Los paquetes, otro negocio de decenas de comercios en Burgos

GUILLERMO ARCE / Burgos
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Más de medio centenar de pequeños establecimientos participan en la red de recogida y entrega de envíos de las ventas online en la ciudad, una actividad que no deja de crecer y generar tráficos

Rocío Saiz (Calzaditos): «Se notan mucho las promociones de las grandes franquicias textiles y las rebajas». - Foto: Patricia

Librerías, papelerías, zapaterías, tiendas de chuches, estaciones de servicio, tiendas de reparación de calzado, ultramarinos, boutiques de lencería, panaderías, herboristerías, locutorios, bares, estancos y un largo etcétera más de establecimientos forman parte de la red de puntos de recogida y entrega de paquetes que se reparten por toda la geografía urbana Burgos. Es el segundo negocio para muchos pequeños autónomos, actividad que no ha dejado de crecer tras la pandemia y que se ha convertido en estratégica para la conocida como 'última milla' del comercio electrónico.

Son miles de paquetes diarios, de todos los tamaños, pesos y procedencias, gestionados por medio centenar de comerciantes a pie de calle para las grandes compañías de transporte paquetería. Tiendas reconvertidas en almacén estratégicamente ubicadas en los diferentes barrios que prestan un servicio vital para los repartidores en furgoneta, atendiendo las compras del comercio electrónico de los vecinos cuando el destinatario no está en su domicilio o tramitando las miles de devoluciones que generan las compras por 'clic', entre otra variada operativa.

El contexto de este negocio auxiliar es gigantesco: el comercio electrónico movió casi 19.000 millones de euros en España solo en el último trimestre de 2022, lo que supone un crecimiento anual del 28'8%. Hoy más de 24 millones de españoles compran de forma online, realizando una de cada cinco compras de forma digital.

Marina del Río (T2 fotocopias): «Nos pagan unos céntimos de euro por paquete tramitado y la recogida nos genera compras en la papelería».Marina del Río (T2 fotocopias): «Nos pagan unos céntimos de euro por paquete tramitado y la recogida nos genera compras en la papelería». - Foto: Patricia

El pequeño comerciante que nos ocupa apenas cobra unos céntimos de euro por operación (que pueden ser más, en algunos casos, dependiendo del tamaño del paquete), pero, como los números indican, son decenas de operaciones cada día, centenares al mes y, sumando y sumando, este servicio extra no hace rico a nadie, pero sirve para pagar alguna de las principales facturas del negocio.

La gestión de la paquetería ocupa espacio, mucho tiempo y genera algún que otro disgusto, pero también permite atraer mucha clientela, darse a conocer y propiciar una cercanía y una complicidad con el cliente que solo se consigue en el comercio de proximidad, aunque sea a costa de hacer mucho más grande a las ya de por sí gigantescas plataformas del comercio electrónico.

Marina del Río, de T2 Fotocopias, ubicada en la calle San Pablo, trabaja entre máquinas fotocopiadoras, estantes de libros y bolígrafos, rotuladores y lápices como punto de recogida exclusivo de Inpost, lo que supone la gestión de los envíos y su custodia durante 7-8 días hasta su entrega al cliente final. 

Yolanda Díez (La Bruji Yoli): «La gestión de pedidos en la tienda es una pequeña ayuda que me permite darme a conocer y conocer a gente».Yolanda Díez (La Bruji Yoli): «La gestión de pedidos en la tienda es una pequeña ayuda que me permite darme a conocer y conocer a gente». - Foto: Patricia

A la copistería llegan unas sacas de tela precintadas cada mañana, que Marina abre para pasar por el escáner cada envío que contienen. Automáticamente, el mensaje llega al cliente final. «Gestionamos unos 20 paquetes cada jornada, la mayoría de los vecinos de la zona, que saben que en horario de comercio tienen aquí su pedido», explica.

Es una actividad que no ha dejado de crecer, y no solo por los pedidos a Amazon (siempre hegemónicos) y a las principales franquicias de moda y complementos, sino también por las ventas entre particulares de productos de segunda mano. «Vienen a por el paquete y siempre compran algo que necesitan o se les había olvidado. La paquetería no supone mucho para nuestro negocio, pero te sitúa en el mapa urbano y te da publicidad», reconoce.

En Zapatería Calzaditos, en la calle Salas, dejan sus envíos UPS, DHL, Boyaca, Celeritas y GLS. Su dueña, Rocío Saiz, ya estudió este asunto antes de abrir el negocio, con los Puntos Kiala, hoy en manos de UPS. «Envié un correo electrónico, pero tardaron meses en contestar. Me dijeron que necesitaban a alguien por la zona (Sur) porque la paquetería iba a más».

«Son clientes que seleccionan mi negocio, gente del barrio y aledaños, para dejar los pedidos de compra. Las agencias también me utilizan como punto de conveniencia cuando se encuentran con las casas vacías», reconoce.

Rocío gestiona todo el tráfico desde su móvil, donde reúne cinco aplicaciones diferentes. «Noto mucho las promociones que hacen las grandes compañías textiles, los Black Friday, las rebajas y las Navidades. El fin de año y el principio de año son los periodos de más actividad», añade. «En mi caso, mucha gente joven viene a por los paquetes y no son los clientes de una zapatería infantil, pero siempre se vende algo y también puedo pagar parte de la factura de la luz».

Yolanda Díez, de La Bruji Yoli, en la calle Molinillo, empezó con la paquetería el Black Friday anterior a la pandemia y hoy los envíos de Seur y de Inpost se acumulan en su pequeño negocio entre chuches, barras de pan, periódicos, libros, cartulinas de colores y un largo etcétera de mercancía.

«Aquí vive gente joven y muchos matrimonios con hijos y me pedían este servicio y por ellos me decidí. Es una pequeña ayuda que me permite darme a conocer y conocer a gente. A mí me gusta tratar con los vecinos y estoy muy contenta, aunque algún lío he tenido», explica Yolanda, que ha notado mucho las ventas de segunda mano entre particulares a través de las plataformas especializadas, además de Amazon. 

La paquetería aporta mucha comodidad, pero también genera muchas quejas, por problemas en los envíos, por errores o defectos en los productos transportados, por malentendidos en las entregas... A los puntos de recogida también llegan clientes malhumorados o exigentes que se creen que el comerciante y la compañía de reparto o el comercio electrónico son la misma empresa. 

Los bares y cafeterías, referentes siempre para la vida de los barrios y con horarios mucho más amplios que los comercios, suelen utilizarse para este reparto. Algunos han llegado a profesionalizarse y cobrar por este servicio porque veían que muchos vecinos, incapaces de recoger un envío, le decían al repartidor 'que lo dejasen en el bar de la esquina'. 

«Te traen paquetes porque sí, el repartidor cierra el envío y yo me quedo con un encargo para una persona que puede que ni conozca en la mayoría de los casos. Nos planteamos alcanzar un acuerdo con una compañía de reparto, pero finalmente hemos decidido no aceptar ningún tipo de pedidos. No es nuestro trabajo», explica un conocido hostelero de la ciudad.

Otros aseguran que es imposible atender el trajín de un bar con clientes que vienen a recoger algo, que se quejan por una devolución «o que te dejan el paquete llenando el negocio hasta que les da por venir a recogerlo...».