Fantasía en rosa

ALMUDENA SANZ
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Las ilustraciones creadas para un poemario y el universo propio inspirado por su inquietud cultural avivan la exposición de Cinta Aller Krähe en el Café de las Artes hasta el 15 de enero

Cinta Aller Krähe sujeta ‘Samurái’ rodeada por otras de las pinturas de ‘En la sombra de una rosa’, que animará el café en el local de Laín Calvo. - Foto: Luis López Araico

Los maniquís que viven la vida en rosa, mujeres cautivadoras y misteriosas, bailarinas que irradian luz, arboledas cargadas de magia, Pinocho y Blancanieves reinventados, elegantes señoras con tintineantes pendientes, arlequines que destellan, bares floreados con banda sonora... El universo de Cinta Aller Krähe envuelve a quienes se sientan en el Café de las Artes (Laín Calvo, 31) hasta el 15 de enero. Tras una obligada hibernación por la pandemia, la artista burgalesa saca su obra de la oscuridad para iluminar al céntrico local. Comparte con el público En la sombra de una rosa, unas creaciones que mantienen su inconfundible trazo y pincelada, su fantasía en rosa y su aprecio por las técnicas mixtas, con el dibujo con tintas blancas, doradas y plateadas como protagonista en esta ocasión. 

Las ilustraciones para el poemario Morirnos en los bares, de Luis María Pérez Martín, que se publicará próximamente, y el universo propio alimentado por una estimulante infancia y su persistente inquietud cultural cultivada en el cine, la literatura o las series de televisión apuntalan esta colección, que se perfila como un reflejo de los sueños de su autora. 

Hay un hada talentosa / que dibuja el movimiento / en la sombra de una rosa... Las obras que acompañarán los versos de Morirse en los bares acaparan una buena parte de esta muestra. Cada una con su poema. Estos de Villanela cursi van unidos a una hermosa rosa roja transformada en una grácil hada que multiplica las estrellas sobre un floreado fondo. 

Aflora poderoso el rosa en Velvet I y Velvet II, dos cuadros inspirados en la serie de televisión ambientada en una tienda de moda madrileña a finales de los cincuenta, a la que se enganchó y aquí lleva al lienzo como un loco gabinete de costura. 
Una infancia feliz, con un acceso sin límites a todo tipo de películas, con especial énfasis en las clásicas, como Rebeca, de Alfred Hitchcock, que recrea en Manderley, o vibrantes sesiones de cuentos, que salpican muchas de sus propuestas y se hacen evidentes en renovadas miradas sobre Pinocho o Blancanieves, se antoja como una gran musa para Aller Krähe. Evoca igualmente las excursiones que hacía con sus padres por los pueblos castellanos, especialmente, las visitas a las iglesias, que encantaban a su madre, con esas místicas atmósferas, con seductores juegos de luces. 

Aquella niña retuvo esa luminosidad y la plasma, más descarada o más sutil, en sus obras. Léase Magia en el bosque, una pintura que este otoño ha viajado a París, a una feria de arte contemporáneo de la mano de la galería Michel Menéndez de Pamplona. 

Esa fantasía en la temática tiene su reflejo en la técnica. La artista tira habitualmente de las mixtas en busca de esa ilusión. Advierte que en esta colección, por primera vez, aparece algún cuadro solo con tintas chinas de colores, pero la mayoría combina estas tintas, con predilección por el blanco, dorado y plata, con acuarela o carboncillo trufadas a veces por plumas, caracolas o piezas nacaradas. Una compañía ideal para tomar otro café sentado en una mesa de mármol.