Teletrabajo: objeto de deseo

S.F.L.
-

Los pueblos de la Bureba cautivan a los empleados que abandonan la ciudad para ejercen sus profesiones en remoto

La joven Julia Oviedo compagina su trabajo con los cuidados de la huerta. - Foto: S.F.L.

El silencio como vecino de al lado, el rumor del río, el canto de un gallo que se escucha en lontananza, los paseos por el monte, el cultivo de la huerta... Los sonidos del campo, de la España vaciada se ofrecen ahora a los urbanitas para que sientan su serenidad mientras trabajan. Para que lo prueben y elijan el lugar en el que se sienten más vivos.

El teletrabajo ha llegado para quedarse y se ha convertido en una oportunidad que los pueblos nunca tuvieron y que no pueden dejar escapar. La pandemia generó un cambió de percepción de la ciudadanía respecto al mundo rural y son muchas las personas que han comprado o rehabilitado vivienda para dar un giro de 180 grados a sus historias. La Bureba, como no podía ser de otra forma, ha conquistado a cantidad de familias que en los últimos tiempos han dejado las grandes metrópolis para probar suerte en un entorno más tranquilo, pero que también ofrece menos posibilidades. 

Los comienzos nunca son fáciles pero sí algo más llevaderos en la localidad que uno escoja. Más si cabe cuando el empleo viene de la mano y no hay de que preocuparse. Este periódico ha entrevistado a Julia Oviedo, Benito García y Ana Raquel Núñez, tres nuevos vecinos de la comarca que han visto cumplir su sueño al poder ejercer sus profesiones desde los despachos de sus viviendas en Villanueva de Teba, Busto de Bureba y Terminón.

Benito García tiene la posibilidad de ejercer desde cualquier lugar. Benito García tiene la posibilidad de ejercer desde cualquier lugar. - Foto: DB

Julia Oviedo trabaja en una consultoría financiera de Barcelona, Villanueva de Teba

«En los pueblos siempre hay algo que hacer»

Cansada de la prohibitiva vida en la gran ciudad a cuenta de los elevados precios y el estrés que suponía en su día a día, Julia Oviedo de 26 años dejó en junio Barcelona para instalarse en Villanueva de Teba, el pueblo en el que pasaba todos los fines de semana y vacaciones cuando aún desconocía el significado de responsabilidad. Desempeña sus funciones como economista en el departamento jurídico de una consultoría financiera a través de internet.

Llegado el punto de necesitar cambiar de entorno, solicitó el teletrabajo. Su empresa no contemplaba tal modalidad pero prefirió concedérsela que perderla. Sin mucho esperar, hizo sus maletas, y se instaló en la localidad. «En los pueblos siempre hay algo que hacer y no he tenido todavía tiempo para aburrirme», sostiene la vecina. Por las mañanas cumple sus tareas profesionales y a partir de las 17 horas queda libre; es entonces cuando comienza lo divertido. «Me doy un buen paseo con el perro, atiendo la huerta, charlo con la gente o conduzco a municipios grandes si tengo que hacer la compra o he quedado con mis amigos. Cada día es diferente y estoy encantada del paso que he dado», asegura.  

Ana Raquel compró la casa de Terminón en 2016.Ana Raquel compró la casa de Terminón en 2016. - Foto: DB

Si tiene que sacar un pero es, sin duda, a la mala conexión a la red. Como empleada desde el hogar confía en que la fibra óptica llame a las puertas de Villanueva lo antes posible. Mientras tanto, continúa sacando el trabajo adelante cueste lo que cueste. Por otro lado, la llegada del temido invierno no la asusta y a pesar de que recibe avisos de lo largo que se hace, desea experimentarlo.

Benito García, empleado en una entidad de crédito financiero de Madrid, Busto de Bureba

«La mala conexión a internet es nuestra enemiga»

La situación familiar obligó a Benito García a trasladarse a Busto de Bureba hace un tiempo. Empleado en una entidad de crédito financiero en Madrid, habitualmente desempeña sus funciones presencialmente en la capital, donde reside con su familia. Sin embargo, la compañía admitió la posibilidad de que el bustano teletrabajara desde su domicilio. «Este gesto, que agradezco enormemente, me permitió continuar ejerciendo mientras cuidaba a mi madre y hermano», expone.

De manera continuada ha permanecido en el pueblo desde febrero de 2021 hasta septiembre de este año, aunque en alguna ocasiones viajaba a la ciudad para acudir a reuniones. A partir de entonces, la alternativa del teletrabajo posibilita que pueda desarrollar sus capacidades desde cualquier lugar. Intercala las jornadas laborales desde su casa madrileña con las que más le gustan, las que realiza desde la localidad burebana.  

No obstante, en su tierra, aquella en la que le gustaría despertar cada mañana, se topa con bastantes obstáculos relacionados con la deficiente conectividad a la red. «Instalé internet en el pueblo, es carísimo y las prestaciones son mínimas. Pago 58 euros mensuales para tener una velocidad máxima de 20 megas, que nunca alcanzas, en verano no suelo pasar de los 5, un handicap enorme para los que utilizamos aplicaciones para realizar videoconferencias», se lamenta. Asegura que el pasado agosto viajó con urgencia en más de cinco ocasiones hasta Madrid a las 5 de la madrugada, porque le resultaba imposible conectarse. «La mala conexión es nuestra enemiga, y hasta que no se solucione, continuaremos viendo como las pequeñas localidades se vacían», concluye. 

Ana Raquel Núñez ejerce como abogada en el País Vasco, Terminón

«Trabajar desde casa resulta todo un privilegio»

Ana Raquel y su marido Raúl buscaban un rincón tranquilo para dar un ligero cambio a su vida, y Terminón les brindó todo aquello que apuntaron en su lista de deseos: cercanía a un municipio grande, a Burgos y Bilbao, un entorno agradable y un precio de vivienda asequible. Tras rechazar varias opciones, en mitad de su camino encontraron lo que actualmente es su hogar en la puerta de entrada al Valle de Caderechas. Dejaron su Baracaldo natal y se mudaron a la Bureba, lugar en el que residen felizmente desde 2016.  

Ella ejerce como abogada desde su casa y simplemente se traslada hasta el punto donde tenga que realizar un procedimiento judicial o mantenga una primera toma de contacto con un nuevo cliente. A partir de ahí, realiza todos los trámites a través del teléfono o vía email. En su caso, internet no se ha convertido en contrincante y ejecuta sus labores simplemente con la conexión de su dispositivo. «Nunca me da problemas», manifiesta. 

En noviembre hará tres años que dio a luz a su hijo y mantiene que «la vida en el pueblo con un niño pequeño no es tan negra como la cuentan». Tienen Oña a dos minutos, Burgos a 45 y Bilbao a poco más de una hora, por lo que «si se da el caso de que nos encontramos un poco agobiados en Terminón, cogemos el coche y nos vamos unos días para desconectar», narra. Poder dedicarse a su pasión desde una habitación de su casa «resulta todo un privilegio» para esta mujer que compagina a la perfección residir en una entidad local de menos de 20 habitantes con su empleo.