La Miranda que trabaja día a día en Vitoria

Ó.C.
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Cada jornada miles de mirandeses cogen el coche para desplazarse hasta la capital alavesa, donde desarrollan su actividad. Las opciones que ofrece una ciudad de 250.000 habitantes también benefician a este lado de la frontera

De izquierda a derecha y de arriba a abajo: Isidro García, Roxana Bors, Berta Martínez y David Pérez

La competencia para atraer inversiones a Miranda tiene un fuerte rival en Vitoria. La capital alavesa supone un foco industrial de primer orden en el país, lo que produce aspectos negativos para el desarrollo de esta parte de la frontera, aunque también guarda puntos positivos. Contar con una población de más de 250.000 habitantes a treinta kilómetros también ofrece posibilidades laborales de todo tipo y son muchos los vecinos de Miranda que se desplazan día a día hasta sus empleos en la capital vasca. Algunas estimaciones hablan incluso de varios miles de mirandeses que desarrollan su actividad profesional en la ciudad alavesa.

Más allá de las cifras, la realidad de los trabajadores que marchan a Vitoria resulta notoria, sobre todo cuando toca hablar de grandes centros de trabajo como Mercedes y Michelín, que absorben mucha mano de obra, lo que en ocasiones hace que en Miranda no se encuentre profesionales.Solo entre estas dos plantas suman 7.000 empleados y muchos llegan desde las orillas del Ebro. A nivel industrial y logístico, Vitoria cuenta con siete polígonos, en los que existen más de 2.000 empresas, por las cerca de 400 que albergan los parques empresariales de Ircio, Bayas o Las Californias.

Al margen de la rama industrial, también hay que tener en cuenta otros sectores, entre los que están los empleados públicos. En este sentido, mención a parte merece el mundo sanitario, donde la propia Junta de Castilla y León reconoce que la fuga es constante. En este y en otros casos, el factor económico resulta un aliciente para conseguir atraer trabajadores al País Vasco.

La relación laboral no solo se reduce a la capital, porque dada la situación de Miranda hay polígonos como Arasur o Lantarón, en el que la mayoría de las plantillas están formadas por personas que residen en suelo burgalés. En este caso, hay referencias como General Química o Talgo.

Isidro García · Mecatrónica industrial

«De Vitoria siempre me ha atraído el abanico laboral y de oportunidades que ofrece, más que el dinero»

El currículum de Isidro García cuenta que «la mayor parte de mi vida laboral está unida a Vitoria». Antes de empezar a coger el coche rumbo al País Vasco, Isidro madrugó durante once años para acudir a la central nuclear de Santa María de Garoña «que es donde he estado más tiempo contratado». La planta paró y tocó abrir nuevas puertas. «Cuando me marché de allí estuve en Miranda pero poco tiempo, porque sobre todo enlace trabajos temporales antes de empezar a trabajar fuera», reconoce el joven de 35 años al que no le importa desplazarse a diario. «De Vitoria siempre me ha atraído el abanico laboral y de oportunidades que ofrece, más que el dinero que se pueda ganar respecto a Miranda», afirma Isidro, que considera que «allí las opciones son mayores simplemente porque hay más industria».

El joven es técnico superior en mecatrónica industrial y en la capital alavesa ha pasado por más de una empresa. La más grande fue Mercedes y posteriormente llegó a una firma del polígono de  Gojain, que está a unos kilómetros de Vitoria y a 45 de Miranda. «Llevaré de seguido como tres o cuatro años», apunta Isidro, que indica que «hay algunas personas de Miranda y otras de pueblos próximos como Rivabellosa o Manzanos». Al haber gente del entorno, en su caso, puede compartir coche «y ahora subo con otra compañera de trabajo y así compartimos los gastos». 

