El Arlanza sale de la UCI

B.A. / Santo Domingo de Silos
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Se han mejorado 20 kilómetros de pistas y construido charcas, un depósito y diques para evitar la erosión, además de reforestar 77 hectáreas. La extracción y retirada de madera tras el incendio de julio seguirá hasta verano

El Arlanza sale de la UCI. - Foto: Luis López Araico

El paisaje sigue siendo desolador diez meses después de que fuera arrasado por el fuego. Entre las cenizas y restos de encinas quemadas, pero cuya raíz sobrevivió, aparecen de forma natural pequeños nuevos árboles, cuyo verdor contrasta con el tono negruzco que cubre estas laderas de la zona de La Copeta, en Santo Domingo de Silos. Hay esperanza. También mucho trabajo ya hecho y por hacer.

Mientras Yago Fernández, agente forestal de la villa monacal, acaricia con mimo lo que será el futuro de ese valle, se oye de fondo a las máquinas que se afanan por continuar retirando la madera que ardió poniendo en jaque a toda la comarca a finales de julio del año pasado. Ya se han llevado 9.000 toneladas, otras 9.000 están almacenadas para su transporte y 18.000 más continúan en el monte, aunque gran parte de ellas se encuentran ya derribadas a la espera de ser retiradas, una labor de la que se encarga Somacyl y que en algunos momentos ha llegado a tener hasta 7 máquinas trabajando en la zona. El futuro de este material, una vez astillada, será servir como pellet, aglomerado o para quemar. 

La extracción de esta madera es la única actuación hidrológico-forestal en vigor de las muchas que se han acometido desde octubre de 2022 en los montes de utilidad pública de esta parte afectada del Parque Natural Sabinares del Arlanza-La Yecla con las ayudas de emergencia que llegaron de las administraciones: 300.000 euros del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico y 100.000 de la Junta de Castilla y León. Para su ejecución se ha seguido un Plan de Restauración diseñado por el Servicio Territorial de Medio Ambiente de Burgos, cuyo equipo humano se ha volcado con el proyecto, gracias al cual también se han realizado ya reforestaciones en 77 hectáreas, de sabinas y de algún pino, pues son especies con una reproducción diferente a la encina. «También plantamos otras variedades para que acompañen a la principal, en total, entre 800 y 1.100 plantas por hectárea. Lo que hacemos es ayudar al tránsito natural, pero acelerando en lo posible su recuperación», afirman desde el departamento.

En total ardieron cerca de 2.500 hectáreas, de las que 670 pertenecen a monte de utilidad pública, en las únicas que pueden actuar desde la Junta, ya que el resto son privadas, tanto de monte como de labranza. Seguir recuperando la masa forestal en estos terrenos es el objetivo del Servicio Territorial de Medio Ambiente, que ya tiene proyectado realizar futuras plantaciones en 164 nuevas hectáreas.

«Para ello contaremos con 600.000 euros de la administración regional, y las llevaremos a cabo entre este otoño y la primavera de 2024, siempre en suelos que nosotros vemos con potencialidades para poder revivir». 

Entre los árboles ya tirados en La Copeta, hasta donde nos guían por un sendero Rafael Vicente, el jefe de la Oficina Comarcal de Medio Ambiente de Covarrubias; Óscar Ortega, ingeniero del Servicio Territorial; y Carmen Martínez Juliá, jefa de Sección Forestal, llaman la atención pequeñas construcciones realizadas con piedras o con esa madera quemada. Esas infraestructuras son fajinas, diques y albarradas que ayudarán a sujetar el agua y la vegetación al suelo, favoreciendo el crecimiento de plantas y evitando que esa arena suelta, con la lluvia, descienda por el valle. Fueron de las primeras obras de este plan que se llevaron a cabo en las zonas de escorrentía para luchar contra la erosión y garantizar el futuro de la superficie, ya que este suelo es el componente primario y esencial del ecosistema. 

Accesos y ganado. Las actuaciones se culminaron a mediados de abril excepto la saca de madera, que fue la primera que se inició en septiembre y que continuará hasta verano. Se han centrado principalmente en el perímetro del incendio en el término municipal de Santo Domingo de Silos. Entre ellas se han creado y mejorado unos 20 kilómetros de pistas. Una de ellas es la de acceso a La Copeta, difícilmente transitable, como pudieron comprobar los equipos de extinción que tuvieron que pasar por ella. También se ha convertido en apto para vehículos otro camino que se encuentra en la cresta de esta zona, donde se realiza el acopio de madera y se disfrutan de unas increíbles vistas al valle de Mirandilla. La partida igualmente ha servido para mejorar el camino de acceso a Sad Hill, ya que se ha echado hormigón en dos puntos, donde más solía embarrarse, y se han ensanchado las cunetas. «Cada vez es más usada por turistas», afirman desde Medio Ambiente. 

También se han mejorado y creado nuevas infraestructuras ganaderas en toda esta zona, de alto valor ecológico. «Hemos reparado vallas y arreglado pasos canadienses, que más que por el fuego, se destrozaron mientras se llevaban a cabo las labores de extinción», aclaran. Entre las obras nuevas se han construido 4 charcas multifunción, donde pueden beber las vacas y los animales salvajes; y de las que en un momento dado se pueden servir los efectivos de emergencia para obtener agua en incendios futuros. «Son circulares, de 1,5 metros de profundo. Las hemos realizado creando el menor impacto», afirman. En una línea similar, pero más enfocado a camiones y helicópteros antiincendios, se ha construido un depósito en Hortezuelos. «Caben 70.000 litros y se ha realizado en este sitio, ya que nos asegurábamos agua durante todo el año». 

Tendrán que pasar varias decenas de años para que el terreno afectado por el incendio comience a asemejarse a lo que fue antes de ese 24 de julio, cuando la chispa de una máquina agrícola propició el desastre. Aunque una mayor inversión por parte de las administraciones estimularía el proceso.