El Río Hortega investiga sobre un diagnóstico precoz de la hidrocefalia

S. Calleja (ical) / Valladolid
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Los investigadores del hospital vallisoletano lideran un trabajo, cuyo resultado haría ganar al afectado hasta cinco años de calidad de vida

La doctora Rosario Sarabia, jefa del Servicio de Neurociencia del Río Hortega. - Foto: Ical

Profesionales del Hospital Universitario Río Hortega de Valladolid junto a ingenieros de telecomunicaciones lideran una investigación sin precedentes para diagnosticar de manera precoz la hidrocefalia crónica en el adulto y diferenciar sus síntomas de otras demencias cerebrovasculares tales como el alzheimer que, a diferencia de la anterior, no tienen tratamiento quirúrgico.

El trabajo persigue poder determinar por medio de técnicas de diagnóstico por imagen esta enfermedad sin tener que recurrir a métodos invasivos, tales como una punción lumbar o una trepanación (escisión mediante cirugía de un fragmento de hueso del cráneo), que es todavía un método mucho más agresivo.

Los resultados, que podrían estar en el plazo de un año, permitirían a los profesionales diagnosticar antes y mejor esta patología que en ocasiones se asocia a otras demencias pero que, a diferencia de algunas, sí cuenta con intervención quirúrgica. De hecho, un paciente diagnosticado a tiempo podría ganar hasta cinco años en calidad de vida, que en una persona de 70 ó 75 años es mejorarla casi hasta lo que le queda por vivir, según explica la doctora Rosario Sarabia Herrero, jefa del Servicio de Neurocirugía, que junto al grupo de ingenieros de Telecomunicaciones de Carlos Alberola y el neurólogo Miguel Ángel Tola Arribas encabezan la investigación.

En concreto, la hidrocefalia crónica en el adulto suele aparecer en personas de 60 años, aunque también se han dado casos en pacientes con entre 40 y 50. Afecta al uno por ciento de la población, porcentaje similar al de la esclerosis múltiple. «La hidrocefalia se caracteriza por una especie de apagamiento mental y físico. Los pacientes suelen sufrir torpeza en la marcha. Mentalmente están más lentos, sin ganas, pierden la capacidad de iniciativa. En fases muy avanzadas pueden entrar en coma, no controlan los esfínteres. Aquí ya poco podemos hacer, porque la recuperación es poca. Pero si logramos detectar a tiempo, podemos tratar y conseguir una mejoría, hasta el punto de lograr que una persona que se encontraba apática y era incapaz de levantarse de una silla pueda volver a pasear», indica la doctora Sarabia, para precisar que está demostrado que alrededor del 80 por ciento de los pacientes a los que se trata quirúrgicamente mejoran.

Enfermedad ignorada. Aproximadamente, una cuarta parte de las personas mayores ingresadas en residencias tienen problemas con la marcha, y más del diez por ciento asocia problemas de esfínteres y deterioro cognitivo. «Muchos de estos pacientes no se llegan siquiera a estudiar, no ya a diagnosticar» y algunos padecen hidrocefalia, con tratamiento. Por este motivo, la doctora Sarabia añade que es fundamental detectar precozmente la patología, aunque muchas veces en la fases iniciales cuesta diferenciarla de otros cuadros neurodegenerativos, de ahí la importancia del estudio.