La cultura del vapeo prospera en Burgos

GUILLERMO ARCE / Burgos
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Consumo y Sanidad reconocen que no han impuesto multas por la comercialización de los dispositivos «susceptibles de liberación de nicotina», de fácil acceso para los menores

Hay 450 patentes de vapeadores registrasdas y cerca de 15.000 sabores diferentes. - Foto: DB

Vapeadores con personajes de dibujos animados como regalo de primera comunión a una niña. La imagen, viralizada a través de las redes sociales en los últimos días, no es imposible en Burgos. La comercialización de estos dispositivos «susceptibles de liberar nicotina» se ha universalizado a través de internet y también del pequeño comercio a pie de calle. La ausencia de una regulación actualizada a los nuevos hábitos de consumo da vía libre a lo que los colectivos implicados en la lucha contra tabaquismo consideran una nueva puerta de acceso a la adicción, especialmente para los segmentos de población más vulnerables: los niños y los adolescentes.

De entrada, las autoridades de Consumo, dependientes de la Junta de Castilla y León, aseguran que no han tramitado una sola multa en Burgos (ciñéndose a la legislación vigente) por la comercialización o el etiquetado de este tipo de productos. 

Tampoco hay denuncias por parte del Servicio Territorial de Sanidad, desde donde detallan que sí hacen inspecciones periódicas en centros y establecimientos sanitarios y en establecimientos de hostelería. En las mismas se comprueba si está la cartelería expuesta en los centros sanitarios y, en el caso de la hostelería, se controla si la venta se restringe a mayores de edad, si es a través de una máquina expendedora y si esta está accesible o con algún dispositivo que limite su uso.

Sanidad realizó el pasado mes de febrero una recogida de muestras de una marca de cigarrillos electrónicos, ordenada por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), «para comprobar que no excedían en la cantidad de nicotina que llevan», explican desde el Servicio Territorial de Sanidad, que no aporta más detalles sobre los resultados de las pruebas. 

La Junta mantiene en su página web una campaña divulgativa en la que insiste en el mensaje de que vapeadores y cigarrillos electrónicos no son inocuos para quien los consumen ni para las personas de alrededor, no está demostrado que sean menos nocivos que el tabaco o que ayuden a dejarlo y tienen un impacto negativo en la población joven.

La venta en estancos, comercios es totalmente legal, aunque está prohibida para menores de 18 años, misma prohibición que tenía que imperar en el comercio digital y en aquellos establecimientos, como los bazares, las tiendas de golosinas o los bares, donde se ha denunciado puntualmente su venta en los últimos tiempos.

Sin embargo, como ya ocurre con el alcohol en los supermercados, estos dispositivos llegan a mano de los menores con la intermediación de los adultos, que consideran erróneamente inocuos unos vapeadores sobre los que existen 450 patentes registradas y que permiten disfrutar de más de 15.500 sabores, entre ellos los de vainilla, mentol, chocolate, canela o diferentes frutas y que también pueden liberar nicotina. Hay miles de alertas sanitarias en torno a estos productos recogidas en la web del Ministerio de Sanidad. 

La Junta ya advierte en su campaña de que «algunas informaciones sobre los cigarrillos electrónicos pueden ser incorrectas y responden a intereses de tipo comercial». 

Usar y tirar. El aparente juguete se enmarca dentro de los nuevos productos electrónicos relacionados con el hábito de fumar. De hecho, es fácil ver un vapeador con sabor a fresa 'cero nicotina' conviviendo en el mismo estante del estanco con otro que sí contiene nicotina o con los dispositivos de tabaco calentado, llamados a sustituir en el tiempo al cigarrillo tradicional.

Dentro de este segmento de comercialización más reciente, el producto más consumido en Burgos son los cigarrillos electrónicos de usar y tirar (tras someterlos a 500-600 aspiraciones). Cuestan en torno a los 8 euros, un precio asequible para todos los públicos, aunque su venta está prohibida para menores de 18 años. 

Sanidad advierte que el vapor que se inhala en estos dispositivos «habitualmente contiene nicotina», sustancia cancerígena y adictiva, que precede al consumo de tabaco o cannabis, subrayan las autoridades sanitarias.

La Ley 28/2005, de 26 de diciembre, de medidas sanitarias frente al tabaquismo y reguladora de la venta, el suministro, el consumo y la publicidad de los productos del tabaco habla de los cigarrillos electrónicos y deja claro en qué lugares está prohibido su consumo, los mismos que con el consumo de tabaco. 

Estancos. La venta de vapeadores y de los dispositivos de tabaco calentado es ya una parte del negocio de los estancos; aún pequeña, pero en crecimiento. Unos lo ven como una moda que pasará con el tiempo, aunque muchos otros creen que está en camino de asentarse.

Hay gente que los compra como alternativa para dejar de fumar, porque son más baratos en comparación con el tabaco tradicional e incluso hay un segmento de adultos que los consideran como un juguete para todos los públicos sin tener en cuenta los peligros que conllevan para los más vulnerables. 

En el sector, explican, están pendientes de una nueva legislación que solo permita la comercialización de este tipo de productos exclusivamente en los almacenes fiscales, los mismos que gestionan el negocio tradicional del tabaco.

Alertas. Desde la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) urgen actualizar una Ley del Tabaco que tiene más de diez años de vigencia, algo en lo que coinciden sociedades científicas y colectivos de no fumadores. 

«Tuvimos una de las mejores leyes, pero desde 2010 han pasado muchas cosas», apunta la psicóloga Cristina Sota, experta en psicooncología de la AECC, quien advierte que el 40% de los jóvenes han probado los nuevos dispositivos en el último año, dispositivos que son «inhaladores de productos que ni sabemos...». 

«Si un adolescente no empieza a fumar antes de los 20 años no lo va a hacer nunca. El 98% de la gente que fuma lo hace antes de esa edad, por lo son un objetivo para la industria del tabaco, que tiene que reemplazar a la gente que muere y a la gente que deja de fumar. Necesitan consumidores», alerta la psicóloga.

Sota recuerda asimismo que en 2005 ya se prohibió la venta de cigarrillos de chocolate, de plástico o de juguete, entre otros productos vinculados al tabaco, pero no ha ocurrido lo mismo con los cigarrillos electrónicos «sobre los que no hay percepción de riesgo entre los jóvenes. No los ven peligrosos, consideran que es fácil dejar de utilizarlos, no creen que sea la vía de entrada al tabaco...».