El cráter de Poza de la Sal quiere entrar en 'erupción'

R. PÉREZ BARREDO / Poza de la Sal
-

La villa salinera se propone impulsar las visitas y los recorridos por el que es considerado el diapiro más grande y perfecto de Europa, un hallazgo geológico poco conocido entre los burgaleses

Imponente panorámica aérea en la que se distingue perfectamente el gran diapiro de Poza. - Foto: Marco López Sanjuanes

Poza es mucho Poza: no sólo es uno de los pueblos más pintorescos y hermosos de la provincia, la balconada natural a una Bureba que parece no tener horizontes, y la cuna agreste y montaraz del universal naturalista Félix Rodríguez de la Fuente, siempre eterno en el corazón y en la memoria de todos. Poza no es sólo los restos de su imponente castillo medieval, ni los de la romana Flavia Augusta, ni la primaveral explosión blanca y malva de sus almendros y cerezos, de sus ciruelos y sus manzanos. Poza es todo eso y mucho más. Pero, por encima de todo, es la Sal que está tanto en su nombre como en sus entrañas. Y ese oro blanquísimo tiene su origen en el diapiro que parece abrazar al pueblo, ese cráter formidable que es el más grande, perfecto y espectacular de Europa. La villa salinera, sabedora de esta maravilla geológica, quiere explotarla más. Y para ello, la Oficina de Turismo ha encargado unas fotografías aéreas, tomadas con un dron, que muestran la grandiosidad de esta estructura geológica, y que servirán para explicar el relato salinero a la vez que animar a los visitantes a recorrerlo.

Su responsable, Pedro Padrones, lo tiene claro. «Tengo la sensación de que Poza es menos conocida de lo que merece dado el enorme potencial que tiene la villa. Burgos capital cuenta con 180.000 habitantes, y son en torno a 10.000 los que visitan Poza anualmente. Estando a sólo 40 kilómetros, me parece poco. Y creo que aquí hay un atractivo que no se encuentra en ningún otro lugar, y es el increíble diapiro. Queremos que sea un reclamo importante porque el diapiro lo es: se trata del más grande de Europa, y el más perfecto». El impulso a este regalo de la naturaleza viene de la mano de proyecto de rehabilitación de las salinas, que cuenta con financiación europea procedente de los Fondos Next Generation, cuyo primer paso -que está a punto de terminarse- es la creación de un aparcamiento que permitirá sacar los vehículos del precioso casco histórico del pueblo.

«Todo lo que es el diapiro estuvo en su día ocupado por salinas. En el mejor momento está contabilizado que hubo 2.000 eras en producción, de las que salían 100.000 kilos de sal diarios. Y por eso es queremos darle importancia a este cráter: que nadie se piense que las pocas eras con sal que hay eran las que llegó a haber. Buscamos atraer más gente, conseguir que no sólo la gente se acerque a Covarrubias o a Orbaneja del Castillo y Frías. Poza de la Sal tiene tantos atractivos o más. Es un punto de interés geológico a nivel mundial. Y como referente salinero, una joya. Existe una ruta por el diapiro que queremos propulsar, y que no es puntual ni estacional como la de los almendros; una ruta que siempre está ahí y es cómoda para familias. Y es un lujo recorrer el salero más grande de Europa. Las fotografías aéreas con las que contamos ahora nos van a ayudar a que la gente se haga una idea de la perfección de este cráter. Utilizaremos las imágenes para, en la propia oficina de turismo, apoyar toda la explicación. Creen que, en el caso de la fotografía más cenital -que es la que domina en este reportaje-, «una imagen vale más que mil palabras. Nos va a permitir armar bien el relato de la maravilla que tenemos pegando al pueblo», subraya con entusiasmo Padrones.

La ruta, de unos 6 kilómetros, sale desde las salinas, llega hasta el almacén de La Magdalena -que llegó a acoger hasta 5 millones de kilos de sal- y de ahí hacia el Castillo. «Es una ruta cómoda para mayores y pequeños. Está calculada en unas dos horas, pero sin prisas, con paradas para comer un bocadillo o disfrutar de las vistas, y con parada y visita al Castillo antes de bajar al pueblo. Es una ruta marcada, sin pérdida porque estás dentro de una caldera. Es una ruta circular en la que es imposible perderse», apostilla el responsable de la oficina de turismo de la villa salinera.

Una maravilla. Hace 200 millones de años, parte de la Cuenca Cantábrica era el fondo de un mar llamado de Thetys. Se iniciaba entonces el periodo denominado Triásico. Como explica la Asociación Geocientífica de Burgos en un estudio, «por distintos fenómenos, probablemente una subida general de la temperatura que fundiera parte de los hielos polares, las aguas subieron de nivel invadiendo nuevas zonas, que quedaron convertidas en un mar costero de poca profundidad, o tal vez en un lago continental de elevada salinidad. En el fondo de esta cuenca somera fueron sedimentándose materiales procedentes de los ríos que desembocaban en su orilla, acumulándose arcillas, yeso y sal».

El núcleo del diapiro quedó ocupado por materiales salinos, quedando expuestos por efecto de la erosión. Y fueron las sales objeto de explotación por parte del hombre mediante evaporación de las aguas salobres de los manantiales que hay en la depresión.En el centro del anfiteatro de Poza aflora un relieve rocoso constituido por rocas volcánicas llamadas ofitas. De este cráter ha salido -y sigue haciéndolo- una de las mejores sales del mundo, ya que conserva su pureza y su riqueza en minerales y otros oligoelementos. El Salero es Bien de Interés Cultural con la categoría de Sitio Histórico, y el diapiro es considerado uno de los más perfectos del mundo. De ahí que en Poza estén apostando por su 'erupción' turística.