Luis Miguel de Dios

TRIGO LIMPIO

Luis Miguel de Dios

Escritor y periodista


Lo alemán

13/12/2022

Durante muchos años, y aun ahora, hablar de Alemania era referirse al sumun, a la perfección, al ejemplo a seguir. Si alguien aseguraba que un producto procedía de Alemania, no había más que decir. Se entendía que lo tenía todo: insuperable, duradero, magnífico… Y cuando volvían de vacaciones los que emigraron a tierras germanas y nos contaban lo que cobraban allí y las comodidades de las que disfrutaban, a las buenas gentes de nuestros pueblos se les hacían los ojos chiribitas. «Vente a Alemania, Pepe», aquella película con Alfredo Landa y José Sacristán que hizo furor, reflejaba bastante bien el clima de admiración que despertaba una nación que se había convertido en el paradigma del desarrollo, de la creación de empleo y de la fabricación de muchos y buenos productos, lo mejor de lo mejor. Como líder económico de la Unión Europea, Alemania siguió siendo un espejo donde mirarse. Y también en algunos aspectos políticos como arrinconar y luchar contra el terrible nazismo que la había asolado a ella y a Europa pocos años antes. Inconcebible allí, además de ilegal, una entidad como la Fundación Francisco Franco española. Alemania también era símbolo de seriedad, de rigor, de democracia. Por eso me han extrañado, y alarmado, dos noticias de los últimos días: la primera, la detención de los miembros de una banda ultra que pretendía dar un golpe de estado, con armas y la posibilidad de sangre, contra las instituciones en Berlín. Y la segunda, la acusación de la Comisión Europea contra el Deutsche Bank de manipular los mercados de la deuda para sacar beneficios en pleno periodo de crisis, allá por el 2008 y sucesivos, o sea cuando se predicaba austeridad, pero algunos sacaban tajada. ¿Qué decepción! Aquel ideal alemán se vino casi abajo. O, al menos, se desmoronó un tanto. Cierto que lo de los ultras (entre ellos un jueza, ¡cómo para ponerse en sus manos!) se ha desactivado en una brillante operación policial, pero la semilla está peligrosamente ahí. Las preguntas parecen obvias: ¿tanto estamos retrocediendo?, ¿tan poco hemos aprendido?, ¿no nos puede suceder aquí?