Ignacio Camarero

Dibujos de Ciudad

Ignacio Camarero


Mil no

02/08/2021

Mieltxo Saralegi es el harrijasotzea que ha levantado una piedra de más peso. Fue en dos mil uno. A dos manos. Alzó una mole de trescientos veintinueve kilos. Trescientos treinta no. Novak Djokovic consiguió su primer Grand Slam en dos mil ocho. Ha ganado siete de los once últimos. Cuatro de los seis más recientes. Y los tres disputados esta temporada. Australia. Roland Garros. Wimbledon. Un total de veinte. Veintiuno no. Simone Biles es la actual campeona olímpica de gimnasia artística. Suelo. Salto. General Individual. General por equipos. Todo en Río dos mil dieciséis. Cuatro medallas de oro. Cinco no. Y, muy a su pesar, además, noticia hoy. Porque la columbuseña ha reventado en Tokio. «No tengo control sobre mi cuerpo». Ha declarado. «Literalmente no puedo distinguir entre arriba y abajo». 
Supongo que por eso me ha parecido oportuna. Casi justa. Me refiero a la derrota de Djokovic contra Zverev. También en la capital de Japón y casi el mismo día. «La presión es un privilegio. Sin ella no existiría el deporte profesional». El serbio reprochaba, así, a la estadounidense su retirada de las olimpiadas. La presión. Sí. La obligación de ganar. Lo que, no sé si ustedes, pero yo creía contrario al espíritu de los Juegos. Extraño a la propia esencia del deporte. Citius, altius, fortius. Y nada más lejos de la verdad. El lema de los juegos olímpicos es inequívoco. Más rápido. Más alto. Más fuerte.
Imagínense el estado de ansiedad en el que no entraría el señor Rico, don César, si el señor Rodríguez, don Lorenzo, dispusiese que la Diputación Provincial luciese esta sentencia en el frontispicio. Más. Más. Más. Trescientos veintinueve kilos. Trescientos treinta no. Veinte Grand Slam. Veintiuno no. Cuatro medallas de oro. Cinco no. Simone Biles fue reclutada cuando tenía seis años. Con quince le hicieron estudiar desde casa para ganar dos horas más de entrenamiento al día. Y, con veinticuatro, su existencia se ha roto. 
Es cierto que con el mundo a sus pies. También lo tenía Amy Winehouse. Pero también es verdad que la británica no lo soportó. «El apoyo que he recibido me demuestra que soy más que mis resultados». Ha dicho estos días entre lágrimas. Novecientas noventa y nueve he contado yo. Mil no...