Al margen de alternar ir en el asiento del conductor o en el del copiloto, Isidro asume que está acostumbrado a tener que desplazarse para viajar. Aún así, reconoce que cuando tenía que acudir a la central el viaje lo afrontaba de una manera diferente, «porque allí teníamos autobús de empresa y la verdad que para mí era mucho más cómodo cogerlo todos los días en lugar de tener que desplazarme en el coche, como me ha pasado en todos los trabajos que he tenido en Vitoria». La carretera hasta su puesto sí que es más cómoda que la que existe para ir camino de la central, por lo que por ese punto «se agradece». Por todo, «estoy a gusto en la empresa y por el momento la verdad es que no me planteo un cambio laboral», confiesa Isidro, que añade que «la gente de Miranda tiene la suerte de que Vitoria está cerca y dé alternativas».

Roxana Bors · Higienista bucodental

«Trabajo en el centro y me cuesta más entrar a la ciudad que llegar a a Vitoria desde que salgo de casa»

La memoria de Roxana Bors guarda espacio para casi cada metro del trayecto entre Miranda y Vitoria. Casi desde el momento en el que empezó a trabajar, se acostumbró a moverse de una ciudad a otra, incluso antes de que fuera técnico superior en higiene bucodental. «En total unos diez años», recuerda . La clínica en la que ahora está contratada está en pleno centro y reconoce que «me cuesta más entrar en la ciudad, que llegar a Vitoria desde que salgo de casa». En total, aunque depende de factores como el tiempo que pierde en encontrar aparcamiento, tarda «unos 45 minutos desde que sale de su vivienda hasta que se viste para comenzar su jornada, pero cuando no encuentro mucho tráfico, que suele ser por las mañanas».

A pesar de no ser un gran centro de trabajo, Roxana matiza que «hay más gente de Miranda en la misma clínica», aunque en su caso, y debido a los horarios, no puede compartir a diario los gastos para desplazarse, «aunque algunos días sí que puedo». El coste de la gasolina por lo tanto, supone un dolor de cabeza en este momento. «Ahora me cuesta el doble respecto a otras épocas», afirma, y más ella que tiene que callejear, aunque reconoce que «me compensa porque el trayecto no me molesta y tengo que reconocer que es algo que me relaja».

Desde que se sacó el título hace unos años, destaca que también «he intentado trabajar en Miranda, para no gastar en gasolina, ganar tiempo y ahorrarme algún día de invierno de niebla o nieve». Sin embargo,  Roxana apunta que «aunque en la ciudad hay trabajo, en la mayoría de las clínicas tienen horario partido», por lo que al final disponía prácticamente del mismo tiempo. Por eso, decidió regresar a Vitoria «para tener una mejor conciliación», zanja. 

En su caso, el suelo no es algo que aparezca como un factor determinante, ya que en Álava «no existe un convenio reglado como sucede en Miranda o en otros sectores, por lo que depende de lo que cada uno negocie». De todas las maneras, reconoce que «estoy contenta», y tampoco se plantea vivir en Vitoria, «porque mi marido sí que trabaja aquí en Miranda, por lo que alguno tendríamos que viajar sí o sí, y la verdad que por el  momento estamos a gusto así y seguiremos así».

David Pérez · Operario en Michelín

«Estaría más a gusto trabajando en Miranda, pero los sueldos que he tenido no me han compensado»

David Pérez lleva diez meses en Vitoria. Hasta que tuvo la opción de entrar en Michelín, este mirandés no había dado el salto hacia el otro lado de la frontera. En un periodo de búsqueda de empleo, le surgió la oportunidad y ahora reconoce estar «contento» en una empresa en la que «me han hecho fijo». Entre los motivos para aceptar la oferta, David reconoce como un factor importante el sueldo. «Si fuera por 1.200 euros no me iría a Vitoria, trabajamos por dinero o por vocación y yo lo hago por lo primero», reconoce este mirandés, que admite que «estaría más a gusto trabajando  en Miranda, pero los sueldos que he tenido no me han compensado».

