«Me da envidia que una niña con siete años tenga equipo»

MÓNICA PURAS (SPC) / Burgos
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ENTREVISTA | Orgullosa de jugar en Burgos siempre. Sus compañeras hablan maravillas de la calidad del '10' como media punta. Arancha Mayordomo colgó las botas con 26 años y estuvo muy cerca de cumplir el sueño de ser internacional absoluta

Arancha Mayordomo, exfutbolista del CD Nuestra Señora de Belén. - Foto: Patricia

Futbolera de nacimiento. Se le iluminan los ojos cuando habla de aquella época en la que militó en el equipo de la máxima categoría nacional, la Superliga con el CDNuestra Señora de Belén. Fue el pulmón del centro del campo mucho tiempo y la media punta que servía los goles en bandeja. Todas sus compañeras hablan maravillas de Arancha Mayordomo, la pequeña de ocho hermanos (seis chicas y dos chicos) y todos muy futboleros.  

¿Y su madre también ha sido futbolera?
(Sonríe). Bueno, ella no, no le gustaba mucho. De hecho, alguna vez que venía a verme decía que no quería porque recibía muchos golpes. Mis hermanas mayores fueron jugadoras de fútbol sala, también. Mi madre me dejaba salir siempre con mi hermano Arturo a jugar en la Barriada del Pilar y siempre al fútbol. De ahí que me gustara tanto. Solo que siempre fui la única chica entre todos chicos.  

¿Cómo fueron sus inicios?
Difíciles. No había equipos femeninos. Hasta que no cumplí 14 años no pude jugar con chicas. En el Rayo Burgalés. Y, curiosamente, yo jugaba de portera.

¿Qué le hizo cambiar de puesto?
Un rodillazo en la cara. Lo cogí miedo.  

¿Alguna vez más jugó bajo palos?
Sí. Entrenaba como portera. Pero oficialmente jugué la semifinal a doble partido de la Copa de la Reina en Canarias. Inés (portera internacional española absoluta) estaba convocada por la selección y me puse yo. Me cayeron cuatro chicharros, pero en la vuelta ganamos en los penaltis ya con Inés en la portería, que paró cuatro. 

Recibió llamadas de la selección de Castilla y León, pero le faltó la de la española, a pesar de que su nombre sí sonaba entre las candidatas, ¿tiene clavada esa espinita?
Un poco sí, la verdad. Recuerdo un encuentro en Pallafría al que vino el seleccionador Ignacio Quereda. A Moli (Verónica Molinero, internacional sub'19) y a mí nos salió un partido bordado. El de nuestras vidas. Estaba toda mi familia. Todos pensaron que me llamarían. A ella le llamaron, pero a mí no. Me hubiera gustado dar ese paso. Con la regional fui convocada cinco años seguidos. Las concentraciones estaban muy bien organizadas. Era algo serio. Conocí a mucha gente. 

Nunca pensé vivir del fútbol. Si hubiera nacido ahora me comería mis palabras»

¿Iban a verles jugar?
Sí. Al principio venían un poco a reírse, pero luego a la larga se quedaban. Más adelante, hablando con la gente, reconocían que jugábamos bien. Les enganchaba.  

¿Quién fue su maestro?
Amós Martín. Me enseñó muchas cosas. Le tengo un cariño especial.

¿Qué barreras tuvo que derribar?
Pues abrimos muchas puertas. Ya las niñas podían jugar en un equipo de infantil. Ahora me dan envidia cuando son tan pequeñas y ya juegan con niñas de su edad. Yo no tuve esa suerte.

¿Qué partido o equipo recuerda que se le resistió?
En Pallafría. Ganábamos 3-1. No recuerdo el rival. Se me fue la cabeza. Hice una falta fea. Me expulsaron y perdimos 3-4. Amós me echó toda la culpa. Con razón.

Muchos años portando el brazalete de capitana en Multiópticas y BigMat, ¿se sintió importante dentro del vestuario?
Sí. Tenía bastante carácter. Mucha personalidad. Te sientes importante para con las chicas nuevas a las que tenía que dar ejemplo. Al final, todas éramos todas iguales.

¿Practicó más deportes?
Sí. Hice mis pinitos en baloncesto, pero entrenaba en una punta de Burgos a fútbol y en la otra a baloncesto y casi a la misma hora. Me decanté por el fútbol. 

Cuando eres capitana tienes que ser un ejemplo para las nuevas»

¿Padeció alguna lesión?
Sí. El ligamento cruzado de la rodilla. La recuperación fue dura. Lo dejé porque no estaba igual. Luego milité en la Peña de Fátima de fútbol sala. 

¿Cuándo decidió colgar las botas?
Lo dejé con 26 años en la Superliga. Al siguiente año descendió el equipo. 

¿Le tentó algún equipo más?
Que yo sepa, no. Tenía muy claro que yo de Burgos no me iba a mover. Mi trabajo era (y es) importante para mí.

¿Qué tuvo que sacrificar?
Mi prioridad era el fútbol. Hombre, a esas edades (16, 17 y 18 años), renuncias a salir con tus amistades.          

Adjetivo que le defina.
Luchadora.   

¿Qué elástica le gustaría haber vestido?
La del Real Madrid.  

Ganar el Mundial repercute en todas las categorías, como en el masculino»

¿Nunca pensó en vivir del fútbol?
No. Si hubiera nacido hace poco me comería mis palabras, pero entonces yo no tenía esa visión. Aunque hubo compañeras como Inés o Sonia que sí vivieron del fútbol.

¿Le gustaría enseñar a niñas a aprender a jugar al fútbol?
No me importaría. 

¿Y ser árbitra?
Lo veo muy bien, pero yo no.      

¿En qué punto sitúa al fútbol femenino?
Bueno, ahora el nivel es muy alto. Que España haya conquistado  el Mundial es estar en lo más alto. Esto repercute en todas las categorías, como pasa con el masculino. Nosotros siempre tuvimos un papel destacado en la prensa y eso es muy bueno. Al igual que patrocinadores como Juan Campo que fue un impulsor del fútbol femenino en Burgos.