El baile de Gigantillos y Gigantones se aúpa como una de las citas imperdibles en el programa infantil de los Sampedros. Pero no la única. Gigantones y Cía, de la mano de Ronco Teatro, y los Títeres de El Papamoscas, que continúan la tradición iniciada por el célebre Karraskedo, se han convertido igualmente en clásicos de las fiestas mayores para público familiar. Un rango que también lucía el Parque de Mero El Jardinero, en Doctor Vara, hasta este año. Renovarse o morir. 

Una algarabía de niños sentados en el suelo guía los pasos en El Espolón a mediodía. Una timbalera llama su atención. Ha comenzado una nueva función de Gigantones y Cía, la propuesta de la compañía burgalesa Ronco Teatro, que acerca a los personajes tradicionales de la ciudad a través del divertimento y la necesaria complicidad con esos espectadores menudos. La propuesta de ayer, Burgalesa, burgalesa; la de este mediodía, Deprisa, deprisa.  

Con la alegría de la chavalería también como banda sonora, los entrañables y macarras personajes del Teatro de Títeres El Papamoscas animan el patio del colegio Antonio Machado (las dos primeras sesiones fueron en el Fernando de Rojas, en Gamonal). 

Tras dos años castigados, salen de sus cuarteles de invierno con el mismo espíritu de inculcar valores cívicos de una manera lúdica y con unos muñecos que forman parte de la vida de varias generaciones, como el aplaudido Gigantín, los inseparables Camelín y Empanada o la malvada Bruja Pirulí. Ayer, representaron En la tribu de los Pies Negros. Hoy tocaba El genio de la lámpara y mañana, Laboratorio radioactivo. A las 19.30 horas pasan lista.