La naranja se quedó sin zumo

DIEGO ALMENDRES / Burgos
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El descalabro de Ciudadanos pone fin a ocho años de protagonismo en las instituciones. La formación que cogobernó en el Ayuntamiento y en la Diputación de Burgos deja una trayectoria trufada de vaivenes y cambios de paso

Marañón y De la Rosa sellan el acuerdo alcanzado por los presupuestos de 2020, el paso previo a la incorporación de Cs al equipo de Gobierno. - Foto: Valdivielso

Un ciclo político es un mundo, pero Ciudadanos demostró durante sus ocho años en la cresta de la ola su capacidad para adaptarse como un camaleón y encontrar la mejor sombra en cada momento. Nadie podrá negar a esta formación la destreza para jugar sus bazas como el tahúr más habilidoso, hasta que quedó fuera de la partida agotadas todas las ganancias y sin más ases que mostrar.

El batacazo anunciado en las elecciones del 28-M tanto en Burgos como en el resto del país dejó al partido liberal fuera de las instituciones y la posterior renuncia a participar en las próximas generales del 23 de julio confirma el adiós de un proyecto que desde el primer día no dejó indiferente.

Decisivos por su maniobra inesperada en la formación de la Corporación municipal de 2015, en 2019 apoyaron un entendimiento infructuoso con PP y Vox para formar en 2020 un bipartito con elPSOE después de tejer un intento de moción de censura y de aspirar hasta el final a la Alcaldía. Todo, formando parte del Gobierno de la Diputación con el PP y yendo de la mano en Castilla y León con la misma fuerza política hasta el adelanto electoral.

Ya sin representación en la administración local y provincial, hay que hacer un ejercicio de memoria para recordar los tiempos en los que Ciudadanos tuvo una diputada en el Congreso por Burgos, aunque fuera por seis meses. Atrás quedan ocho años en los que Cs tocó techo de manera meteórica con una forma de hacer política que ha perdido la confianza de los votantes. 

Sus cambios de postura y los problemas internos sufridos en los dos mandatos consecutivos no fueron obstáculo para que los naranjas tocaran poder en las tres administraciones. Su rápido crecimiento coincide con su abrupta desaparición -al menos, por el momento- del mapa político.

1.- Estreno con el 'Bañerazo'. Con el bipartidismo tocado, la irrupción de Podemos en la izquierda dio paso a un nuevo escenario en el que el centro-derecha cedió un espacio decisivo al proyecto naranja, representado en clave nacional por la figura de Albert Rivera. Ciudadanos dio el paso en las elecciones municipales de 2015 y lo hizo con toda la fuerza al sumar cuatro concejales en la capital.

Su candidata, Gloria Bañares, entró en el Salón de Plenos del Ayuntamiento junto a sus compañeros Vicente Marañón, Jesús Ortego y Silvia Álvarez de Eulate en una posición de fuerza que no tardaron en explotar.

Las primeras conversaciones mantenidas con el Partido Popular para garantizar un acuerdo de investidura -nunca de gobierno- apuntaron a un entendimiento rápido a tenor de las reacciones recogidas durante aquella primera semana del mes de junio.

El candidato a la reelección, Javier Lacalle, y el PP asumieron su situación ante las condiciones marcadas por Ciudadanos. Mientras tanto, Bañeres también se sentó a negociar con el PSOE (liderados por Daniel de la Rosa) y con Imagina (representada por Raúl Salinero). Los partidos de izquierdas llegaron pronto a un pacto al que quisieron sumar a los naranjas para evitar que Lacalle mantuviera su condición de alcalde.

Se acercaba el día de la investidura y las negociaciones continuaron en busca de la abstención de los naranjas. El protagonismo en la Junta de Gobierno y los detalles sobre los ediles liberados eran las únicas dudas por resolver en el sprint final, hasta que Bañeres dio un giro inesperado al romper el diálogo con los populares y presentarse como opción a la Alcaldía a pesar de encabezar a la lista menos votada.

PSOE e Imagina debían decidir si apoyaban la maniobra para dejar fuera a Lacalle o si mantenían una hoja de ruta que llevaría a un gobierno en minoría. Después de exigir «unos compromisos mínimos» en primera instancia,De la Rosa y Salinero descartaron ese 'gobierno de concentración' y desactivaron un 'Bañerazo' que tuvo otras consecuencias.

2.- Álvarez de Eulate. No fue la mejor carta de presentación de la formación liberal. Tanto fue así que Silvia Álvarez de Eulate se desmarcó de estas estrategias y su situación en el partido generó una conflicto interno que enrevesó aún más la situación.Y es que su voto a favor de De la Rosa en la sesión de investidura habría cambiado la historia.

Finalmente, Javier Lacalle se mantuvo en el cargo al liderar la lista más votada. Comenzó así un mandato en el que Ciudadanos fue protagonista. Incluso, escuchó la postura de PSOE e Imagina en los movimientos iniciados a finales de 2016 para impulsar una alternativa.

