minuta, alguna provincia ha tenido que devolver fondos porque no les ha podido justificar, no porque haya un fraude. La USO no tiene ningún caso en los tribunales, aunque reconozco que, al final, la corrupción nos afecta a todos".

Julio Salazar cree firmemente en el sindicalismo, de hecho, es un estudioso y un gran divulgador del mismo. En breve, ya como trabajador jubilado, ejercerá de sindicalista de base. Lo tiene muy claro: "es mi pasión".