El polvorón del último recurso

G. ARCE / Burgos
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San Pedro de Cardeña acoge estos días un mercadillo de dulces cuyo fin último es reportar ingresos para la supervivencia de 24 monasterios y conventos repartidos por 14 provincias

Las ventas de los dulces cubren las necesidades básicas de los conventos de monjas donde se elaboran de la forma tradicional. - Foto: Luis López Araico

La abundancia y extraordinaria riqueza y variedad de productos que muestra el mercadillo de dulces que estos días acoge San Pedro de Cardeña oculta una cruda realidad:los 25 monasterios y conventos que los elaboran de manera tradicional están al límite de su supervivencia y necesitan de estas ventas estacionales de la Navidad para poder sobrevivir el resto del año. Roberto de la Iglesia, anfitrión de esta iniciativa y abad del monasterio burgalés, tiene los números bien grabados en su memoria: cada año se cierran una media de 25 monasterios en España. 

La iniciativa comercial, impulsada por Cecilia Cozar, de la Fundación de Clausura, y fray José Luis, monje de Cardeña, nació con la pandemia y en un momento de extrema necesidad de muchas comunidades de religiosas. «Ya no conseguían más donativos, ni tampoco podían vender más de lo que les permitía el día a día del torno de la clausura, por eso decidimos reunir la máxima oferta posible para traerla a Burgos», explica Cecilia.

Para hacerse una idea de lo que se puede adquirir en San Pedro de Cardeña, en el mercadillo están reunidos el legado culinario de ocho órdenes religiosas diferentes (cistercienses, jerónimas, clarisas, carmelitas descalzas y carmelitas de la antigua observancia, agustinas, salesas y capuchinas) y de 25 monasterios y conventos repartidos por 14 provincias españolas (Granada, Sevilla, Jaén, Badajoz, Ciudad Real, Toledo, Ávila, Valladolid, León, Palencia, Cantabria, Zaragoza, Huesca y Burgos).

No es cuestión de elegir un producto, porque todos son excepcionales, elaborados manualmente por las monjas y con fórmulas que se remontan muchos siglos atrás. En San Pedro de Cardeña no hay torno de clausura y no es difícil ver al abad y sus hermanos acompañar al público para explicarles la vida y los sacrificios que hay detrás de cada caja de alfajores, de turrón, de mazapanes, de yemas, de chocolates, de polvorones, de rosquillas, de pastas, de mermeladas...

El Mercadillo ocupa la sala de conferencias (junto a la iglesia) hasta el próximo domingo 17 y se rige por el horario del monasterio, de 11,00 a 13,30 y de 16,30 a 18,30 horas. 

El bizcocho marroquí de las monjas concepcionistas de Osuna (Sevilla), elaborado en horno con una receta secreta que data del siglo XVII, es uno de los dulces estrella. Su elaboración se vincula al dulce llamado 'pan de Castilla', originario de Burgos y que incluso se llegó a comercializar en Japón en los siglos XVI y XVII y hoy se consume bajo el nombre de 'Castella'. 

Hasta 2014 se elaboraba en un convento de Écija, ya cerrado. La monja burgalesa sor Pilar legó a sus 94 años los secretos de este bizcocho a sus hermanas de Osuna, salvando la receta de su total desaparición y permitiendo a estas monjas unos ingresos que son vitales para la subsistencia de la comunidad.

«Cuántas veces nos lloraba sor María Dolores por los problemas económicos que atravesaban en Osuna, sobre todo por el coste de las obras de restauración de tejados, muros, claustros..., y por la paulatina desaparición de los bienhechores, de los donantes... De esta llamada surgió este Mercadillo en 2020... Hay que tener en cuenta que la comercialización de sus productos es un tema que supera a unas monjas que viven en la clausura y que les cuesta mucho cambiar...», detalla Cecilia Cozar, que integra también la Fraternidad de Laicos del monasterio de Cardeña.

Agrupación. El abad, fray Roberto, insiste en la importancia de agrupar y unir a los monasterios y conventos para garantizar su continuidad. En nuestro país, enumera, se mantienen unos 700 habitados por monjas y monjes, pero el presente siglo se comenzó con 950... «A pesar de los números, dentro de los monasterios hay mucha vida», sentencia.

En San Pedro de Cardeña, por ejemplo, viven actualmente 16 hermanos, cuyas edades oscilan entre los 27 y los 94 años. «Realizamos productos propios para su venta al público en la tienda y también obtenemos ingresos con las visitas turísticas, la hospedería y con lo que cobran de pensión los monjes más mayores. Con todo eso tenemos para el gasto diario. Las reparaciones es imposible abordarlas, aunque todavía hay benefactores que nos dan donativos y nos ayudan». 

«Las administraciones -reconoce el abad- son otra cosa: de vez en cuando nos dan alguna ayuda y poco más, tampoco nosotros queremos ir a pedir todos los días».