La obra en la calle Vitoria se fija en la Gran Vía de Bilbao

J.M. / Burgos
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La idea pasa por permitir la circulación al transporte público, residentes y usuarios del párking y por hacer de doble sentido la avenida del Arlanzón

Se quiere actuar en el tramo entre el Cid y la calle San Lesmes. - Foto: Valdivielso

Aunque lo que se considera más urgente en el III Plan de Peatonalización es la intervención en la calle Santander, en el equipo de Gobierno no se olvidan de su promesa, recogida en el programa electoral, de «prolongar el paseo del Espolón» para que el inicio de la calle Vitoria, concretamente el tramo comprendido entre la plaza del Cid y la calle San Lesmes, sea semipeatonal y se permita únicamente el paso a autobuses, taxis, residentes y usuarios del aparcamiento de la Plaza Mayor.

El concejal de Urbanismo, Manuel Manso, detalla que esta intervención se ejecutaría en una segunda fase y aquí parece que será clave conocer las conclusiones a las que llega el estudio de tráfico que se quiere encargar.
En este caso, el Ejecutivo municipal se ha fijado en algún tramo de la Gran Vía de Bilbao que cuenta con anchas aceras y con una estrecha calzada, al mismo nivel, que permite el paso del transporte público.

Llegado a este punto, el planteamiento inicial pasaría por convertir la avenida del Arlanzón en una vía de doble sentido de la circulación. La semipeatonalización de la calle Vitoria supondría también que buena parte de la plaza del Mío Cid sería también peatonal.

El programa electoral del PP defiende que tanto esta intervención como la de la calle Santander producirá satisfacciones tanto desde el punto de vista «medioambiental», de cara a la implementación futura de la Zona de Bajas Emisiones, como de «mejora de la calidad de vida de los burgaleses, que tendrán más zonas para el ocio, la compra y el paseo, imitando la senda que ya han seguido las grandes ciudades europeas».

De momento, en el Gobierno de coalición del PP y Vox desconocen con precisión el coste económico de las dos actuaciones y optan por la prudencia y que sea el proyecto de urbanización el que defina con exactitud el desembolso económico que tendrán cada una de estas dos intervenciones para las arcas municipales.