Con una pala, muchas manos y gorro vaquero

B.A. / Burgos
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Se cumplen 10 años de la restauración de las dos primeras tumbas en el cementerio de Sad Hill, donde ahora hay 4.500. Se ha convertido en un reclamo turístico y plató de películas y videoclips

Sergio, David y Antonio, esta semana en una foto donde se aprecia la espectacular transformación. - Foto: f2estudio

Las generaciones de las últimas décadas del siglo XX del entorno del valle del Arlanza han convivido sin quererlo con una película El bueno, el feo y el malo. Tíos, abuelos, padres o vecinos, de alguna u otra manera, habían participado en su rodaje y era inevitable que cada reposición en la tele fuera acompañado de un «en esa escena salgo yo», o «la camioneta con esa ropa la condujo mi hermano». Los tres vaqueros y su historia habían resonado muchas veces en la cabeza de David Alba, Sergio García y Antonio Sanz, donde igualmente retumbaba una fecha, 2016, el año del 50 aniversario del rodaje del film.

También una necesidad, de alguna forma rememorarlo, como ya habían hecho 10 y 5 años antes, en el 40 y en el 45 aniversario, desde el Colectivo Arqueológico de Salas y desde el CIT Sierra de la Demanda. 

En una conversación de barra de amigos, entre unas cervezas en el Bar Baryloche (ahora Leone Baryloche) de Hontoria del Pinar, se lanzó el órdago. ¿Y por qué no recuperamos algunas tumbas del cementerio de Sad Hill? Dicho y hecho. Allí, en este paraje del Valle de Mirandilla, y que enamoró al director Sergio Leone para grabar la escena final de la película, se presentaron los tres jóvenes con alma de vaqueros un 27 de agosto de 2013.

Sergio García, David Alba y Antonio Sanz, un 27 de agosto de 2013 con las primeras tumbas de Sad Hill reconstruídas. Sergio García, David Alba y Antonio Sanz, un 27 de agosto de 2013 con las primeras tumbas de Sad Hill reconstruídas. - Foto: ACSH

Con unos palos, unas tablas, algo de pintura y una azada para remover tierra reconstruyeron dos de las tumbas más importantes de la película, la de Unknown y Arch Stanton, las que tienen un protagonismo real. Sin saberlo, acababan de dar los primeros pasos de algo que se convertiría un tiempo después en todo un fenómeno. Hoy en día hay 4.500 tumbas restauradas, cada una con el nombre de la persona que la ha apadrinado, y la cifra no crece porque el espacio ya ha llegado a su tope. «Seguimos recibiendo mails continuamente que nos piden que hagamos excepciones para poder tener su tumba en Sad Hill», afirma Sergio García.  

EEUU, Francia, Italia, Japón... el origen de los nombres que aparecen grabados entre los miles de túmulos es muy variado. Y entre ellos, algunos de personas conocidas, como David Summers, Álex de la Iglesia o El Sevilla. Pero hasta llegar a ese boom, los tres jóvenes, que contaron con la colaboración de otros enamorados de esa cinta western, como Diego Montero, tuvieron mucho trabajo. De hecho, ellos 4 son los que firmaron la solicitud de los primeros permisos. 

Lo primero, contactar con el Ayuntamiento de Santo Domingo de Silos y con la Consejería de Medio Ambiente de la Junta, para contar con las autorizaciones necesarias y poder actuar en el paraje. Después, la constitución de la Asociación Cultural Sad Hill, a través de la cual han desarrollado todo el proyecto. «El permiso de Silos llegó pronto, pero el de Medio Ambiente no lo tuvimos hasta septiembre del 2015», recuerdan. Y fue disponer de él y empezar a tirar de azada y pala, ellos y todos los locos voluntarios a los que enseguida lograron sumar a la iniciativa y gracias a los cuáles consiguieron, literalmente, desenterrar el cementerio. O al menos el empedrado central, donde se baten en duelo al final de la película los protagonistas, y en el que se había acumulando unos 20 centímetros de tierra y maleza. 

Como si fuera un Mayo, los hermanos Urién y Raúl Vicario colocaron en 2016 el árbol del ahorcado con ayuda de dos ciclistas. Como si fuera un Mayo, los hermanos Urién y Raúl Vicario colocaron en 2016 el árbol del ahorcado con ayuda de dos ciclistas. - Foto: ACSH

«La primera jornada de voluntariado fue el 3 de octubre», rememora. Desde ese día, muchas horas de muchas personas, obraron el milagro. Las piedras de ese círculo, delimitado por un pequeño muro que también reconstruyeron pieza a pieza, empezaba a parecerse al que brilló en la gran pantalla en 1966. Mientras las carretillas cargadas de tierra no paran de moverse por Sad Hill, desde la asociación lanzaron una campaña de crowdfunding. «Consistía en apadrinar una tumba. Daban una pequeña aportación para desarrollar el proyecto y nosotros poníamos el nombre de la persona que nos decían». 

Jornada tras jornada de clavar tablas y escribir nombres a pincel sobre ellas durante los primeros meses del 2016, Sad Hill empezaba a estar listo para vivir su reinauguración con unas 1.500 tumbas recuperadas. En julio de ese año, justo cuando se cumplía el medio siglo de su rodaje, la asociación organizó una serie de iniciativas para conmemorarlo. Además de la restauración del cementerio, desarrolló un simposio internacional en Salas, al que asistieron expertos en cine western y personas vinculadas con la película, como la mujer y la hija de Carlo Simi, director artístico del filme, además de dar protagonismo a esas personas de la comarca que también participaron en ella. Los actos se cerraron con la proyección en el propio cementerio de la película. 

Con la presión de celebrar ese 50 aniversario superada, el colectivo siguió trabajando mientras su proyecto iba despertando interés y curiosidad. Fueron llegando los turistas, no con cuentagotas como antes, y también las peticiones de artistas que deseaban utilizar este espacio. En él se ha rodado Érase una vez Sad Hill, de Rinekangas; parte de El embrujo de Quijat, de El Brujo; el corto Print the legend, de Víctor Matellano y en el que actúa Jack Taylor; o un capítulo del Club Houdini, de Disney Channel, entre otros. También algunos vídeos musicales, como el del Yo estuve allí, del grupo SFDK; Maldito Corazón, de Saratoga; o Aunque el infierno se congele, de La Guardia. Fruto de esa demanda, la Asociación Sad Hill empezó a trabajar en la creación de la actual Burgos Film Commission. 

 

Sin duda, uno de los puntos de inflexión en la historia de la asociación y del cementerio y su mayor repercusión a nivel internacional fue con el estreno en octubre del 2018 del documental Desenterrando Sad Hill, de Guillermo de Oliveira, que acompañó al colectivo durante sus largas jornadas de trabajo para dejar constancia de la evolución del proyecto. En Madrid pisaron la alfombra roja algunos de sus protagonistas en uno de los cines de la Gran Vía. «En las semanas siguientes pasamos a tener entre 80 y 90 solicitudes diarias de apadrinamiento, un proyecto que dimos por concluido a principios del 2019», comentan desde la asociación, que recuerdan que una pareja holandesa se casó allí. 

Ahora mismo es el lugar más visitado dentro del Parque Natural Sabinares del Arlanza-La Yecla y en tres años se cumple el 60 aniversario del rodaje allí. En cómo celebrarlo a lo grande están ya pensando en la Asociación Sad Hill, y seguro que por ganas e ideas no será.