Desautorizados por la dirección nacional a sumarse a este movimiento, Bañeres insistió en esta vía junto a la izquierda hasta que en el comienzo de 2017 se descartó este camino y Lacalle llegó a la meta del segundo mandato.

3.- Primarias de 2019. El ciclo político llegaba a su fin y era el momento de marcar las líneas maestras de la estrategia en un año clave con convocatorias para las elecciones municipales, autonómicas y nacionales. Cs también vivió un momento convulso antes de las campañas. La candidatura de Silvia Clemente en las primarias ya levantó ampollas en el partido tras su llegada desde el Partido Popular y el proceso tuvo un final inesperado. La expresidenta de las Cortes de Castilla y León fue proclamada vencedora, pero los resultados fueron invalidados tras el rastro de fraude y Francisco Igea fue el candidato a la Junta de Castilla y León.

Posteriormente, Igea, que contradijo su palabra, y Cs formaron parte del gobierno regional durante el periodo de pandemia, hasta que en diciembre de 2021 fueron destituidos los cuatro consejeros antes de la convocatoria de elecciones anticipadas tras haber salvado al PP de una moción de censura.

Para entonces se barruntaba el principio del fin de Ciudadanos, como demostraron las urnas al mantener solo a Igea como representante en Castilla y León. En Burgos, sin embargo, el partido aún tuvo margen para disfrutar del protagonismo buscado en el Ayuntamiento y en la Diputación.

4.- Marañón, vicealcalde. Esa aparición de Silvia Clemente provocó la renuncia de GloriaBañeres a la Alcaldía de Burgos y Vicente Marañón tomó el relevo como candidato de Cs en las municipales de 2019. La entrada de otro jugador en la partida, Vox, complicó aún más la situación y la sesión de investidura tuvo de nuevo un relato sorprendente.

Ciudadanos estaba en la tesitura de elegir al PSOE o pactar con los populares y Vox. Sea como fuere, su papel era decisivo y en Valladolid trataron este asunto con el PP. El enfado de los socialistas adelantaba un acuerdo de alcance regional y nacional por el que Marañón sería el alcalde de Burgos, pero Vox rompió esta opción al no considerarse valorado y sus dos concejales rompieron la disciplina de partido en un movimiento que cedió el poder a Daniel de la Rosa.

Este desenlace dejó un gobierno del PSOE en minoría y Ciudadanos jugó esa opción para dar el salto en 2020. La negociación de los presupuestos fue el trampolín para acelerar unas conversaciones que dieron forma a un bipartito ya a punto de disolverse tras el 28-M. 

Durante tres años, Vicente Marañón fue vicealcalde de la ciudad y asumió la responsabilidad en cargos estratégicos fundamentales comoPromueve, mientras que Miguel Balbás, Rosa Niño y Rosario Pérez Pardo entraron en el equipo de Gobierno para llevar concejalías relevantes como Culturas, Comercio, Obras Públicas yLicencias.

5.- El caso Rodríguez-Vigil. Un año después de sellar el bipartito, las diferencias mostradas por Julio Rodríguez-Vigil con el equipo de Gobierno acabaron en una sonora expulsión por el supuesto trato de favor a un hostelero. El concejal salió de Cs y del gobierno para continuar como no adscrito hasta prácticamente el final del mandato. Mientras, el caso sigue su curso en el juzgado.

6.- Lorenzo Rodríguez, con el PP. La formación naranja también cogobernó en la Diputación, aunque esta vez lo hizo con el PP. Además de ostentar la Vicepresidencia, Lorenzo Rodríguez también tuvo la máxima responsabilidad en la Sociedad de Promoción de la Provincia de Burgos (Sodebur) y fue alcalde de Castrillo Mota de Judíos. El pasado mes de enero renunció a todos sus cargos tras superar en julio de 2022 su intención de dimitir como responsable de Personal al no conseguir sacar adelante la nueva relación de puestos de trabajo.

7.- Diputada vista y no vista. Cs vivió su momento álgido en la primera convocatoria de un complejo 2019. Sus buenos resultados en las municipales y autonómicas tuvieron su efecto en las generales de abril. Tanto fue así que su cabeza de lista por Burgos alCongreso, la madrileña Aurora Nacarino-Brabo, fue diputada por unos meses. Y es que en la repetición electoral de noviembre los naranjas se dejaron casi tres millones de votos en todo el país.

8.- Turno para Pérez-Pardo. En pleno runrún por el anunciado descalabrado electoral, Ciudadanos aún tenía reservado un último golpe estratégico al prescindir de Vicente Marañón en las elecciones del 28-M.Rosario Pérez Pardo asumió la condición de cabeza de lista en el momento más delicado del partido y basó su campaña en la capacidad de la formación para ser decisiva en el Ayuntamiento.

Sin embargo, no hubo el menor margen para la sorpresa. Como muestra, la presencia de Francisco Igea en el último acto electoral solo sirvió para torpedear las líneas maestras del programa de Ciudadanos en Burgos. Un epílogo que resume la decadencia de un partido que después de ocho años perdió toda su influencia en las instituciones y en la sociedad.