¿Quién quiere esta joya?

I.L.H.
-

Miguel Martín, de ebanistería Guada, pone a la venta la réplica de la entrada al Salón de Recreo del Teatro Principal que realizó su padre entre 1991 y 1996, y que custodia en su taller. En madera de nogal, invirtió 3.500 horas de trabajo

Miguel Martín conserva la pieza en la calle San Pedro de Cardeña. A diferencia de la original, tiene una sola puerta y tallas en los laterales. - Foto: Jesús J. Matías

Ya no quedan ebanistas que tallen la madera como durante toda su vida hizo Santiago Martín Guada. Tampoco hay, probablemente, clientes dispuestos a pagar lo que cuesta esa mano de obra. Cuando el padre de Miguel Martín creó una réplica de las puertas del Salón de Recreo del Teatro Principal no lo hizo con afán de venderlas, sino para demostrar a la ciudad que estaba capacitado para hacerlo y, de paso, decorar la entrada de su negocio, los talleres Guada de la calle San Pedro de Cardeña.

El fundador de la ebanistería que hoy regenta su hijo Miguel enfureció al leer en este periódico en los años 80 que la rehabilitación que precisaba la portada modernista que habría creado Saturnino Martínez en 1904 para el teatro isabelino no podía realizarse en Burgos porque aquí no había profesionales que pudieran llevarlo a cabo.

Y ya que no contaron con él para la restauración, decidió construir una igual. Lo hizo una vez jubilado (desde 1991 hasta su muerte en 1996) y adaptó las medidas a las necesidades que tenía su taller, ya que esa noble entrada iba a dar la bienvenida a sus clientes. En madera de nogal, invirtió 3.500 horas y enriqueció su diseño añadiendo algunas tallas en los entrepaños que corresponden a las de las puertas del Ayuntamiento. Además, en lugar de dos puertas lo dejó en una y eludió incluir la leyenda ‘salón de recreo’ porque en su lugar preveía poner el nombre del taller.

Su muerte, sin embargo, truncó esos planes. La puerta se quedó sin el barniz final porque sus hijos barajaron trasladarse a una nave en Villalonquéjar y vendieron parte del taller (concretamente la zona en la que estaba prevista colocar la entrada de madera). Finalmente su hijo Miguel Martín mantiene el negocio en la calle San Pedro de Cardeña -aunque de «manera provisional» porque el local no es suyo- y allí descansan y custodia las puertas de su padre.

«Si lo he puesto a la venta es porque me gustaría que en lugar de estar aquí, cogiendo polvo, sirva de entrada a algún establecimiento o institución para que pueda admirarse la obra de mi padre», afirma orgulloso de una pieza que no está al alcance de cualquier ebanista.

[Más información, en la edición de papel de hoy de Diario de Burgos]