Los carniceros acusan el cierre del matadero de Salas

B.A.
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Desde abril sacrifican el ganado en Hontoria de Valdearados, Vinuesa (Soria), Ayllón (Segovia) o Medina de Rioseco (Valladolid). Los gastos de gasoil se triplican y ven «insostenible» la situación

Roberto Martínez, uno de los carniceros más afectados por el cierre del matadero de Salas de los Infantes. - Foto: f2estudio

En abril de este año el matadero de Salas de los Infantes cerró sus puertas y obligó a sus usuarios, ganaderos y carniceros de la comarca de la Demanda, a buscar otras alternativas para poder continuar con su actividad. Atrás ha quedado una deuda de su anterior concesionario con el Ayuntamiento (106.000 euros), al no poder hacer frente al pago de un canon mediante una actividad que iba a la baja, y unas instalaciones que necesitan de varias inversiones. Pero lo que preocupa en el sector es su futuro: cuándo se va a reabrir y si ese momento va a llegar algún día. 

El consistorio de la localidad, como reconoce su alcalde, Francisco Azúa, se encuentra inmerso en la redacción de un pliego de condiciones para volver a sacar a licitación su explotación. No lo han podido hacer antes porque hasta ahora no habían recibido un plan de viabilidad -que encargaron- y que realizaron unos técnicos. «Era necesario disponer de él para redactar las nuevas condiciones de adjudicación, ya que las anteriores databan de 1988 y estaban obsoletas. Tenemos que adecuarlas a lo que nos marque ese plan», explica el regidor, que asegura que las instalaciones cumplen los requisitos para realizar este procedimiento. «Será luego la persona que se encargue de su explotación quien tenga que pedir los permisos y tramitar una licencia nueva, con todo lo que ello conlleva, ya que el anterior adjudicatario la dio de baja», añade Azúa, dejando claro que se cerró por una decisión de su gestor, no por asuntos relacionados con sanidad. 

Y mientras, entre quienes utilizaban esta matadero ubicado en la carretera a Castrovido, reina la preocupación. Califican su situación de «insostenible» y aseguran que no saben cuanto tiempo van a poder aguantar teniendo que hacer muchos más kilómetros en busca de una instalación donde poder sacrificar a sus reses. Para Roberto Martínez, toda una vida con su carnicería en la Plaza Mayor de Salas, el cierre del matadero de la localidad ha supuesto «un mazazo».  Lleva a matar las terneras unos días a Burgos y otros, los que más, a Vinuesa (Soria), y el lanar, a Hontoria de Valdearados. «He triplicado el gasto en gasoil vendiendo la mitad de lo que vendía antes», relata el profesional, que recién cumplidos los 63 está reconsiderando  su continuidad. «Nunca me había planteado dejarlo, pero ahora empiezo a hacerlo. Las cuentas no salen, si el matadero no reabre, quizá tenga que dejarlo», añade. 

Roberto asegura que este cierre les ha cambiado la forma de trabajar. «Hay días que vuelvo a las 3 o las 4 de la mañana de recoger las canales, cuando antes lo hacía aquí al lado», comenta el carnicero, que lamenta que tampoco puede dar el servicio que daba antes. «Lo hacemos todo al revés, muchos de mis clientes iban directamente al matadero a por la carne y ahora se la tengo que llevar». Reconoce que tanto en Vinuesa como en Hontoria les están tratando muy bien, y que en más de una ocasión han frenado intentos de manifestación por parte de ganaderos como medida de presión. 

Califica esta situación como «de pena», especialmente para una zona donde «siempre ha tenido tanta fama la carne». Según Roberto, la actividad del matadero se ha ido reduciendo a la mitad con los años, «se pasó de sacrificar algo más de 100.000 cabezas al año a 45.000», detalla. Confía en que vuelva a abrir y  asegura que a la hora de dar continuidad a la instalación «había varias formas y se eligió la peor».  

Comarca. No solo los profesionales de Salas se ven afectados, sino también otros de su comarca que también acudían a esta instalación. «Lo que queremos es que lo abran pronto», asegura un carnicero de una localidad próxima. «No tenemos más que gastos y las cuentas no nos salen, estamos aguantando y aguantando, pero la situación empieza a ser insoportable», cuenta el hombre, que detalla que tiene desde su negocio una hora hasta Vinuesa, donde lleva las terneras y los lechazos. «A ver si el Ayuntamiento de Salas nos hace caso y se soluciona, porque nos está perjudicando mucho». 

Otros son más escépticos con su reapertura. «Ojalá alguien lo cojo y se lo den de paso, mejor para nosotros, pero no lo veo viable. Los techos están que se caen y necesita de varias mejoras. La persona que lo vaya a gestionar  va a tener que invertir para arreglar las instalaciones», comenta este profesional, que también ha encontrado en el matadero de Vinuesa la alternativa.

Perder identidad. La principal cliente del matadero de Salas era la Cooperativa Colear, formada por otras 6 cooperativas: dos de  Burgos, una de Palencia, otra de Soria, otra de Valladolid y una última de Salamanca y Zamora. Todas ellas han matado en alguna ocasión sus lechazos en la ciudad milenaria, y algunas lo hacían de forma habitual, como Ovidemanda y la soriana Ovigormaz, además de la también burgalesa Providuero. Sacrificaban en las instalaciones salenses entre 500 y 1.000 corderos a la semana, según temporadas, (a veces traían de Francia o Navarra) y con el cierre de su matadero aseguran que han perdido su personalidad. Julián Hoyuelos es ganadero de Barbadillo del Pez y presidente de Ovidemanda y confiesa que siempre ha presionado para que el producto de su cooperativa se matara en Salas. «Llevaba el sello de aquí, que lo identificaba con la zona, una de las mejores en producción de lechazo. Ahora lleva el sello de Ayllón (Segovia) o Medina de Rioseco (Valladolid), que es donde están los mataderos a los que vamos, por lo que perdemos fuerza como Ovidemanda», cuenta Hoyuelos.

Confiesa que el gasto en gasoil se ha incrementado, pero tampoco significativamente. «El camión recoge el ganado a los diferentes cooperativistas y una vez en canal, se comercializa o va a la sala de despiece, que está en Aranda. En lo que también hemos empeorado ha sido en trazabilidad. Antes los lechazos estaban como mucho dos horas en el camión y ahora pasan más tiempo», señala Hoyuelos, que asegura que también van a trabajar por ofrecer su carne a los supermercados de la zona «para que gasten productos de proximidad, que colaboren con el entorno», explica en concreto y respecto a la apertura de un Lupa. 

Sobre volver al matadero de Salas de los Infantes en caso de que reabra no tiene ninguna duda, lo harán porque «supone poner en valor la zona», y explica, según su opinión, como se lograría su supervivencia. «Con la cantidad de animales que se matan actualmente no es suficiente para mantener una plantilla. Hay que orientar la instalación y darle otros usos, también como sala de despiece o dedicarla a la carne de caza, despiezar allí las piezas que se cobran en los bosques de la Demanda. Hay que abrir la mente y ofrecer otros servicios», concluye.