Lejos de ser un incordio, a buen seguro que el intenso aguacero que cayó ayer a mediodía en la capital fue recibido con alegría por los burgaleses. Y es que hay que remontarse muchos días en el calendario para encontrar una jornada como la de este lunes, en la que se registraron hasta 6,8 litros por metro cuadrado de agua durante cerca de tres horas.
La intensa y prolongada sequía que azota a buena parte de la Península Ibérica desde finales de primavera parece estar dando un respiro en este tramo de verano. Ya en jornadas previas Burgos había registrado precipitaciones, pero no de la magnitud de la tormenta que se posó ayer entre las 12 y las 14:30 horas sobre la ciudad. Los casi 7 litros que cayeron son cinco veces más que todo el agua que se acumuló en la base meteorológica que la Aemet tiene en el aeropuerto de Villafría en julio. A lo largo de los 31 días que componen este mes el organismo contabilizó 1,2 litros,
El viento del oeste que trajo la lluvia llegó a alcanzar los 78 kilómetros por hora instantes antes de la caída de las primeras gotas. Tras semanas y semanas sin actividad, algunas alcantarillas sufrieron atascos que generaron grandes charcos, aunque con el paso de los minutos fueron poco a poco desahogando. Fue el caso de las rotondas de Juan Gil, de la avenida de Castilla y León o de algunas calles de la barriada de La Nevera, que sin embargo no provocaron retenciones ni afecciones al tráfico rodado.
Aunque el aviso amarillo que emitió la Agencia de Protección Civil de la Junta de Castilla y León se había extendido en un primer momento hasta las 21 horas, finalmente se desactivó por la tarde. El mercurio pasó de los 21,9 grados que marcaba a las 12 de la mañana a los 15,9 con los que se quedó tras el chaparrón. No obstante, posteriormente volvió a subir hasta los 25,7 grados a las 18 horas.
De cara a los próximos días, la Aemet pronostica que las temperaturas ascenderán nuevamente. De cara a la jornada de hoy martes se esperan 32 grados, mientras que no bajarán de los 25 en lo que queda de semana. Las precipitaciones también serán residuales, al menos hasta el viernes.
Acumulación. Además de los jardines, los parques, los ríos, las calles y los propios ciudadanos, los embalses de Arlanzón y Úzquiza también recibieron cierto aporte de agua. A pesar de que la cantidad también fue insuficiente para paliar la falta de reservas, el sistema burgalés es uno de los que mejor están resistiendo la sequía de toda la región.
De media la cuenca hidrográfica se encuentra al 35% de su capacidad con 1.008 hm3 frente a los 2.877 que tienen de capacidad total. En el caso de la de la provincia, las reservas están al 57,7%, únicamente superadas por las de Salamanca (58,5%). En el de Arlanzón hay 16 hm3 frente a los 22 que puede acumular, mientras que en el de Úzquiza se contabilizan hasta 40 hm3, 35 menos de su límite.