Rocío Martínez

Pegada a la tierra

Rocío Martínez


¿Qué les pasa a los jóvenes?

01/10/2023

¿Qué les pasa a los jóvenes? Lanzo la pregunta abrumada por las terribles noticias con jóvenes ¡qué digo jóvenes, niños! como protagonistas. Un grupo de menores que agrede sexualmente a tres niñas, una de ellas, con una discapacidad, un presunto caso de bullying respondido a cuchilladas por un chaval ¡de 14 años! Una niña arrastrando a otra de los pelos. Hechos que deberían sacudirnos como personas y como sociedad. Esa pregunta que me recorre como un escalofrío sale de mis labios. Aunque en la interrogación no sólo residen estos episodios tan preocupantes. También detalles de pincelada no tan gruesa pero igualmente inquietantes: problemas de salud mental, desmotivación, desencanto, desilusión… Un buen amigo me responde que lo que les pasa es que nosotros nos hemos hecho mayores. Pero tengo la sensación de que esto va más allá de la diferencia generacional.

Echo la vista atrás a nuestra adolescencia y la pienso más inocente, con más claridad para discernir lo bueno de lo malo. También había bullying en nuestra época, aunque entonces no tuviera etiqueta. ¿Abusones? Siempre los hubo. ¿Pero así? Cierto es que hoy todo se cuenta, incluso con los móviles, muchas cosas que antes quedaban en el barrio, ahora se ven y saltan a los medios de comunicación nacionales, a Tik Tok. No tengo claro que nosotros fuéramos mejores. Seguramente nosotros hoy seríamos unos jóvenes diferentes a cómo fuimos. Antes todo era más fácil. Sin redes sociales que te presionaran en busca de la perfección, que te impidieran desconectar. Ahora, no hay refugio. Todo, lo bueno, pero también lo malo, te acompaña a todos los sitios, siempre al alcance de la mano. ¡Qué difícil hoy ser padre, madre, profesor!

En esta vida impaciente en la que caemos también los adultos, los chavales se saltan etapas. Todo rápido, pronto. Y es muy fácil, desde mi atalaya sin hijos, lanzar la idea de que no tengan móviles tan pronto, que vivan ajenos a internet hasta que sean más maduros. Sé que no se pueden poner puertas al mar. Pero son precisamente esas puertas las que les llevan a contenidos que no están preparados para digerir, que normalizan la violencia, el sexo, que ha pasado de ser tabú a ser trivial. Y así, seguramente inconscientes de la gravedad de ciertos actos, aparecen las manadas de menores. ¡Qué horror! La pérdida de la inocencia, algo tan mágico, a donde algunos volveríamos con los ojos cerrados. Nada hay más feliz que la mirada de un niño. Que nada se la robe. Es tarea de todos.