Aguas revueltas hacia las urnas

Pilar Cernuda
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La lucha encarnizada que mantienen PSOE y PP envenena una campaña que Sánchez no está dispuesto a perder y en la que los antiguos votantes de Cs serán decisivos en plazas relevantes

Aguas revueltas hacia las urnas

En el Gobierno tienen la esperanza de que en el mes que falta hasta que se celebren las autonómicas y municipales se cumplan las expectativas de la estrategia marcada, y que la nueva Ley de Vivienda, las cifras económicas y la polémica respecto a Doñana arañen unos votos que consideran indispensables en el 28-M para ponerse en disposición de ganar después las generales.

En el PP, Alberto Núñez Feijóo mantiene la cautela y se aleja del triunfalismo de algunos de sus colaboradores, pero tiene la esperanza de hacerse con algunos feudos del PSOE y mantener los propios.

Vox tiene la esperanza de ampliar presencia y obligar a los populares a darle entrada en los despachos de poder, mientras las ansias de Podemos pasan por que las encuestas se equivoquen y el desplome no sea real; además, Sumar no se presenta a las elecciones del 28 de mayo, así que no tendría por qué producirse huida de votos hacia la plataforma creada por Yolanda Díaz. 

El PNV confía en mantener sus Ayuntamientos y que Bildu no gobierne en ninguno de los grandes; los independentistas catalanes siguen a la greña y miran hacia Barcelona, para comprobar si Colau sigue en la Alcaldía o pasa al socialista Collboni, que se está volcando para ofrecerle un triunfo a Pedro Sánchez; y los partidos regionalistas mantienen las expectativas de ser necesarios para algunos de los grandes.

El escenario está más revuelto, o más indefinido, que en ocasiones anteriores. Porque hay fuerzas de nuevo cuño, porque Ciudadanos está prácticamente desaparecido y sus antiguos votantes serán decisivos en plazas relevantes, y porque la lucha encarnizada que mantienen PSOE y PP envenena una campaña electoral que el presidente del Gobierno no está dispuesto a perder. 

Problemas de verdad

La estrategia de Sánchez se ha basado en tres asuntos: la denuncia de la situación de Doñana, los datos económicos y la Ley de la Vivienda. 

El PP ha contraatacado con las cifras que demuestran que Europa ya multó y dio toques de atención al Ejecutivo andaluz en tiempos socialistas sin que la Junta tomara medidas; con que las Tablas de Daimiel en Castilla La Mancha, reserva ecológica protegida y humedal como Doñana, se muere por falta de agua y en su entorno se han tomado decisiones para regar a costa de las aguas del parque; con las cifras de déficit y deuda; con la inflación y con la forma en que Podemos pone a Sánchez contra las cuerdas obligándole a aprobar leyes como la del sí es sí o la trans. La primera con efectos tan indeseables que el propio PSOE se ha visto obligado a corregir con la ayuda del PP -y sin dar las gracias- y la segunda con efectos también indeseados que se verán a corto plazo, en cuanto aparezcan las consecuencias de no regular de forma rigurosa el cambio de sexo.

Finalizada ya la pelea de estas últimas semanas, intensa, dialécticamente muy dura, escabrosa, llega el momento de plantear los problemas que de verdad afectan a la vida cotidiana de los ciudadanos. 

Por ejemplo, el trabajo. Las últimas cifras son malas para el Gobierno y para Yolanda Díaz, la ministra del ramo. Por mucho que intenten disfrazar la verdad, los hechos son tozudos, y los millones de españoles que se encuentran en paro conocen la situación y cómo se intenta disimular contabilizando los fijos discontinuos como si tuvieran trabajo completo e indefinido.

La inflación es una de las más bajas de Europa, repite Sánchez y es cierto, pero no cuenta que es extrema en los productos de primera necesidad, sobre todo en la alimentación. Por otra parte, la Ley de Vivienda no solo no resuelve el problema de okupación que afecta a centenares de miles de españoles, sino que lo agrava, y aún más con la situación de la Justicia, paralizada. 

Se suceden las huelgas del personal de la judicatura, se ha intentado solucionar con subidas salariales a algunos de sus sectores y se ha provocado así la protesta de los que se han visto marginados. En este momento la crisis es tan delicada que nadie que tenga asuntos pendientes con la Justicia puede pensar que los va a resolver en unas semanas. Se están fijando vistas y juicios para dentro de tres y cuatro años. 

Incógnitas de futuro

Sánchez mantiene su habitual triunfalismo respecto a la situación económica, pero tanto el Banco de España, como la UE y la Airef le han dado un toque de atención. El déficit y la deuda están disparados, y dejará en absoluta precariedad a quien gobierne el país en los próximos años, que puede ser él mismo. Ocurrió cuando Rajoy ganó las elecciones a Zapatero: los datos que daba el Ejecutivo socialista no eran reales… y provocó que el PP no pudiera cumplir sus promesas de bajar impuestos, lo que desencadenó toda clase de acusaciones del PSOE. 

También en los efectos de la sequía tiene responsabilidad el Gabinete central, sobre todo cuando se podrían haber paliado si se hubiera puesto en marcha un Plan Hidrográfico riguroso. Intentó hacerlo el Ejecutivo de Aznar, pero Zapatero lo echó abajo. Y, cuando finalizó su Gobierno, el diagnóstico fue prácticamente unánime: había sido un muy mal gestor. Con el tiempo se ha demostrado que Sánchez ha hecho bueno a Zapatero. No solo por aliarse con quienes no respetan la Constitución, sino porque no ha dudado en ceder a todas las exigencias de un partido populista de ultraizquierda como es Podemos.

Falta un mes. Los pronósticos apuntan a que Sánchez puede perder la Moncloa, pero aún queda camino. Y en un mes, incluso en 15 días, cualquier situación es susceptible de cambiar. Que Sánchez y su PSOE se consoliden, que sean Feijóo y su PP el que lo hagan, que el rechazo a Sánchez no afecte tanto a su marca, que Feijóo dispare las expectativas del PP, que Podemos o Vox sean irrelevantes…El 28-M es una incógnita, y las generales también… pero vendrán muy condicionadas por el resultado de dentro de un mes.