Uma, una perra de raza bloodhound, ha encontrado en Egoitz a un fiel compañero de juegos. Egoitz ha encontrado en Uma a la candidata perfecta para disfrutar de una velada agradable mientras vuelve a recordar la importancia de tener paciencia, ser más flexible y saber perdonar. Los sábados, el joven briviescano acude a las instalaciones de la Unidad Canina de Rescate y Salvamento Ucas de Arrate, situadas en Cubo de Bureba, donde se ha convertido en uno más del equipo.
La situación de este joven de 15 años no es fácil. Comenzó a inducirse al mundo de los conflictos y a día de hoy no puede hablar de cuáles eran las razones que le conducen a actuar de manera equivocada. Ha llegado a normalizar el hecho de cometer ciertas acciones que le han trasladado a convivir de unas formas poco recomendadas para un menor. Con la desaparición de su amigo Omar y en medio de un tsunami caótico, apareció Valeriano, su ángel de la guarda.
El proyecto Huellas amigas, impulsado por la Asociación, pretende enseñar a jóvenes conflictivos a mejorar las habilidades sociales y disminuir la ira y las respuestas impulsivas de los adolescentes que viven en situaciones de riesgo de exclusión social. «Nosotros proponemos educar a estos chavales en diferentes valores a través del trato y el trabajo directo con los voluntarios, tanto humanos como perros», expone Valeriano de la Calle.
El amor de estos animales es incondicional y aunque uno se sienta solo, se da cuenta de que ellos siempre estarán por su dueño o cuidador. Egoitz ya lo palpa. Desde que puso un pie en el emplazamiento su actitud cambió y rápido comprendió que lo que vivía en ese instante era maravilloso, porque «el perro te da todo el cariño sin pedir nada a cambio», expresa.
Omar también se ha dado una oportunidad. Se fugó de casa varios días y conoció a sus compañeros de Ucas porque participaron en su búsqueda. Le propusieron el reto y lo aceptó. «Me gusta ayudar a los demás, ¿por qué no probar?», se preguntó. Desde entonces tacha los días en el calendario para acudir a su cita. Confiesa que se siente «muy tranquilo con los perros, como hace mucho», y cree que la experiencia le «puede ayudar a cambiar». Tal es la emoción con la que se presenta en Cubo que no descarta llegar a formar parte de la Unidad de Rescate en un futuro.
Huellas amigas busca ofrecer herramientas y lograr la reinserción de estos jóvenes que han tenido ciertos problemas con la ley. Aprenderán a tratar con los perros y a realizar las actividades que diariamente se han de hacer para que los voluntarios caninos se encuentren en las condiciones adecuadas para realizar su trabajo. «Lo que más me gusta y entretiene es bañar a los perros», manifiesta Egoitz. «A mí, jugar con ellos», le sigue Omar.
Sus labores también consisten en sacarlos a la calle, limpiar sus camas y las instalaciones, la zona de ocio de los canes de excrementos, preparar los menús, hacer las curas que en cada momento sean necesarias, administrar los medicamentos y atender las necesidades de los perros jubilados. En todas las jornadas de trabajo, los jóvenes disponen de tiempo para descansar y comer. «Aquí llega la ocasión para conocernos mejor y donde ellos interactúan con nosotros. Se abren y hablan de las acciones ilegales en las que han estado alguna vez involucrados», menciona De la Calle.
Según vayan viendo la evolución y compromiso de cada uno de los participantes -que actualmente son dos pero acogerán a todos aquellos menores de edad que cumplan ciertos requisitos- acudirán a rescates con el responsable de Ucas, y así podrán ver y vivir la otra cara de una desaparición, el sufrimiento de la familia cuando un miembro desaparece, bien sea por voluntad propia o por algún tipo de enfermedad o accidente.
Por otro lado y de manera totalmente gratuita, formarán parte del alumnado de los cursos que la entidad organiza a lo largo del año. «La escalada, el uso adecuado de un desfibrilador, los primeros auxilios, la conducción de un 4x4 o la figurancia son aspectos que un miembro de un equipo de rescate de personas debe controlar», aclara Judith Rasines, miembro de Ucas. Lo reconfortante para los impulsores pero sobre todo para los aprendices se llama reinserción, la oportunidad de una nueva vida.