«No hay problema de clientes, sino de producción. La agoté en Navidad»

Gadea G. Ubierna | Burgos
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Felipe Neri Llorente. Apicultor

Llorente junto a algunas de sus más de 300 colmenas, todas ellas con el certificado de agricultura ecológica. - Foto: F.N.LL.

Felipe Neri Llorente fue uno de los primeros productores y elaboradores de la provincia en apostar en serio por la producción ecológica, en este caso por la apicultura. Llorente trabajaba como profesor de gimnasia hasta que en 2002 decidió dejarlo todo para seguir la tradición familiar de elaborar miel en Hontoria del Pinar. Por teléfono explica que «desde que empecé, me di cuenta de que tenía que diferenciarme del resto;había mucha miel en el mercado y muy barata, así que busqué distinguirme como fuera y, especialmente, de la miel de importación».

Diez años después, cree haberlo conseguido gracias a los sellos de Producción Artesanal, Agricultura Ecológica y Marca Natural. «Primero conseguí el de sello artesanal y luego empezó a sonar lo de la agricultura ecológica, me informé y me di cuenta de que ya cumplía con un 80% de los requisitoss que exigía la normativa para conseguir el certificado de agricultura ecológica», cuenta. Sus colmenas ya estaban separadas de focos de contaminación y especifica que en lo único en lo que tuvo que introducir cambios fue en el tratamiento de las abejas. «Básicamente, dejar los antibióticos y usar los productos que marca el reglamento: homeopatía y ácidos naturales», señala. En un momento como el actual, en el que la mortandad de las abejas es muy alta sin que se sepa cuáles son los motivos, el no poder usar antibióticos tiene consecuencias porque, como señala Neri, «la eficacia de la homeopatía y de los tratamientos naturales es mucho más baja, por lo que tenemos que hacer más tratamientos e intensificar los controles. De todos modos, yo he llegado a la conclusión de que la prevención es lo mejor y en este sentido, la limpieza de la colmena   es el mejor tratamiento porque evita muchas enfermedades víricas». En cualquier caso, si un apicultor que trata con antibiótico a las abejas tiene una mortandad del 5 o del 10%, uno que cumpla con los criterios de producción ecológica tiene un 20% o un 30%, o más. «Yo el año pasado tuve más del 60%», sentencia Llorente.

Sin embargo, este productor y elaborador cree que compensa. Sigue manteniendo sus más de 300 colmenas, muchas en el Parque Natural del Cañón de Río Lobos, lo cual le permitió obtener el certificado de Marca Natural que, sumado a los otros dos, ayuda a forjar una clientela fiel. «Mi mercado es local, forma parte de la agricultura ecológica. Hace un tiempo me llamaron unos japoneses que me compraban toda la producción y me la pagaban bien, pero yo pensé: ¿Cómo va a hacer tantos kilómetros un kilo de miel ecológica?», comenta, matizando que en ese trayecto se alteraría.

Así que limita su clientela al entorno y, a pesar de ello, no tiene problemas para agotar la cosecha. «La campaña de 2011 fue nefasta, tuve un 60% de mortandad y me quedé sin miel en Navidad. No hay problema de clientes, sino de producción», explica. La campaña de 2012 pinta mucho mejor gracias a las lluvias de abril, pero Neri señala que todavía tiene que llover más este verano para que en otoño pueda haber buena miel.