El tesoro es buscarlo por Revenga

B.A. / Burgos
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La Casa de la Madera ofrece la posibilidad de jugar al Pelendocaching, que consiste en seguir un mapa para encontrar cajas por el entorno del Comunero con el fin de conocer más este espacio y su historia

Lorena y Rosa, mapa y móvil en mano, salen de la Casa de la Madera para comenzar a jugar a esta versión pelendona de geocaching, donde se aprende más sobre la historia y habitantes de este lugar. - Foto: F2 Estudio

El tesoro buscado es poder jugar a encontrarlo en un paraje como Revenga. Parece un acertijo, pero la explicación está detrás del Pelendocaching,  una propuesta que nace desde la Casa de la Madera y con la que  invitan a encontrar cajas por todo el entorno del comunero siguiendo unos mapas que te llevan hasta ellas. «Para resumirlo, es como una búsqueda del tesoro», comenta Miguel González, que desde hace 15 años gestiona esta casa del parque y que ideó el juego en el 2020, cuando los monitores, por la pandemia, no podían acompañar a los visitantes. «Tuvimos que buscarnos la vida para ofrecerles la posibilidad de seguir haciendo actividades como siempre pero sin nuestra presencia, y entre otras, surgió esta».  

El origen de esta versión pelendona -en honor al pueblo celtibérico que habitó la zona- es el geocaching, una iniciativa global a la que se puede jugar, casi, en cualquier punto del mundo. En este caso, siguiendo unas coordenadas GPS, se pueden buscar esas cajas escondidas por otras personas que después suben esas indicaciones a la red. Normalmente contienen un cuaderno para que el que las descubra deje registrado que lo ha hecho. «También se puede coger alguno de los objetos que hay en ellas siempre y cuando se deje otro», detalla Miguel en relación a la iniciativa original. 

En el caso del Pelendocaching, del que ya hay tres versiones, su objetivo no sólo es enorgullecer a aquellos que con su pericia logran dar con ellas, sino que trata de fomentar otros aspectos, como que los participantes conozcan todo el entorno, su historia, los pobladores que lo han habitado durante siglos o aspectos relacionados con el mundo forestal y su gestión. «El fin es pasárselo bien y sólo el hecho de poder jugar en un sitio como Revenga, que es extraordinario, ya es un premio y merece la pena en sí», comenta Miguel, que detalla que el contenido de las cajas suele ser didáctico, pero que también a veces  incluye «ciertas gamberradas o cosas divertidas». 

Cada una de las versiones tiene una temática, un recorrido y un tiempo de realización diferente. La primera, la que diseñó junto a Palma Aparicio en el 2020 y que invita a descubrir 7 cajas en 7 localizaciones distintas, exige invertir unas dos horas para completarse. «Está inspirada en los antiguos pobladores de Revenga. Contamos su vida, costumbres y como se convivía en los poblados durante la Alta Edad Media y la cajas están colocadas en los sitios más emblemáticos de Revenga». Un año después, y «ante la inesperada avalancha de jugadores y su demanda», crearon la segunda versión. Esta vez con 3 cajas y un tiempo estimado de 50 minutos para su búsqueda. «Está ambientada a mediados del siglo XX y el visitante encuentra en las cajas información sobre etnografía y trabajos forestales. Se supone que un descendiente de aquellos pelendones, siete siglos después, visita el poblado y deja esas cajas escondidas». 

Lo interesante de este juego, según relata su creador, es que no es necesario hacerlo entero. «Puedes buscar sólo dos o tres cajas con niños más pequeños y también hay grupos que hacen la mitad del recorrido, paran a comer y luego siguen en la búsqueda». En el caso de las dos primeras sí hay una forma de comprobar que se han descubierto todas. «En cada una hay una palabra y si se juntan todas se puede construir una frase, es nuestra forma de control», relata Miguel, que explica que el juego no se ha diseñado para hacerlo a la carrera, sino para disfrutarlo, «aunque cuando vienen chavales de institutos se nota entre ellos esa competitividad por tratar de terminarlo antes». 

La tercera versión, que han puesto en marcha hace sólo unas semanas, es «una ida de olla», bromea Miguel. En este caso ha pegado un salto de 500 años en el tiempo para mostrar «con poco rigor científico y con mucho sentido del humor» como puede estar el comunero, la Casa de la Madera o la ermita de la virgen de Revenga dentro de cinco siglos, y como afecta el cambio climático a todo el entorno.

¿Y qué hay que hacer para poder jugar? La mejor opción es acercarse hasta la Casa de la Madera, allí Miguel da las indicaciones y te deja un mapa donde aparece señalado el lugar  aproximado donde se encuentran las cajas además de las coordenadas que hay que introducir en la aplicación Maps del móvil para que te vaya guiando hasta ellas. «Cuando te vas acercando, los dos puntos se solapan en el mapa de la pantalla. Eso significa que la caja está entre 2 y 3 metros alrededor y es cuando ya hay que buscar sobre el terreno», detalla Miguel, que puntualiza que «la dinámica es sencilla». Una vez descubierta, se abre, se lee el contenido y se vuelve a dejar donde estaba, lista para ser buscada por los siguientes. 

Hay quienes ya conocen la dinámica del juego y se descargan los mapas desde Telegram o la web.