A pesar del tiempo que ha pasado desde que firmó su contrato, todavía guarda la sensación cuanto llega de «trabajar dentro de una mini ciudad».No es para menos, en la planta vitoriana de la multinacional francesa trabajan más de 3.000 personas y representa uno de los motores de Vitoria junto a Mercedes, hasta donde también se desplazan muchas personas de Miranda a fichar cada día para comenzar con su jornada laboral.

El hecho de que haya muchos empleados de la ciudad en su centro de trabajo le posibilita salvar el precio de la gasolina y compartir gastos. «Nosotros somos cuatro en el coche del mismo turno y cada día lo llevamos uno», puntualiza David, que matiza que «antes de que comenzara la guerra tuve que viajar un mes solo y me dejé unos 200 euros, pero ahora supondría cerca de 300», en los 25 minutos que tarda en llegar y en los otros tantos de vuelta, aunque que hay gente de Vitoria, que «tarda más que nosotros».

No todas las partes de trabajar fuera de Miranda caen del lado bueno de la balanza. David reconoce que el tiempo en la carretera tiene su peso. Ahora en verano las personas francesas de origen magrebí que cruzan hacía el estrecho hacen que haya un aumento del tráfico y «por eso tienes que calcular mejor los tiempos y salir antes, porque no sabes cuando vas a llegar por si puedes coger un atasco». En invierno también hay complicaciones, por la lluvia, la niebla o el hielo, aunque siempre que se sube a su vehículo o al de sus compañeros lo hace con cierto respeto, ya que «suele haber tráfico y la verdad es que solemos ver accidentes».

Berta Martínez · Comunicación

«Confío en el desarrollo empresarial de Miranda, aunque Vitoria da muchas posibilidades»

Hace cinco años, Berta Martínez comenzó una nueva etapa en su vida. El capítulo arrancó cuando encontró un nuevo empleo. El destino llevó a esta mirandesa hasta una firma ubicada en el polígono alavés de Gojain, donde entró en un departamento de comunicación. «La empresa pertenece al sector de la construcción», arranca Berta, que añade que al echar la vista atrás no se arrepiente del paso que dio hace un lustro. «Estoy contenta», reconoce con una sonrisa en su rostro. La opción de dejar Miranda no la tenía sobre la mesa, o por lo menos no como partida, por lo que cuando empezó a buscar ofertas y a mostrar su currículum pensó en puntos cercanos. En ese momento, al margen de lo que la pudiera ofrecer la ciudad, también miró pronto a Vitoria «incluso a Bilbao», apunta, pero en este caso la oportunidad la encontró en la capital alavesa.

Su realidad es la de muchos jóvenes formados, que han tenido que salir fuera de Miranda para desarrollarse y vincular su vida laboral con su formación. Aún así, Berta ensalza que «creo en Miranda y en su potencial, por lo que espero que en el futuro crezca en cuanto a profesiones, en las que todo el mundo tenga cabida». El horizonte que desea todavía está lejano en el tiempo, aunque valora que parece que cada vez tiene más de realidad, «porque hay empresas que empiezan a apostar más por temas, por ejemplo digitales, lo que está muy bien y es muy positivo», afirma Berta, que agrega que «confío en el desarrollo empresarial de Miranda, aunque Vitoria da muchas posibilidades».

La distancia entre ambas ciudades juega a favor de perfiles como el suyo y además en su caso tener que coger el coche cada día «no supuso un inconveniente, porque siempre he desarrollado mi actividad laboral fuera de Miranda, por lo que desplazarme hasta Vitoria no era algo que me importara». El viaje hasta su puesto de trabajo y la vuelta supone un tiempo en el que admite que «me relajo, por lo que muchas veces me viene hasta bien», afirma. En su caso, dentro de la plantilla no hay más personas que residan en Miranda, por lo que no puede compartir viaje, algo que puede tener puntos positivos para ella, aunque también reconoce que «el precio de la gasolina ahora es un elemento a tener en cuenta».