Fernando Jáuregui

TRIBUNA LIBRE

Fernando Jáuregui

Escritor y periodista. Analista político


El atril sagrado, profanado

06/05/2023

Habitualmente no he tenido suerte con los portavoces gubernamentales. Alguno me ha presionado, otro llegó a insultarme y los más no hicieron maldito el caso a mis demandas informativas, sin que en cierta ocasión se omitiese siquiera una obvia falta de respeto profesional. Será que va con el cargo, aunque haya honrosas excepciones. A la portavoz actual, Isabel Rodríguez, la conozco poco, aunque me han hablado muy bien de su talante abierto. Demasiado abierto, quizá. Es lo que revela cuando dice que es su afán por responder a las preguntas de los periodistas lo que le hace incurrir a veces, desde el atril de la sala de prensa del Consejo de Ministros, en sus ataques demasiado frecuentes contra el Partido Popular.

Primero, que los periodistas no preguntan, en las ruedas de prensa del Consejo de Ministros, si el PP lo hace bien o mal; suele ser ella quien voluntariamente acaba, en sus respuestas, atacando a la oposición. Segundo, que el atril del Consejo de Ministros es sagrado, o debería serlo: lejos de ese atril las campañas electorales, los ataques a los otros, sean rivales o indiferentes. Incluso los excesos propagandísticos en favor del propio Gobierno deberían estar limitados, aunque no fuese más que por elegancia democrática.

Cierto es que han sido muchos los portavoces de muchos gobiernos que lo han hecho aún peor que la señora Rodríguez -sus dos antecesores, sin ir más lejos-; cierto que sus subalternos, los secretarios de Estado de Comunicación se han convertido en una especie de guardianes de las esencias más secretas, y no en facilitadores de información. Cierto que los nervios en la campaña son muchos y las previsiones de resultados, muy ajustadas. Nada de eso justifica, a mi entender, que desde el atril sagrado se viertan ataques más propios de campañas partidistas, aunque es lógico que eso suceda cuando desde el principal despacho de La Moncloa se ha confundido en exceso Gobierno y partido, hasta el punto de hacer 'número dos' del PSOE a la mismísima ministra de Hacienda.

Y es que la señora Rodríguez, como sus antecesores y los antecesores de sus antecesores, confunden los papeles asignados a las partes en lo que debería ser una democracia algo más perfecta que lo que tenemos. Cuando la portavoz gubernamental asegura que "atacar a un Gobierno legítimo es atacar a la democracia", está anulando el juego deseable entre el Gobierno, cuya tarea es gobernar, y oposición, cuya obligación es oponerse. Otra osa es que ambas partes estén realizando sus respectivos cometidos más bien rematadamente mal.

Pero no voy a cargar la mayor parte de las culpas en doña Isabel Rodríguez, que no hace sino remedar a su jefe en los discursos, en los que rara vez deja indemne de sus ataques a la oposición, a la que sistemáticamente acusa incluso de inconstitucional. Hacer oposición contra la oposición y desde el Gobierno es cambiar los papeles, de la misma manera que hacer desgobierno desde la oposición es un dislate que cometen quienes militan en las 'teorías derogatorias' de una forma global: todo lo que ha hecho Pedro Sánchez, incluyendo el 'sanchismo', hay que derogarlo. Eso ni es así ni puede serlo, al menos en una democracia algo más asentada que esta.

Y es que, para asentarla, es preciso cambiar no pocos usos y costumbres. Empezando, me parece, por el uso del atril. Para hacer mítines, que se vayan a la Casa de Campo y no perviertan las formas de nuestra democracia, también representadas precisamente en ese atril.