La firma italiana Morato Pane no se ha librado de sufrir las consecuencias del conflicto militar en Ucrania y en 2022 se vio obligada a enfrentarse a un aumento descontrolado de los precios. Para una empresa que arrastraba en la planta de Briviesca «consecuencias negativas no solo a nivel económico por las pérdidas que se generaban, sino a nivel de calidad del producto, ya que los parones generados por el ERTE en las líneas repercutían sobre el producto final», expuso en su momento Elisa de Torres Martínez, directora general en España, el primer semestre del pasado año resultó fatal ya que se registró una bajada en la producción del 20%.
No obstante, y a pesar de que en los «últimos meses la situación mejoró, se prevé recuperar la carga de trabajo con la incorporación de cuatro nuevas referencias», manifiesta a este medio el presidente del comité de empresa y representante de USO, Roberto Alonso.
Desde la dirección de la compañía han apostado por «comenzar a elaborar otros productos, como palmeras para un nuevo cliente del que no podemos adelantar ningún tipo de información», explica el portavoz, y otros tres más. «Continuaremos fabricando sobados pero los ofreceremos en un envase más pequeño de 18 unidades», añade. Si bien, el hecho de que la cartera de clientes aumente «no traería consigo más empleos pero si repercutirá en que no necesitaremos ampliar el ERTE en diciembre», aclara.
Ha pasado más de un año desde que Morato, que adquirió en enero de 2021 la fábrica briviescana de Cerealto Siro Foods, anunciara el despido de 42 trabajadores, 31 de mano de obra directa y 11 de mano de obra indirecta. Tras meses de angustia y una dura negociación entre la dirección general y el comité de empresa, 21 empleados solicitaron el despido voluntario, de los que finalmente se han llevado a cabo 11. Ante la gran cantidad de peticiones, la compañía estudió a nivel operativo y económico si tantas destituciones resultarán viables y comprobó que no. Si bien, el representante sindical recuerda que tras las elecciones, celebradas el pasado lunes, «tenemos intención de iniciar la negociación del convenio. Por el momento se mantienen los términos que fijamos pero hay mucho que hablar», matiza.
La propuesta de salida de los empleados iba aparejada a otras circunstancias ajenas a la voluntad empresarial, como la subida del precio de la materia prima -requerida para elaborar los artículos- y el aumento generalizado de la energía. Finalmente, lograron acordar una indemnización de 45 días de salario por año de servicio con un tope de 42 mensualidades, que entró en vigor el pasado 30 de abril.
Asimismo, con el objetivo de reducir las extinciones contractuales lo máximo, ambas partes pactaron modificar el Expediente de Regulación Temporal de Empleo vigente con el objetivo de flexibilizar las medidas pactadas en su momento. Para lograrlo suprimieron la bolsa de horas a cargo de la empresa, la cual era requisito previo a la aplicación del ERTE, así como la ampliación de los días en que se puede materializar la medida y las jornadas de preaviso de afectación a los trabajadores. También acordaron mantener el compromiso empresarial de no plantear ERE o despidos objetivos hasta el 31 de diciembre del ejercicio actual.
Mejoras. La directora general de la compañía manifestó a DB que uno de los problemas que presenta la planta guarda relación con la antigüedad de las instalaciones. Para atajar dicho obstáculo, Morato ha dado los primeros pasos e instalado un sistema contra incendios y un depósito en el que se almacena agua para utilizar en caso de que se genere un fuego. Según Roberto Alonso, que asegura no disponer de las cifras de las inversiones, «queda la segunda parte de la actuación, que consistirá en colocar pulverizadores en el interior de la planta, la sustitución del tejado y colocación de placas solares».